De Atilio Borón a Estela Carlotto

—¿Leyeron o escucharon las declaraciones de Atilio Borón? -pregunto.

—¿Quién es Atilio Borón? -repregunta Abel.

—Un izquierdista argentino financiado por el gobierno de Venezuela -responde Marcial.

—También está financiado por el Conicet- observa José.

—¡Mirá qué lindo! -exclama Abel.

—Es un investigador respetado -desliza José.

—Por vos será respetado… -retruca Marcial.

—¿Pero qué fue lo que dijo? -pregunta Abel.

—Sencillito -digo- recomendó al gobierno de Venezuela que aplaste a la oposición, que saque al ejército a la calle y le meta bala.

—¿Algo así como un baño de sangre? -repregunta Abel.

—Algo así… y todo en nombre de la revolución y la lucha contra el imperialismo yanqui “enemigo y verdugo de los pueblos”.

—¿Así que para este señor Borón los yanquis son los verdugos y mientras tanto recomienda que el ejército salga a la calle a matar venezolanos?

—No son venezolanos -dice Marcial ironizando- son enemigos de la patria, agentes de una potencia extranjera.

—Algo parecido dijeron los militares en la Argentina para justificar su carnicería.

—Y vos José, ¿qué opinás? -pregunto.

—Yo quisiera conocer mejor los detalles y el contexto en el que Borón hizo esas declaraciones.

—Mirá qué delicado que sos. Realmente, un exquisito.

—¿Por qué me decís eso?

—¿Tenés alguna duda a esta altura del partido, que Borón pudo haber hecho una declaración de ese tipo?

—De lo que no tengo dudas -dice José- es que en Venezuela hay en marcha un plan golpista financiado por el imperialismo.

—Por lo tanto -dice Marcial- los sesenta muertos que ya llevan están bien muertos. Y por las dudas hay que matar a unos cuantos más, tal como recomienda el buenito de Borón.

—Yo no dije eso.

—No lo decís pero dejás la pelota picando en la puerta del arco -observa Abel.

—No le demos vuelta a la cosa -dice Marcial- el señor Borón recomienda al Ejército, que de hecho es el más poderoso cártel del narcotráfico en Venezuela, que ametralle a la gente. Ni Videla, ni Etchecolatz, ni Camps se hubieran animado a tanto.

—No es lo mismo.

—Lo que es lo mismo es la pulsión de matar a los que no piensan igual que vos.

—Confieso -digo- que a mí nunca me había quedado en claro qué era un fascista de izquierda.

—¿Y?

—Que ahora escuchando a Borón ya no tengo más dudas: el fascismo de izquierda existe y Borón es una de sus expresiones más visibles.

—Yo no andaría con tanto refinamiento -interviene Marcial- en mis pagos, a un tipo de esa calaña siempre lo consideraron un reverendo hijo de mil puta.

—Me gustaría saber -dice Abel- qué opina la señora de Carlotto sobre este tema.

—No creo que esté demasiado enterada -dice Marcial- porque esta buena señora por lo pronto está muy ocupada en liquidar a Macri, según sus últimas declaraciones con motivo de su visita a Tucumán, gobernada, como se sabe, por heroicos y legendarios líderes nacionales y populares.

—¿En serio dijo eso? -pregunta Abel.

—Como lo escuchaste -respondo.

—Apuesto doble contra sencillo -dice Marcial- que si Macri decidiera ponerle unos buenos mangos a ella, su familia y sus comadres, Macri se transformaría en el acto en un luchador abnegado y generoso.

—Lo que decís es injusto -dispara José.

—Capaz que sea inoportuno, pero no es injusto -digo- porque es lo que Carlotto dijo muy suelta de cuerpo… es decir, comparó a una dictadura militar con un gobierno elegido por el pueblo.

—Un gobierno que representa los mismos intereses económicos y a los mismos sectores de poder que representaron los militares -refuta José.

—Dios mío -murmura Marcial por lo bajo.

—Carlotto tiene toda la razón de mundo en quejarse y acusar -insiste José- además tiene autoridad moral para hacerlo.

—Y cuenta con la libertad para actuar -digo.

—¿Tiene que dar las gracias por eso?

—No pido que dé las gracias, pero está claro que en los tiempos de Videla estas declaraciones no las hubiera podido hacer.

—Que este gobierno en muchos aspectos se parece a Videla -dice José- lo demuestra el hecho de que Milagro Sala siga presa.

—Dios mío -continúa murmurando Marcial.

—Hay una cosa que te admito -dice Abel- es injusto que Milagros Sala esté presa.

—¿En serio lo decís?

—Muy en serio… es injusto que esté presa porque en realidad la que debería estar en cana hace rato es la Señora Cristina Elisabeth, porque si ella está libre, hasta Lázaro Báez es injusto que esté preso.

—¿Es que no se dan cuenta de que la oligarquía y el imperialismo la atacan a la compañera Cristina no por sus defectos, que los tiene como todo el mundo, sino por sus virtudes?

—La única virtud, la exclusiva habilidad que le reconozco a tu jefa, es la de haberse hecho multimillonaria. Lo demás es jarabe de pico. No se conoce en la historia argentina a un presidente que desde el poder haya acumulado semejante fortuna. A su lado, Roca, Victorino de la Plaza, Juárez Celman, son nenes de pecho.

—Si es así, la Juticia deberá probarlo.

—Seguramente -digo. -Pero las evidencias son contundentes. ¿O a alguien le queda alguna duda de que durante doce años nos gobernó una banda cuyo objetivo principal fue chorear a cuatro manos?

—A mí me quedan esas dudas -contesta José.

—Tipos como vos son un caso serio -pondera Abel- porque vos no apoyás a Cristina para hacerte millonario, la apoyás porque creés en ella. Y eso no lo entiendo. Porque no podés negar que no se trata de un gobierno que, como cualquier gobierno en el mundo, cuenta con un corrupto o aparece enchastrado en un episodio de corrupción… acá, con los Kirchner, los jefes de la banda, los recaudadores y saqueadores son Ella y Él.

—Puede que haya habido algún episodio de corrupción -admite José- pero eso no es lo fundamental.

—¿Y se puede saber qué es lo fundamental?

—Sencillo… el proyecto emancipador.

—No me hagás reír que tengo los labios paspados… con todo respeto, vos José sos el Balá de la política criolla -acusa Marcial- proyecto emancipador… dirigido por una cleptocracia… realmente hay que tener un gran sentido del humor para decir semejante cosa… ahora… lo de ustedes es patético… se movilizan en nombre de un proyecto emancipador cuando en realidad están apoyando a una corrupta a tiempo completo cuyos objetivos son seguir acumulando guita y no ir en cana.

—Nosotros creemos en Ella.

—Ustedes son como ese pueblo de Entre Ríos… no tienen cura. Hace cuarenta años Perón los trató de imbéciles, imberbes y estúpidos en la Plaza de Mayo. Y seguramente algo de razón tenía porque mientras los insultaba y le hacía un guiño a López Rega para que los asesine, ustedes cantaban “la vida por Perón”. Cuatro décadas después se enganchan con una versión más degradada y corrupta que lo que expresó Perón y otra vez creen estar luchando contra la oligarquía, cuando en realidad son forros de una banda de ladrones y saqueadores.

—No comparto -concluye José.

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