¿Paz en Irlanda del Norte?

El IRA pronunció su definitivo adiós a las armas, aunque habrá que seguir con atención los acontecimientos, ya que los principales temas políticos que en su momento dieron origen al conflicto siguen sin resolver. Los entendidos dicen que el IRA se retira de la lucha armada porque ya no le queda otra alternativa. Aislados, debilitados militarmente y sin el apoyo de instituciones que en otros tiempos lo sostenían, sus posibilidades no eran muchas y una de las más efectiva fue la que tomaron. De aquí en más la lucha se librará en el terreno político y el instrumento será el Sinn Fein, el tradicional brazo político del IRA.

La noticia fue muy bien recibida en toda Europa y muy en particular por el gobierno laborista inglés, que ahora puede presentar algo que se parezca a un resultado positivo luego de la seguidilla de atentados terroristas de signo musulmán que asolaron a Londres. Si lo del IRA se cumple, el único grupo terrorista que continuaría operando en Europa sería la ETA, aunque se pecaría de apresurado o de optimista excesivo al decir que los terroristas vascos van a sentirse estimulados por el ejemplo de sus pares irlandeses.

Los laboristas ingleses, Gerry Adams, el principal dirigente del IRA y John Hume han sido los artífices de este acuerdo que estuvo precedido de intensas negociaciones. Queda para el futuro determinar cuál será el destino de Irlanda del Norte, ya que el Sinn Fein sigue defendiendo la propuesta de integrarse a Irlanda, mientras que los protestantes conservadores sostienen que el Ulster debe pertenecer al Reino Unido. La alternativa de una región autónoma con su correspondiente estatuto también está en discusión, pero lo que queda claro es que el único avance concreto que se ha logrado es que el IRA renuncia a los operativos terroristas, ya que en las cuestiones políticas de fondo se mantiene el final abierto.

Desde 1969 a la fecha la actividad terrorista del IRA sumó alrededor de tres mil muertos. Sería una simplificación, de todos modos, reducir la proyección política del IRA a su actividad militar. Está claro que para que hayan podido funcionar todos estos años fue porque contaron con poderosos apoyos, entre los que se cuentan la influyente comunidad irlandesa norteamericana, que hasta hace poco apoyó de manera discreta pero firme al IRA.

Sería exagerado decir que el IRA fue o es representativo de todos los católicos irlandeses, pero está claro que logró representarlos y si bien en algunos casos algunos católicos rechazaban ciertos atentados, en lo fundamental los muchachos eran bien considerados y su propuesta política era compartida por todos.

De todos modos, la situación del IRA estaba muy lejos de ser sólida. En los últimos meses habían arreciado las denuncias sobre diferencias políticas internas y sobre negociados con carteles de la droga. El IRA siempre fue considerado como una guerrilla con una alta capacidad de fuego y con mucha disponibilidad de recursos económicos. Sin embargo, las disensiones internas y algunos ajustes de cuentas estaban minando su prestigio, incluso entre la propia comunidad católica. Los rumores de que muchas de las actividades militares del IRA no diferían de los vulgares operativos de delincuentes comunes, cada vez eran más fuertes.

El fin de la guerra fría y la llegada de Bush al poder con su consigna contra el terrorismo fue achicando aún más los márgenes de acción. Edward Kennedy, en su momento un defensor casi incondicional de los irlandeses, empezó a tomar distancia del IRA y hasta en algún momento llegó a manifestarse avergonzado de haberlos apoyado.

Con todo, este acuerdo de paz estuvo muy influenciado por los irlandeses norteamericanos, quienes prestaron recursos, infraestructura y asesoramientos para que la decisión política tenga el impacto que se merecía. El primero en manifestar su satisfacción por todo lo sucedido fue George Bush, quien considera que lo sucedido es un avance más en la lucha contra el terrorismo.

Habrá que preguntarse si todo el IRA está decidido a despedirse de las armas. Existen prevenciones al respecto, porque se sabe de las disidencias internas y que podrían haber grupos decididos a continuar con la lucha armada. Asimismo, queda abierto el interrogante respecto de lo que hará la justicia inglesa con quienes han ejecutado o asesinado a políticos y empresarios o han asaltado bancos y financieras. ¿Una amnistía generalizada? Los primeros en no aceptarla serían los conservadores ingleses y los propios protestantes del Ulster, algunos de cuyos dirigentes siguen afirmando que todo sigue como antes y que el anuncio del IRA es más una respuesta táctica que una convicción a favor de la paz.

Por último, lo que no se puede perder de vista es que los problemas que dieron origen al conflicto siguen vigentes. Las diferencias entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte no son teológicas, son sociales. Por otra parte, la poderosa comunidad protestante del Ulster ha dicho una vez más que no está dispuesta a ceder a las pretensiones unionistas de los irlandeses. Digamos que las armas se han silenciado, pero las desconfianzas y los odios mantienen rigurosa actualidad.

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