«Y en el mismo lodo todos manoseaos»

Regresaron los buenos días. Sol, viento fresco, cielo azul. Es lindo sentarse a la mesa del bar para contemplar el ajetreo de la ciudad, o leer el diario mientras se toma un café acompañado con tostadas y, mientras tanto, compartir con los amigos el tributo a la amistad.

—Parece que los funcionarios de Macri también acomodan amigos en el poder y también usan los bienes públicos para beneficios privados -descerraja José que acaba de leer el diario.

—No sé a qué te referís -responde Abel algo receloso.

—A lo que está en los diarios. En cada ministerio, hay un ministro con un pariente; el señor Dietrich usa los aviones y los helicópteros para pasarla bien con su familia.

—A mí me parece que estás exagerando -le digo con cautela.

—Más que exagerar, me parece que miente -fulmina Marcial- porque una exageración sacada de contexto es lo más parecido a una mentira.

—Lo que digo es cierto. Está en los diarios -se defiende José.

—No me cabe ninguna duda de que las mejores mentiras se construyen con un pedazo de verdad; es lo que necesitan para ser mentiras -afirma Abel.

—Además -digo- yo no me voy a poner colorado porque en un gobierno haya un corrupto o los funcionarios se aprovechen de algún beneficio indebido.

—Sin embargo, cuando estaba la compañera Cristina no le dejabas pasar una.

—Ésa es la diferencia que pretendo explicar. Estamos con un gobierno que todavía no hace tres meses que está en el poder y sus adversarios ya le fueron con los botines de punta. Yo no pierdo de vista ese contexto para evaluar la mayor o menor intensidad de las críticas. Parto del principio que cualquier gobierno, no importa del signo que sea, está acosado por la tentación de corromperse. El poder genera estos vicios, tienta a disfrutar de privilegios, es más, están quienes afirman que el poder existe precisamente para eso, una conclusión exagerada pero que importa tener en cuenta. Este gobierno no es perfecto como pretendía serlo el otro. Yo por principio desconfío de todo gobierno que se presente como perfecto, motivo por el cual le creo más a este gobierno que al otro. Como Macri no es perfecto puede haber corruptelas, privilegios, porque no conozco ningún gobierno en el mundo que no esté tentado a eso.

—O sea que está todo disculpado -ironiza José- pero a los únicos que no nos disculpaban era a nosotros.

—Y a este gobierno tampoco pienso disculparlo, en todo caso ubico un contexto. Un gobierno normal comete errores y sus funcionarios no son santos. Que uno admita esto, no quiere decir que no haya que criticarlo o dejarle pasar lo indefendible, pero yo no voy a pedir el derrocamiento de un gobierno votado por el pueblo por un funcionario que usa el helicóptero cuando no corresponde.

—Pero cuando lo usábamos nosotros… -intenta decir José

—Ustedes no lo usaban de vez en cuando; ustedes lo usaban siempre. Y no sólo el helicóptero, usaban todos los aviones; tu amiga cuando descansaba en el Calafate mandaba un Tango a Buenos Aires para traer los diarios; tu amiga eligió a su hijita para que participe en el traspaso de mando, puso a su cuñada de ministra y ahora de gobernadora y colocaron a su sobrina para que la controlen. Y lo mismo hacían cuando gobernaban Santa Cruz y, ¿sabés por qué lo hacían?, porque los populistas están convencidos de que el poder es de ellos, que son dueños del poder y de sus cosas… no comparés lo que puede ser el error o la inevitable tentación de abuso del poder, con un régimen que se construyó para corromper y robar…

—Además, yo no me acuerdo -dice Abel- que alguna vez José haya criticado los abusos del poder de la cleptocracia que nos gobernó durante doce años. Hoy, se preocupan por un helicóptero o un pasaje en avión, cuando ustedes se robaron todo. Hoy, se preocupan por la inflación, por el impuesto a las ganancias, por la coparticipación, cuando durante doce años defendieron con los peores argumentos esas políticas.

—Y hay que decir -agrega Marcial- que son como las langostas: se llevan todo, desde lo importante hasta los detalles. Como decía Jacobo Timerman: los peronistas son los únicos tipos en el mundo que después de hacer un negocio de un millón de dólares, si pueden te roban el cenicero del escritorio.

—Gorileen tranquilos que total es gratis -reprocha José- pero lo cierto es que acá parece ser que los únicos corruptos somos los peronistas, todos los demás son angelitos.

—Corrupción hay en todas partes -reconozco- pero en un régimen peronista no sólo se la alienta sino que, además, la impunidad es completa. El gobierno de Macri no está liberado de corrupción y de privilegios, pero los que caigan en esa tentación no van a tener impunidad, nos vamos a esforzar como opinión pública para que así sea. Y yo no voy a dejar de apoyar a un gobierno porque hay un corrupto adentro, lo voy a dejar de apoyar cuando vea que la corrupción no es una anécdota sino un sistema.

—¿Y cómo sabés que este gobierno no será sistemáticamente corrupto?

—Eso lo vamos a ver en la cancha, por lo pronto lo único que le pedimos a los peronistas es un mínimo de autoridad moral, sobre todo a quienes durante años callaron todo y escondieron todo.

—A mí lo que me fastidia -agrega Abel- es ese esfuerzo deliberado de los peronistas para convencernos de que todos somos iguales. Presten atención a un detalle. Ellos no niegan que son corruptos; lo que pretenden es convencernos de que somos todos iguales, que ellos son ladrones, pero todos somos ladrones, motivo por el cual se llegará a la resignada conclusión que el más virtuoso sería el que robe mejor.

—Yo creo que todos son lo mismo -insiste José- presten atención al caso Niembro.

—Es un buen ejemplo -digo- pero por motivos opuestos a los tuyos. Después de la denuncia Niembro fue bajado como candidato, el bloque del PRO en ciudad de Buenos Aires votó para que lo investiguen, varios dirigentes de Cambiemos lo criticaron… mientras que ustedes cada vez que alguno de sus funcionarios fue acusado, lo defendieron a capa y espada. Con Boudou llegaron a la perfección: cambiaron jueces, cambiaron fiscales, lo volaron a Righi, chicanearon, patearon la pelota al córner… no, no somos lo mismo.

—Yo la comparo a la Señora con Macri en los viajes. Una viaja con delegaciones tumultuosas, con aviones propios y se aloja en los hoteles más caros; el otro viaja acompañado de pocos funcionarios, lo hace en aviones de línea y para en hoteles normales.

—Y lo curioso -agrega Marcial- es que Macri nació millonario y la Señora, según sus propias palabras, es hija de un colectivero. Sin embargo, en los hechos, Macri es austero y la Señora es fastuosa.

—Lo que pasa -digo- es que a la hora de los números, la Señora dispone de una fortuna muy superior a la de Macri, pero con una diferencia: uno la heredó, la otra la hizo pero no puede demostrar cómo la hizo, salvo su argumento de abogada exitosa.

—Verdad a medias -insiste Marcial- porque tal vez sea exitosa, pero tengo mis serias dudas de que sea abogada.

—No comparto -concluye José.

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