De Vido, Bonafini y el Papa

Marcial manifiesta su satisfacción porque, por fin, Julio de Vido, empieza a sentarse en el banquillo de los acusados. La mesa de café de la mañana se constituyó temprano, es decir, alrededor de las diez, porque la variante “temprano” o “tarde” en las mesas de café dispone de su propio horario. Quito, el mozo, sirve café, cortados y la inefable taza de té para Marcial. En algún momento deslizó un comentario a favor de la libertad de Patti y Astiz, pero como nadie le dijo nada se retiró mascullando en voz baja contra la mesa que, según su concepto, más que una mesa de café es una banda de rojos. En la Argentina los trabajadores suelen ser ideológicamente muy firmes.

—Vos dirás lo que quieras de Julio de Vido -ataja José- pero admitime que a él también le alcanza el beneficio de la presunción de inocencia.

—Criaturita de Dios -murmura Marcial.

—Yo -digo- defiendo el principio de presunción de inocencia, pero admitamos que De Vido hoy se refugia más en los fueros de diputado que en la inocencia.

—Que yo sepa, los fueros son un atributo constitucional, una garantía que disponen los representantes del pueblo frente al poder central -considera José.

—Todo muy lindo -dice Abel- pero convengamos que palabras como garantías, representante del pueblo y presunción de inocencia, en el caso de De Vido suena casi como una burla o un abuso del derecho.

—Tu concepto del derecho es muy particular -replica José.

—No sé si es particular o es justo -interviene Marcial- los fueros se crearon con un objetivo justo, pero nuestros diputados los usan para encubrir sus fechorías. No diría todos los legisladores, pero sí algunos y, pienso al respecto, en De Vido y, por qué no, en Menem, que, como todos saben, no está en cana porque lo protegen los fueros.

—Lo protegen los fueros y lo protegen sus compañeros peronistas que se niegan a retirarle los benditos fueros, entre otras cosas porque muchos de ellos fueron cómplices o se beneficiaron durante su gestión.

—La gestión del mejor presidente de la historia, como dijo con sincero entusiasmo el señor Néstor Kirchner- agrega Marcial.

—Yo ignoro muchos aspectos del derecho, pero un pajarito me contó que los fueros no se crearon para proteger a delincuentes, sino para garantizarles el uso de la palabra; fue después de esas consideraciones que llegaron los vivos y descubrieron que los fueros eran una excelente coartada, para asegurar la impunidad.

—Ustedes digan lo que quieran, pero De Vido es diputado y tiene sus derechos.

—José -dice Abel con un suspiro- acá no estamos en un tribunal sino en una mesa de café, por lo que no vamos a mandar en cana a nadie ni vamos a dejar libre a nadie. Dicho esto, te hago la siguiente pregunta: ¿Vos creés sinceramente que Julio de Vido es inocente?

—No me vengas cono esa pregunta sentimental y coqueta -responde José- lo que yo creo es que a De Vido como a cualquier mortal le corresponde la presunción de inocencia.

—Permitime que te contradiga -apunta Marcial- pero De Vido no es un mortal más, un ciudadano anónimo desprotegido; fue durante doce años el superministro de los K, el tipo que decidió acerca de los negocios limpios y, sobre todo, sucios de Ella y Él.

—Tenés razón, pero marche preso -corta José por lo sano- De Vido se protegerá con los fueros porque así lo señala la ley; si no te gusta lo que dice la ley, pedí que la cambien, pero mientras tanto esa ley seguirá vigente.

—Tan vigente -agrega Marcial- como la jurisdicción del juez Bonadio para seguir investigando a la que te dije.

—Pregunto yo -dice Abel- ¿a nadie le resultó sospechosa la muerte de Horacio Quiroga, el hombre que denunció con todas las letras a Báez? ¿A nadie le llama la atención que los críticos al gobierno K mueran en los baños?

—Yo admito -digo- que la muerte de Quiroga es sugestiva, pero en este caso me inclinaría a creer que el hombre sufrió una descompensación; por lo menos hasta que alguien me demuestre lo contrario, creo que no fue un crimen.

—Ojalá que tu credibilidad no se venga abajo -replica Abel.

—Hablando de credibilidad -se lamenta Abel- la credibilidad que a mí se me está viniendo abajo todos los días es la del Papa, el compañero Francisco, para designarlo como a él en el fondo le gusta.

—¿Y se puede saber por qué ahora los gorilas están enojados con el compañero Papa? -pregunta irónicamente José.

—Por todas estas cosas que vos sugerís -responde Abel- porque en lugar de ser el Papa de todos los católicos argentinos es el Papa de los peronistas o, para ser más preciso, el Papa de los K.

—¿Y se puede saber por qué pensás esas cosas de Su Santidad?

—Ahora es Su Santidad -exclama Marcial- hace unos años era el jefe de la oposición, el obispo gorila a las órdenes de Magnetto.

—Ustedes ahora no se quedan atrás para descalificarlo.

—Yo no lo descalifico, creo que lamentablemente este señor se descalifica solo -apunta Abel.

—¿Y se puede saber por qué decís semejante cosa?

—Yo creo que el anuncio de que va a recibir a Hebe Bonafini, la estafadora de Sueños Compartidos, la mujer que festejó la muerte de la pobre gente que estaba en las Torres Gemelas, la delirante que insultó a periodistas, calificó de basura judía a algunos dirigentes de la comunidad judía, se comportó como una racista del Ku Klux Klan contra trabajadores bolivianos, no puede, no debe, ser recibida por la máxima autoridad católica del mundo.

—Hebe Bonafini será lo que será, pero representa a las Madres de Plaza de Mayo.

—Más que representarlas, es la mujer que transformó a una institución honorable en una oficina corrupta del gobierno K.

—A mí lo que me llama la atención -se queja José- es lo ligero que son para criticar a un Papa argentino.

—Nosotros lo criticamos por lo que hace -digo- por la gente que protege, por sus amistades con perdularios y delincuentes como Guillermo Moreno o Milagro Sala, pero ni en nuestras críticas más encendidas nos dirigimos a él con los términos con los que se dirigieron ustedes cuando Bergoglio era el jefe de la oposición. Sin ir más lejos, y si la memoria no me engaña, tu querida Bonafini lo acusó al Papa de basura, asesino, entregador de sacerdotes y protector de pedófilos; y ahora como premio al compañero Francisco no se le ocurre nada mejor que tenderle alfombras y recibirla como una reina de la canción.

—Lo mismo hizo con la que te dije y sus amiguitos de la Cámpora -añade Marcial- todos estos tipos y tipas se llenaron la boca hablando en su contra, lo basurearon de lo lindo, y después a él no se le ocurrió nada mejor que abrirle de par en par las puertas del Vaticano, para que entren con camisetas de fútbol, pelotas y hasta con La Marchita…

-Para cometer esos excesos -observa Abel- no hubo problemas protocolares, pero para saludarlo a Macri como presidente electo por los argentinos sí. Para fotografiarse con la que te dije o con el Cuervo Larroque no tuvo problemas en salir sonriendo de oreja a oreja, pero con Macri salió con una cara de orto que daba miedo.

—No comparto -concluye José

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