Box y literatura

 
Una amiga muy progresista y muy macanuda me decía que no terminaba de entender cómo a un tipo como Julio Cortázar, tan inteligente, tan sensible, tan delicado en definitiva, le podía gustar el boxeo. Le dije que una explicación machista a esa contradicción podía ser la de considerar que el boxeo es cosa de hombres, como lo son  las corridas de toros y las riñas de gallos. Pero como con ese argumento no la iba a convencer, intenté explicarle que el boxeo también incluye una estética e incluso una ética, razón por la cual escritores como Norman Mailer, Ernest Hemingway, Ring Lardner, Bud Schulberg , F.X. Toole, escribieron sobre el box y no solo escribieron sino que no se perdían peleas y eran devotos de Marciano, Joe Louis, Dempsey, Clay, Paterson, Archie Moore, Locche, Leonard, Tyson, el Negro Monzón  y unos cuantos más.
De todos modos, algunas mujeres se acercaron al boxeo. La escritora Joyce Carol Oates escribe:
 
El boxeo es para hombres, es de hombres y es hombres. Una celebración de la religión perdida de la masculinidad, tanto más mordaz por haberse perdido.  
 
Al box Cortázar lo aprendió a disfrutar con su profesor de Pedagogía en el Mariano Acosta, Jacinto Cúcaro, a quien le dedica el relato «Torito», que se inicia con estas palabras:
 
Qué le vas a hacer, Ñato, cuando estás abajo todos te fajan. Todos, che, hasta el más maula. Te sacuden contra las sogas, te encajan la biaba…
 
F. X. Toole lo define con palabras certeras:
 
No hay magia en las peleas callejeras. Pueden ser mortíferas si un tipo es más grande y fuerte que el otro. Pero el boxeo está concebido para ser mortífero, para poner peligrosamente a prueba la voluntad viril de los adversarios, para ver quién manda, quién masacra y controla el territorio mágico de un cuadrilátero de lona encantada.
 
Cortázar amaba el boxeo como amaba el jazz. Él mismo dijo que el sueño del pibe lo cumplió cuando en 1973 la revista El Gráfico lo contrató como comentarista de la pelea celebrada en el Luna Park entre Miguel Ángel Castellini y Doc Holliday.
Para explicar las diferencias entre el cuento y la novela, decía: La novela gana por puntos, el cuento necesariamente tiene que ganar por nocaut.
 
Uno de los célebres relatos de Cortázar es precisamente «La noche de Mantequilla Nápoles», pelea librada en 1974 en una carpa levantada en las afueras de París por orden de Alain Delon, amigo de Monzón y que veinte años después viajará hasta Santa Fe para visitarlo en el penal de Las Flores donde cumplía una condena por haber matado a su esposa, Alicia Muñiz.
La noche de Mantequilla Nápoles es un cuento perfecto, un ejemplo para que Piglia se luciera con su hipótesis de que todo cuento que merezca ese nombre en realidad narra dos historias, una variación de la teoría del iceberg de Papa Hemingway. Pero dejando de lado los refinamientos de las teorías literarias, cito el momento en que el gangster argentino que está en la platea sin saber que esa va a ser su ultima noche, lo ve actuar a Monzón en el quinto round:
 
«Monzón contra las cuerdas; un sauce cimbreando; un uno-dos de látigo, el clinch fulminante para salir de las cuerdas…Monzón entraba y salía aprovechando una velocidad que a partir de ese momento distanciaba más y más la de Mantequlla, cansado, tocado, batiéndose con todo frente al sauce de largos brazos que otra vez se hamacaba en las sogas para volver a entrar arriba y abajo, seco y preciso».
 
Monzón es un caso aparte. Rápido, limpio, certero, elegante. Según los entendidos, uno de los pocos boxeadores con talento para retroceder y seguir pegando. Según su técnico, Brusa, el verdadero «Intocable» es Carlos. Me consta. Estuve con él pocos días antes de su muerte y su cara estaba intacta. 
 
