Euforia en el bar después de la victoria de Argentina contra Nigeria. Abrazos, alegría, incluso algunas lágrimas. La sorprendente maravilla del fútbol uniendo a los argentinos, una de las sustancias más difíciles de unir en el mundo.
-Ahora… -digo en una pausa de los festejos- cómo nos hace sufrir este seleccionado… nunca un 2 a 0 un 4 a 1… no, un 2 a 1 con un gol hecho casi al final de partido y después que no nos cobraran un penal en contra hecho por el mismo jugador que hizo el gol… pero qué manera de sufrir… y a plenitud, porque mientras jugábamos con Nigeria había que estar atento al partido de Islandia con Croacia…
-Sufriendo o no -dice José- ganamos, y ahora con Francia me tengo toda la confianza del mundo…
-La confianza de los argentinos -pondera el cura Ramón- ayer estábamos destrozados y ahora nos queremos atropellar a todos.
-Yo me voy a permitir ser pesimista dice -Marcial.
-Como buen gorila -susurra José.
-Sí, voy a ser pesimista porque creo que ganamos entre los indios y el equipo sigue teniendo algunos de los vicios que hasta antes de la victoria de ayer todos le reconocían… pero este país es así… hoy en el Infierno y al otro día en el Paraíso.
-El Infierno y el Paraíso son lugares en los que se exige algo más que ganar un partido de fútbol para entrar -observa el cura Ramón.
-No me diga cura que no elevó alguna oración para que el Espíritu Santo lo ilumine a Messi.
-El Espíritu Santo no necesita de mis oraciones para intervenir y, además, me sospecho que incluso a mi pesar, está ocupado en cosas un poquito más importantes que un partido de fútbol.
-No se haga el objetivo cura, no me diga que no festejó el gol de Rojo.
-Festejé los dos goles, el de Messi y el de Rojo… estábamos con algunos amigos del barrio en la casa parroquial y cuando terminó el partido salimos a festejar a la calle.
-Un pajarito me contó -digo- que estuvo a punto de hacer sonar las campañas de la iglesia.
El cura Ramón se ríe y no contesta, pero Quito asegura que efectivamente Ramón estuvo tentado en algún momento por subir al campanario, pero no lo hizo.
Una semana movidita
-Al gobierno le conviene esta victoria -dice José algo apesadumbrado.
-Eso que decís, perdoname, es una gilada -le digo- porque suponer que los argentinos van a apoyar o criticar a un gobierno porque la Selección salga campeona del mundo, es una falta de resto a la propia gente.
-Mirá que el fútbol es muy popular.
-Siempre fue muy popular. Pero prestá atención: en 1978, se ganó el campeonato del mundo y mirá cómo terminaron los milicos; en 1986 volvimos a salir campeones y los jugadores lo fueron a saludar a Alfonsín, cosa que corresponde, pero la suerte política de Alfonsín no dependió de un mundial de fútbol… y si no mirá cómo le fue al año siguiente.
-Lo que sí creo, es que después habrá que conversar sobre la conducción de la AFA y sobre los contratos con los técnicos digo.
-Una cosa que estamos aprendiendo -observa Marcial- es que los directores técnicos pueden llegar a ser prescindibles, un aprendizaje que a todos les vendría muy bien.
-¿Podés explicarte un poco mejor?
-La Argentina de hecho está jugando sin técnico. Los que deciden son los jugadores capitaneados por Messi; según lo que leí, ellos definieron la estrategia de juego en el partido con Nigeria; ellos dijeron quiénes debían jugar y quiénes debían quedarse en el banco… lo que me parece bien y razonable…
-Yo creo que los directores técnicos son necesarios, aunque también creo que es una profesión un tanto sobrevalorada… no puede ser que un técnico, por ejemplo, gane más que un jugador. Como decía Dante Panzeri, el jugador más modesto del plantel sabe y tiene más autoridad que el técnico más calificado.
