-Aníbal «Morsa» Fernández procesado por el temita de “Fútbol para todos”, -comento.
—Aníbal Fernández y algunos amiguitos más -completa Marcial- porque lo que hay que entender de una buena vez por todas, es que los saqueos al Estado no los hace un Llanero Solitario sino una banda, una banda con poder y, en este caso, una banda kirchnerista.
—Ya te fuiste de boca -exclama José- ya estás acusando sin fundamentos, sin prueba y sin esperar el fallo de la Justicia.
—Está bien perdóname -responde Marcial- El Morsa es un angelito que no merece que se diga o se piense esas cosas de él. También son angelitos De Vido, Boudou, Jaime, el compañero Lázaro.
—No te queda bien hacerte el irónico -retruca José- el compañero Fernández no es un angelito ni pretende serlo, pero no es un delincuente y mucho menos un corrupto.
—Tampoco Al Capone lo era -agrego- porque para la sagrada Justicia de Chicago apenas alcanzó a ser un pacífico y candoroso evasor de impuestos.
—Si ustedes me permiten -dice el cura Ramón con tono manso- voy a decir algo… de Aníbal Fernández nunca tuve buenas referencias; hermanos míos de la provincia de Buenos Aires me dijeron cosas muy graves de él, pero en todos los casos, incluso en los que a nuestros ojos se presentan como evidentes, siempre es la Justicia la que tiene la última palabra.
—La Justicia tendrá la última palabra -exclama Marcial- pero nosotros tenemos derecho a disponer de la primera y capaz que de la segunda también, sobre todo con malandras de este calibre.
—Usted cura -digo- más que dar explicaciones sobre el Morsa, debería dar explicaciones por el comportamiento del compañero Papa.
—Perdoname querido, pero yo no tengo que dar ninguna explicación por lo que dice y hace Su Santidad.
—Usted cree que lo que hace es perfecto.
—No sé si perfecto, pero está dentro de la letra del Evangelio y aquello que todos los cristianos compartimos: la opción preferencial por los pobres.
—Opción preferencial por los pobres -dice Marcial- pero el compañero Papa lo que hace es una opción preferencial por La Cámpora, por Hebe de Bonafini, por Cristina cuando no, por Moyano.
—Es una interpretación -responde el cura Ramón y sonríe- pero yo que nunca fui peronista ni lo voy a ser, te digo que en esta Argentina de hoy hay un insólito recrudecimiento del gorilismo.
—Lo que hay -digo- es un crecimiento de la intolerancia, un crecimiento de lo que se llama con cierta impropiedad “La grieta”, pero también lo que hay es un peronismo que a través de los Moyano o los De Vido muestra su peor rostro.
—El peor rostro que la Iglesia católica bendice, le facilita misas, le otorga perdones y bendiciones y a sus principales exponentes los recibe con bombos y platillos en la Unidad Básica de Santa Marta.
—El peor rostro de la Argentina -dice el cura- es la pobreza, la miseria… establezcamos prioridades por favor.
—Si sus amigos peronistas no hubieran robado como robaron, esa pobreza que a ustedes les molesta tanto estaría muy reducida -dice Marcial.
—Es probable -responde el cura- pero no estoy tan seguro… y no lo estoy porque la pobreza estructural es como el pecado, por lo que no se combate sin decisiones profundas que sacudan la resignación, la inercia a convivir con el mal.
—Y lo que los hechos demuestran -observa José- es que el único que se preocupa por los pobres en esta Argentina es el peronismo.
—El peronismo se ocupa de los pobres -refuto- para hacer negocios, para enriquecerse… alguna vez habrá que escribir sobre los negocios que se hacen en nombre de la pobreza, negocios que producen ganancias consagrando a los pobres a la pobreza eterna, porque pareciera que la única eternidad (usando una palabra que al cura Ramón le gusta) garantizada en este valle de lágrimas, es la de la pobreza; generaciones de pobres que se reproducen sin pausa.
—Acepto que se hable de los pobres y de la distribución de la riqueza -admite Marcial- pero lo que nunca escucho ni en esta mesa ni en la mesa de los políticos “sensibles” es alguna reflexión acerca de cómo se van a generar los recursos que se quieren distribuir, porque, que yo sepa, la riqueza no se genera espontáneamente.
—Problema de los burgueses -responde José.
—No -contesto- es un problema de todos. El capitalismo será injusto en muchos aspectos, pero admitamos que hasta la fecha no se conoce otro sistema que genere recursos en la escala que lo genera… lo que se intentó proponer como alternativa, pensemos en el comunismo, fracasó en toda la línea.
—A lo que hay que agregar -dice Marcial- que en una evaluación temporalmente más amplia, el único sistema que en términos prácticos asegura la movilidad social ascendente es el capitalismo.
—Me voy a permitir poner un palito en la rueda de este capitalismo que parece ser tan pujante -dice el cura Ramón- en primer lugar, no hay un solo capitalismo hay varios, algunos más justos y otros más salvajes, algunos con mayor participación del Estado otros con mayor protagonismo del mercado…
—El capitalismo es un modo de producción -digo- no creo que su preocupación sea resolver la pobreza, porque su preocupación es la maximización de la ganancia.
—No estoy tan seguro de que sea así -dice Marcial- pero convengamos que no hay capitalismo sin ganancia, pero un capitalismo que funcione añade a la ganancia empleo, salarios, prosperidad.
—Yo lo que quiero decir -interviene el cura- es que el capitalismo tiene su propia lógica, lógica que da algunas satisfacciones pero también promueve algunas desgracias… pues bien, ese costado oscuro, explotador y pecador del capitalismo debe ser atendido…
—¿Por el Estado o por la Iglesia? -pregunta José con cierto tono pícaro.
—Mirá… no te hagás el vivo conmigo -responde el cura- si querés una respuesta que te deje contento te respondo que lo debería controlar el pueblo, aunque hay otras respuestas, pero de lo que sí estoy seguro es de que hay que controlarlo.
—Controlarlo, no asociarlo -dice Marcial- porque entonces sería como matar a la gallina de los huevos de oro.
—El tema siempre es un poquito más complejo -dice el cura- porque lo que la experiencia enseña es que si los pobres no patalean, es decir, si no luchan espontáneamente los ricos no abren la mano…
—Esa es una versión anacrónica -acusa Marcial.
—Anacrónica para vos porque te conviene -responde el cura- si el capitalismo quiere ser social necesita de pobres decididos a movilizarse, como pobres mansos habrá sociedades sometidas.
—Puede ser -digo- pero no hay que perder de vista a aquellos que en nombre de los pobres los manipulan con fines políticos e incluso trabajan con esmero para que nunca dejen de ser pobres porque les conviene que sean pobres, dependientes y sumisos.
—Digan lo que digan -acota Marcial- se sale de la pobreza trabajando, no mendigando planes sociales; se sale de la pobreza con emprendimientos, con iniciativas, pero insisto con el hábito de trabajar, solución exactamente inversa a la que proponen nuestros amigos populistas con José a la cabeza.
—No comparto -concluye José.