 
 
Para Norma Mailer todo era mas sencillo y trágico. Dice del momento en que Clay enfrenta a Liston: 
 
Es muy intenso el momento en que un hombre ve brillar en los ojos de otro hombre ese inequívoco instinto de muerte.
 
Dice en otro párrafo: 
 
No puedes bailar despacio si no te acercas a la mujer. 
 
Agrega luego: 
 
Nunca bajes los brazos; no mantengas la barbilla arriba o te eches hacia atrás cuando tratas de evitar un golpe; no dejes que tu oponente te arrincone en una esquina».
 
De los pesos pesados dice:
 
Son los más lunáticos de todos los boxeadores. Es muy probable que en efecto lo sean. Es que son como el pulgar de Dios.
 
Es que como decía Tex Cobb de su rival:
 
Pega tan duro que te puede golpear en el cuello y romperte un tobillo.
 
O Tyson, que era muchas cosas menos escritor: 
 
Todo el mundo tiene un plan hasta que te ensartan el primer puñete en la cara.
 
Y en tren de confidencias Larry Holmes confiesa.
 
Es duro ser negro ¿Has sido negro alguna vez? Yo fui negro cuando era pobre.
 
Y hablando de negros, esta anécdota que a Chandler le hubiera gustado escribirla.
 
Frazier, se encuentra en la calle con Norton, su rival.
-Hola Ken, ¿qué has estado haciendo todo este tiempo?
-Poco y nada, Frazier, me casé y tuve un hijo.
-Pero qué bien…felicidades…y a propósito, ¿quién es el padre?     
 
¿Y qué le quisieron decir a Paterson cuando le dijeron?
 
Tienes tres cosas en contra: eres negro, eres zurdo y eres muy bueno.
 
Pero la mejor confesión es la de Ringo Bonavena:
 
Es todo muy lindo. Te dicen, meté la mano derecha, caminalo, metele un  jab, matalo y todo lo que quieras. Pero cuando suena la campana te dejan solo…ni el banquillo te dejan
 
Jerry Boyrd, alias F.K. Toole, cuyos relatos fueron llevados al cine por Clint Eastwood, le hace decir a su personaje, un cut man: 
 
Corto hemorragias y curo cortes. Lo hago entre asalto y asalto para que los boxeadores  puedan seguir peleando. Soy un cut man. La sangre arruina a algunos chicos. Ese fue el caso de Sony Liston, que en paz descanse. Pese a lo bueno que era, cuando veía su propia sangre se desmoronaba. No soy yo quien decide cuando se para un combate. Y tampoco suturo los cortes una vez finalizada la pelea. Y no es mi trabajo hospitalizar a un muchacho por lesiones cerebrales. Mi trabajo consiste en cortar hemorragias para que el boxeador vea lo suficiente para seguir peleando. Eso es lo que hago. Hago solo esa minucia y valgo hasta el último centavo que me pagan. Detengo la hemorragia y salvo la pelea. Y el muchacho me quiere más que a su propio padre.
 
El boxeo es un juego de medios pasos y milímetros y pueden practicarlo tanto jóvenes como mayores. Los aficionados creen que boxear consiste en ser duro. Para nosotros, este deporte consiste en ganarse el respeto.
 
Boxear es un acto antinatural. Entiende lo que te digo. En el boxeo todo va al revés de la vida. Si querés desplazarte a la izquierda no das un paso hacia la izquierda, sino que te impulsas con la punta del pie derecho. En lugar de escapar del dolor, que es la reacción natural en la vida, en el boxeo vas a su encuentro. De modo que una vez que hayas decidido ser boxear tienes que saber cómo boxear, porque por muy duro que seas. amigo mío, estos tipos de pollas grande te dejarán fuera de combate. 
 
La magia del ring es distinta de la del teatro, porque el telón nunca cae. La sangre en el ring es de verdad, así como las narices y los corazones rotos, que a veces se rompen para siempre.  El boxeo es la magia de los hombres en combate, la magia de la voluntad, la habilidad y el dolor. Y de arriesgarlo todo para poder respetarte a ti mismo durante el resto de tu vida. Se parece a escribir.        

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