Haiku

La oscuridad de la noche/ el rumor de la lluvia/ y esa ventana con la luz encendida.

 

Habla por telefono con alguien/ cuenta una  triste historia  de amor/ en el bar/ todos la escuchamos.

 

Siestas de otoño/ el café de la esquina/ y esa mesa que espera.

 

Qué soledad la de ese hombre/ bajo la lluvia/este domingo de invierno.

 

Agobiado de recuerdos/ y la luz del farol/ en el charco de la esquina.

 

Pasos perdidos/ sombras oscilantes/ en la noche inmensa.

 

La línea del horizonte/ más allá la luz/ más acá las sombras.

 

Nubes grises/ acechanzas de otoño/ en esta tarde de julio.

 

La mujer en el bar/ que mira caer la lluivia/ y no se anima a llorar.

 

Un puerta que se cierra/ ruidos de pasos/ más acá el silencio.

 

La luz del espejo/ y ese cono de sombra/ que se parece a mi rostro.

 

La recuerdo/ como esa brisa/ que acaricia el follaje de los sauces.

 

La taza de café/ el cigarrillo/ y la certeza de que estoy en peligro.

 

El frío, la garúa/ y el ruido de mis pasos/ en la calle desierta.

 

El instante en que/ la tarde presiente/ la llegada de la noche.

 

Sé que murió como un hombre/estaba solo, lúcido/ y atravesado por el dolor.

 

Domingo a la tarde/el sonido del teléfono/ y esa cama que continúa destendida.

 

Esa  leve oscilación/ ese vacío o ese abismo/ entre lo que decimos y lo que somos.

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