Li Po

Poemas de Li Po, poeta chino de la dinastía Tang. Li Po junto con Tu Fu fueron los grandes poetas de la dinastía considerada la más ilustre del milenario imperio. Vivió entre los años 701 y 762. Perteneciente a una familia noble, fue cortesano y amigo del emperador durante algunos años, pero en algún momento mandó todo a la mierda y se dedicó a viajar, a escribir y a vivir como poeta. El vino es una de sus fuentes inspiradoras preferidas. El vino y la luna. La leyenda cuenta que se ahogó una noche cuando con unas copas de más se tiró del bote para atrapar la luna que se reflejaba en el lago     
 
 
BEBIENDO SOLO A LA LUZ DE LA LUNA

Entre las flores, un tazón de vino
bebo solo, ningún amigo está cerca.
Levanto mi copa, invito a la luna
y a mi sombra, y ahora somos tres.
Mas la luna nada sabe de bebidas
y mi sombra se limita a imitarme,
pero así y todo, luna y sombra serán mi compañía.
La primavera es época propicia para el goce.
Canto y la luna prolonga su presencia,
bailo y mi sombra se enreda.
Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado
jurando encontrarnos en el río de plata de los cielos.

 

                         POEMA

Gracias al sol florecen los perales y duraznos,
¡qué lujo y seducción esparcen sus bellas flores!
El viento del Este acaricia todas las cosas,
y árboles, y hierbas parecen querer hablar.
Las ramas desnudas se visten de follaje
y la fuente seca reemprende su curso.
La fuerza suprema hace girar el cielo y la tierra,
el tiempo jamás deja su látigo en reposo…
Hasta el oro y la piedra se convertirán en polvo,
nada se perpetúa bajo el viento y la helada.
En el temor de morir, después que el sol y la luna se pongan,
propongámonos estar contentos, bebamos y cantemos.
El hielo del otoño atacará de pronto sin piedad los débiles sauces y las cañas.

 
 
                                                          EL VINO

Si al cielo no le gustase el vino,

no habría en el cielo la estrella del vino.

Si a la tierra no le gustase el vino,

no habría en la tierra fuentes de vino.

Puesto que al cielo y a la tierra les gusta el vino,

amarlo no debe avergonzarnos.

Se dice que el candor iguala a la sabiduría,

se dice que el candor iguala a la sabiduría,

se dice que son iguales el sabio y el rústico.

¿Para qué buscar entonces a los espíritus inmortales?

Después de tres copas descubrimos la virtud total,

después de un litro, retornamos a la amable naturaleza.

Mas ¡ay!, la perfección que alcanzamos ebrios,

                                                            desaparece a nuestro despertar.
 
 

El que vive es un viajero en tránsito,

el que muere es un hombre que vuelve a su morada.

Un trayecto muy breve entre el cielo y la tierra,

¡Ahimé!, y ya no somos más

que el viejo polvo de los diez mil siglos.

El conejo en la luna busca en vano

el elíxir de la vida.

Fu Sang, el árbol de la inmortalidad, se ha desmoronado

en un montón de leña.

El hombre muere; sus blancos huesos enmudecen

cuando los verdes pinos sienten el retorno de la primavera.

Miro hacia atrás y suspiro; miro hacia delante y suspiro.

¿Hay algo sólido en la vaporosa gloria de la vida?

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