De Parrili al compañero Trump

—Les llegó la hora de empezar a dar algunas explicaciones -exclama José que termina de leer el diario.

—No sé a lo que te referís -dice Marcial con cautela.

—Está en los diarios, viejo, todo está en los diarios, incluso en los diarios que vos leés y que son tan gorilas como vos.

—Explicate un poco mejor -le dice Abel.

—Lo de Gustavo Arribas… el muchacho está hasta las manos… cómo será de delicada su situación que hasta la Gorda Carrió lo denuncia para no perder el tren de denunciadora profesional.

—¿Y qué más hay? -pregunto.

—¿Cómo que qué más hay? ¿Qué te parece lo de los pinchazos a los teléfonos de los ciudadanos?; han puesto en funcionamiento una Gestapo y se hacen los distraídos.

—¿Vos te referís al “Pelotudogate”? -pregunta Abel.

—Llamalo como quieras -replica José-, están pinchando teléfonos como en los tiempos de la dictadura militar…

—Yo no me iría tan lejos -digo- si efectivamente se están pinchando teléfonos es porque se está haciendo exactamente lo que los kirchneristas hicieron durante diez años. Pinchar teléfonos y armar carpetas, tal como le dice la jefa al pelotudo que tiene de colaborador…

—Ese pelotudo -agrega Marcial- fue el informante de la privatización de YPF y después, muy suelto de cuerpo, fue el que promocionó la estatización de YPF.

—Peronismo de alta escuela -exclama Marcial- y si no miralo a Sergio Massa, chupándoles las medias a los colaboradores de Trump y al otro día sumándose a las manifestaciones en su contra.

—José -le digo- yo tengo una diferencia importante con vos, una diferencia que, según se mire, puede ser una ventaja…

—¿De qué diferencia hablás?

—Simple. Yo no tengo problemas en criticarlo al gobierno de Macri si se equivoca; algo que vos no hacés con el gobierno de la Señora, al que apoyás incondicionalmente.

—Yo no voy a ser tan diplomático -dice Abel-, pienso que hay que tener cara, pero cara de piedra, para asustarse por lo de Arribas, sobre el cual además hay que investigar un poco más, y no decir una palabra del caso Lava Jato, donde los señores De Vido y López están más sucios que una papa.

—Y en la misma línea -agrega Marcial- escandalizarse por la pinchadura de un teléfono que, dicho sea de paso, fue ordenado por un juez tal como lo prescribe la Constitución, cuando ustedes se la pasaron fisgoneando en la vida privada de los opositores…

—Stiuso… -dice José.

—Stiuso es un invento de ustedes, no jodan; y también Nisman fue un invento de ustedes…

—A mí lo que me llama la atención -retorna Marcial- es la facilidad que tiene la Señora para tratar de pelotudos a sus colaboradores, mientras la gilada se llena la boca con la palabra “compañero”; pero lo que más me llama la atención es la facilidad con que usa la palabra “matalo”…

—Es una metáfora -responde José.

—Ponele que sea una metáfora, una metáfora muy desagradable para quien se presenta como abanderada de los derechos humanos; pero dale, ponele que sea una metáfora… ahora bien… ¿qué habrá dicho “La que te dije” el día que se enteró de que Nisman la acusaba de traición a la patria y no disimulaba su intención de llegar al juicio político?

—No sé lo que habrá dicho -dice Marcial- pero sé lo que hizo.

—Para mí la pregunta no tiene respuesta -digo.

—Ustedes son muy hábiles para hacer preguntas capciosas y de mala leche -reprocha José-, y también son muy hábiles para borrar memorias y pedazos de historia.

—No sé a qué te referís.

—A lo de trasladar el feriado del 24 de Marzo.

—Yo no lo hubiera trasladado -replica Marcial-, lo hubiera anulado directamente. Este país es una joda… lleno de feriados; puedo admitir que haya algunos que crean que el 24 de Marzo es una fecha digna de recordar, pero para la inmensa mayoría de la gente el feriado es una excelente excusa para no laburar.

—No me sorprende que Marcial diga lo que dice -responde José- no sólo que los militares nunca lo molestaron demasiado, sino que pertenece a la clase de tipos que creen que los pobres son pobres porque no les gusta trabajar.

—Yo no voy a decir que todos los pobres lo son porque no les gusta trabajar, pero admitime que no son pocos los que -tal vez por atendibles razones educativas o porque se criaron en un ambiente lamentable- son incapaces de desarrollar una cultura del trabajo y, encima, los gobiernos populistas los alientan a vivir de arriba a través del clientelismo.

—Ustedes dicen que los peronistas somos incorregibles…; escuchándote a vos lo que digo es que los gorilas son los verdaderos incorregibles.

—Con mucha honra.

—¿Y qué me cuentan de Trump? -digo como para cambiar de conversación.

—Según Patota Moreno y el Morsa Fernández, es un aguerrido militante del peronismo -dice Abel.

—Más o menos, pero hay algo debo admitir -reflexiona José- y es que en todo caso debe tenerse en cuenta: Trump está donde está porque promete hacer cosas que el pueblo quiere.

—Y si un gobernante hace lo que el “pueblo” quiere -ironiza Marcial- es peronista.

—Yo no diría tanto -responde José- y además no me gustan algunas cosas que hace, pero habrá que prestarle atención.

—Vos sos de una delicadeza conmovedora -le digo a José-, decís que no te gustan algunas de las cosas que hace como, por ejemplo, levantar un muro para joder a los mexicanos, designar a funcionarios racistas y enemigos de la defensa del medio ambiente; con la mujeres es más machista que el dentista Barreda y, encima de todo, nos dejó sin la exportación de limones como para que nos quede claro lo que nos espera.

—Nosotros los peronistas -responde José- no pretendemos dar recetas a los pueblos del mundo, les dejamos ese privilegio a los zurdos y a los liberales; pero nos esforzamos por entender la esencia de nuestro ser nacional y respetamos lo que cada pueblo decide en su lugar. Trump en ese sentido parece ser la respuesta que se han dado los compañeros norteamericanos para atender su realidad nacional.

—Dios mío -exclama Marcial en voz baja.

—A mí no me sorprende que los peronistas simpaticen con Trump; el hombre reúne todos los requisitos para ser querido por los compañeros: es autoritario, prepotente, no cree en los controles institucionales, considera que los periodistas son enemigos, le gustan los gestos teatrales, tiene debilidad por la farándula y es multimillonario… es decir… sumá todos esos componentes y tenés un peronista perfecto.

—No comparto -concluye José.

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