I
Entenderlo de una buena vez: estar en el G20 significa ni más ni menos que estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado o, para decirlo con otros términos, acudir a la cita que la historia nos ofrece a los argentinos, sabiendo de antemano que estas oportunidades se presentan una sola vez y quien las deja pasar paga el precio de todos los que no supieron entender las borrascas de la historia.
II
La fotografía de una semana que nos define. Los deplorables sucesos de la cancha de River y los impecables trajines de la semana siguiente recibiendo a los mandatarios del G20, ponen en evidencia los contrastes entre aquella Argentina lumpen, violenta, anómica que se resiste a morir, y la Argentina del trabajo y la inteligencia que se propone ingresar al siglo XXI.
III
Me parece bien que se sancionen leyes más duras contra los barras bravas o a favor de la policía, pero siempre tengamos presente que el problema decisivo no son las leyes sino la voluntad o la falta de voluntad para aplicar las que existen.
IV
Un anónimo y modesto funcionario de aeropuerto de España decide no dejar entrar al país al barra brava Maxi Mazzaro. En un minuto un empleado público decide lo que en la Argentina les cuesta una enormidad decidir a comisarios, jueces, fiscales, cámaras judiciales. Del primer al tercer mundo.
V
Marcelo Firpo, el lumpen detenido por apedrear al ómnibus de Boca, nos da algunas lecciones. No es morocho: es rubio y de ojos azules. Tampoco es barra brava, es “hincha”. Al respecto, creo que es más fácil explicar el Espíritu Santo que la diferencia entre barra brava e hincha. El periodista Gustavo Grabia define muy bien a la hinchada: proto barrabrava. Para cometer salvajadas no hace falta ser barrabrava, alcanza y sobra con ser hincha.
VI
Las disposiciones autorizando a la policía a disparar, darán lugar a debates y está bien que así sea porque en democracia todos merece debatirse. ¿Qué pienso? Por lo pronto, que a las libertades, como todo derecho, hay que merecerlas. Y cuando esto no ocurre el sistema inevitablemente se endurece. Recomiendo “Ensayo de orquesta” de Fellini.
VII
No hay convivencia social sin orden. Cuando las sociedades evolucionan se amplían las libertades y disminuyen los roles represivos; pero cuando las libertades degeneran en desbordes, la propia sociedad reclama reducir las garantías. Las lecciones de la historia en el siglo XX son elocuentes.
VIII
Lilita Carrió dice que se acordarán de ella cuando maten a alguien por el color de la piel o el pelo largo. Ojalá que eso no ocurra, pero de todos modos, antes que esos muertos futuros hay que acordarse de los muertos presentes, de la pobre gente asesinada para robarle dos pesos.
IX
Puede que haya un riesgo, como dice Carrió, que un policía mate a un joven por el color de la piel, pero hoy el riesgo real es que los que están matando son los delincuentes. Y matan por nada, a veces por el placer de matar. ¿Qué le decimos al padre, a la madre o al hijo de esos muertos?
X
Hoy, en la calle, el poder real de decidir sobre la vida o la muerte la tiene el delincuente. Dependemos del azar para no ser muertos. Luchar contra el crimen es luchar contra el fascismo de gatillo, el poder del asesino. No es una lucha agradable, pero hay que darla. Nos va la vida.
XI
Comparto que se respalde la labor de la policía, pero no olvidar que esa policía, con los matices del caso, fue tan corrupta que en algún momento las principales actividades delictivas de la provincia de Buenos Aires estaban controladas por “la mejor policía del mundo”. Cuidado. Solo hay algo peor que los delincuentes en la calle y es la policía corrupta.
XII
En materia de seguridad la prioridad es proteger a las personas honestas víctimas de los criminales. Hay otros temas, pero la prioridad son las víctimas y las víctimas son las que provocan los criminales. Todo lo que se haga debe atender esa prioridad, incluido el riesgo de equivocarse.
XIII
Al fascismo del gatillo de los delincuentes se lo combate con una policía con la pistola en la mano derecha y la ley en la mano izquierda. Insisto: nunca olvidemos que solo hay una cosa peor que la delincuencia y es una policía delincuente. Queremos policías, no escuadrones de la muerte.
XIV
Entiendo las prevenciones. Darle poder a esta policía es un riesgo, pero es un riesgo que se debe asumir para conjurar un riesgo mayor: el de una sociedad indefensa ante el crimen y empujada a la tentación de hacer justicia por mano propia. Prefiero la mano justa de Patricia Bullrich a los futuros escuadrones de la muerte.
XV
Todos tenemos prevenciones con una policía que se ganó la fama de manejar todas las ramas del delito. Decir que toda la policía es corrupta no es cierto, pero ignorar la corrupción es un error. Habrá que hacer las dos cosas: bala a los delincuentes y severos controles a la cana.
XVI
Una opinión desde la calle: si los delincuentes saben que salir a robar o a matar no representa ningún riesgo, saldrán a hacerlo cada vez con más frecuencia. ¿Es tan difícil entenderlo? ¿Los garantistas se preguntaron por qué la policía está armada? ¿O suponen que lo hacen porque queda lindo?
XVII
Alguna vez en Inglaterra policías y ladrones acordaron no usar armas de fuego. No duró mucho, pero mientras duró valió la pena. Comprenderán que en Argentina esta propuesta es inviable. Además, si los bandidos no amenazaran de muerte y cumplieran los pactos dejarían de ser bandidos.
XVIII
Los escuadrones de la muerte no llegarán como consecuencia de la disposición de Patricia Bullrich; los escuadrones de la muerte van a llegar si desde la ley no se hace nada. Hay que hacerse cargo, señores, de que todo Estado de derecho ejerce el monopolio LEGÍTIMO de la violencia.
XIX
La disposición de Patricia Bullrich no alienta escuadrones de la muerte. O la policía dispone de más capacidad para actuar o los delincuentes practican el fascismo del gatillo con total impunidad. A la ola de criminales no la detenemos con una policía impotente o maniatada.
XX
Confundir a Patricia Bullrich con Jair Bolsonaro es como confundir a Churchill con Hitler o a Illia con Onganía. No estoy exagerando. A esas horrendas simplificaciones la izquierda las comete periódicamente por dogmatismo e impotencia; y el populismo por mala leche e ignorancia.
XXI
Al kirchnerismo es posible concebirlo sin el discurso progresista, (nació siendo de derecha y es probable que allí concluya) pero es imposible concebirlo sin la voracidad por el saqueo de los recursos públicos. No hay kirchnerismo sin corrupción. Lo demás es puro cuento.
XXII
Martín Lousteau recomienda Paraguay para invertir. Razones de pesos habrá tenido. Un nacionalista de los de antes lo acusaría de traidor a la patria. Más moderado, yo diría que recomendar Paraguay es tan coherente como recomendar retiros espirituales en Sodoma y Gomorra.
XXIII
“Gorila” es el insulto empleado por los peronistas para designar a los golpistas de 1955. Con los años el término se amplió o declinó, pero ya no es exactamente el original. “Gorila”, para el populismo es toda expresión cultural elaborada, todo esfuerzo de autonomía individual, toda búsqueda de libertad, el recelo a la inteligencia.