-Qué semana de locos -comenta el cura Ramón- se inició con una huelga general y siguió al otro día con este partido de fútbol y, como decía la propagadora de mi pueblo: hay más funciones.
-La jodita -dice Marcial- es que esa función le salió al país 28.000 millones de pesos… es decir, quemamos 28.000 palos en la hoguera de las vanidades populistas. Y los quemamos para que los burócratas decidan sus internas, para que se empujen entre ellos para ver quién posa de más combativo, para ver como continúan atornillados a los sillones y sobre todo para ver como construyen para tirar abajo este gobierno.
-Eso que decís corre por tu cuenta -responde José.
-¿Por mi cuenta? Por cuenta de tu amigo el Pollo Sobrero dirás, el tipo que sin pelos en la lengua convocó a tirar abajo el gobierno, una convocatoria que me recuerda a la de los militares.
-Sobrero pidió disculpas -defiende José.
-Y yo no le creo -dice Marcial- pidió disculpas porque lo presionaron y no le conviene quedar como golpista, pero el tipo dijo lo que pensaba. Él quiere tirar abajo a este gobierno y en su discurso del otro día lo expresó muy clarito, pero además fue un razonamiento perfecto… eso no fue el error de una palabra de más o de menos… lo que dijo el tal Pollo es lo que piensa y cree, y lo que piensan y creen los que lo escuchaban, que aplaudieron rabiosos festejando sus palabras… faltaba la marchita de Curupaity y la proclama golpista completa.
-Lo que yo pregunto es si un dirigente como Sobrero puede arreglar lo que dijo con una sencilla disculpa digo.
-Le alcanza y le sobra -dice Marcial- para este país de locos, gobernado por una fuerza política calificada de derecha pero que no reprime a nadie. Sobrero convoca a un golpe de Estado, porque proclamar tirar abajo a un gobierno desde un acto callejero es un golpe de Estado y no pasa nada, no hay leyes que le hagan nada y si las hay los fiscales y los jueces no intervienen porque no es políticamente correcto intervenir.
-Cura: ¿usted cree que Sobrero se arrepintió?
-Sinceramente no lo sé: el arrepentimiento es uno de los actos más importantes del cristianismo, al punto de que no hay cristianismo sin arrepentimiento.
-¿Y Sobrero entonces se arrepintió porque pidió disculpas?
-Está bien que haya pedido disculpas, pero las disculpas no son lo mismo que el arrepentimiento. Sobrero manifestó preocupación por las consecuencias de sus actos pero el arrepentimiento es otra cosa; es una transformación íntima y me da la impresión que esa transformación a Sobrero no lo alcanza…
-Bueno, bueno -digo- no arruinemos esta mañana con temas que podemos seguir hablándolos todo el año… propongo que el sábado nos juntemos en algún lugar para ver el partido con Francia.
-Yo ofrezco mi quinta de Sauce Viejo para el asado.
-¿Y se puede saber quién se va a encargar del asado? -pregunta el cura Ramón.
-Hay un señor al que yo le doy las instrucciones para que compre la carne, las ensaladas, prepara el asado y nos sirva.
-Lo que es ser rico -comenta José- poner a un peón para hacer una asado, cuando muy bien lo podemos hacer nosotros.
-Vos nunca vas a entender nada José -replica Marcial- y pareciera que siempre te equivocás en lo mismo: creés defender a los trabajadores y hacés exactamente lo contrario.
-¿Por qué?
-Porque el asador que voy a convocar estará agradecido conmigo porque se va a ir con mil pesos por prestar ese servicio. Si ese tipo se enterara que vos querés hacer el asado en su lugar pensaría que sos un hijo de mala madre que le está impidiendo ganar mil pesos que le hacen mucha falta….no hay caso José, como buen peronista retórica igualitarista, pero a la hora de los bifes siempre en contra de los intereses reales de los trabajadores.
-No comparto -concluye José.