Edna St. Vincent Millay

Tres poemas de Edna St. Vincent Millay, poeta norteamericana, la primera mujer en obtener el Pulitzer de Poesía a mediados de los años viente, un detalle que jamás le importó demasiado, como seguramente tampoco le importó demasiado que seamos muy pocos los que la recordamos y seguimos leyendo sus poemas:
 
Mi vela arde por ambos lados
no durará toda la noche
pero ah mis amigos; y oh mis enemigos:
¡da una luz tan hermosa!
Nunca pretendió escribir para multitudes, a pesar de que tuvo multitudes de amantes, una peripecia que le permitió decir alguna vez «…he olvidado los labios que me han besado…», confesión brotada de esa realidad que ella, solo ella, fue capaz de transformar en la más luminosa y desgarradora poesía.     
 
 
 
 
NUNCA HA DE ARRANCARSE LA FRUTA
Nunca, nunca jamás ha de arrancarse la fruta de las ramas

y amontonarla en toneles.
El que quiera comer del amor ha de comerlo en el sitio.
Aunque las ramas se doblen como juncos,
aunque la fruta madura manche la hierba o se arrugue en el árbol,
el que quiera comer del amor debe llevarse con él
solamente lo que le quepa en la panza,
nada en el delantal,
nada en los bolsillos.
Nunca, nunca jamás ha de tomarse la fruta de la rama
y almacenarla en toneles.
El invierno del amor es una bodega de arcones vacíos
en un huerto que gime el deterioro

 
 
 
SONETO V


Si descubriera, de algún modo fortuito,

que has desaparecido para no volver jamás…

Si leyera en la contraportada de un diario, digamos,

sostenido por un vecino en el vagón del metro,

que en la intersección de esta avenida y esa calle

(de cosas así están repletos los periódicos)

un hombre apresurado, que resultaras ser tú,

hubiera muerto atropellado hoy a mediodía,

no rompería a llorar –no podría romper

a llorar, ni retorcerme las manos en un sitio así–,

no haría sino ver pasar las luces de la estación

con un interés más vivo reflejado en mi cara;

o levantaría la vista y leería con aún más interés

dónde guardar las pieles y cómo cuidarse el pelo.


 
 
EL AMOR NO LO ES TODO
 
El amor no lo es todo: no es comida ni bebida
Ni sueño ni un techo sobre tu cabeza contra la lluvia;
Ni una tabla que flota para los hombres que se hunden
Y se alzan y se hunden y se alzan y vuelven a hundirse;
El amor no puede llenar de aire el pulmón herido
Ni limpiar la sangre ni soldar el hueso partido;
Aun así, en este instante en que te hablo
Muchos hombres se acercan a la muerte sólo por falta de amor.
Podría ser que en un momento difícil,
Atrapada en el dolor y suplicando ser liberada
O llevada por la necesidad más allá del poder de mi voluntad,
Vendiese yo tu amor por un poco de paz,
O cambiara la memoria de esta noche por comida.
Podría ser. Pero no creo que lo hiciera.

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