Entre las flores, un tazón de vino
bebo solo, ningún amigo está cerca.
Levanto mi copa, invito a la luna
y a mi sombra, y ahora somos tres.
Mas la luna nada sabe de bebidas
y mi sombra se limita a imitarme,
pero así y todo, luna y sombra serán mi compañía.
La primavera es época propicia para el goce.
Canto y la luna prolonga su presencia,
bailo y mi sombra se enreda.
Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,
cuando me embriago, cada uno marcha por su lado
jurando encontrarnos en el río de plata de los cielos.
POEMA
Gracias al sol florecen los perales y duraznos,
¡qué lujo y seducción esparcen sus bellas flores!
El viento del Este acaricia todas las cosas,
y árboles, y hierbas parecen querer hablar.
Las ramas desnudas se visten de follaje
y la fuente seca reemprende su curso.
La fuerza suprema hace girar el cielo y la tierra,
el tiempo jamás deja su látigo en reposo…
Hasta el oro y la piedra se convertirán en polvo,
nada se perpetúa bajo el viento y la helada.
En el temor de morir, después que el sol y la luna se pongan,
propongámonos estar contentos, bebamos y cantemos.
El hielo del otoño atacará de pronto sin piedad los débiles sauces y las cañas.
Si al cielo no le gustase el vino,
no habría en el cielo la estrella del vino.
Si a la tierra no le gustase el vino,
no habría en la tierra fuentes de vino.
Puesto que al cielo y a la tierra les gusta el vino,
amarlo no debe avergonzarnos.
Se dice que el candor iguala a la sabiduría,
se dice que el candor iguala a la sabiduría,
se dice que son iguales el sabio y el rústico.
¿Para qué buscar entonces a los espíritus inmortales?
Después de tres copas descubrimos la virtud total,
después de un litro, retornamos a la amable naturaleza.
Mas ¡ay!, la perfección que alcanzamos ebrios,