Sam Shepard

Sam Shepard es algo así como un primo hermano, un distinguido primo hermano, de Raymond Carver y Charles Bukowski. Escribió novelas, cuentos, fragmentos de ensayos, apuntes y excelentes obras de teatro, tan excelentes que lo llegaron a considerar el mejor dramaturgo de su generación. Por supuesto, no faltaron las críticas acerca de los límites y fealdades del denominado realismo sucio. Puede que algo de razón les asista a  esos críticos , aunque yo sospecho que muchos de esos brulotes provenían de hombres que no soportaban, sinceramente les resultaba insoportable, que fuera el marido de Jessica Lange. Yo los entiendo, pero no metan la literatura en el medio. Shepard fue amigo de Patti Smith, quien cuando murió -el año pasado- le dedicó una de los mejores párrafos de su inspiración. Comenzaba así:  
 
“Él me podía llamar tarde, por la noche, desde un punto perdido, un pueblo fantasma de Texas, un área de servicio de Pittsburgh, o de Santa Fe, donde habría detenido su coche en el desierto, para escuchar a los coyotes aullar”.
 
Nada más para agregar de Sam. Flaco, alto, pintón. Parecía un personaje salido de una película de Cassavetes o de una canción de Bob Dylan. Para imaginarlo hay que imaginar primero una ruta que se pierde en el silencio y la soledad de una llanura inmensa, con algunas leves colinas perdidas en el horizonte. Una estación de servicio perdida en medio de la nada. Un motel. Un tipo que llega en una camioneta vieja o una moto. Vaqueros, campera, botas. Una botella de whisky y cigarrillos. Y soledad. Mucha soledad. El silencio abrumador  a veces interrumpido por el rasgueo de una guitarra. Alguna cantina. Hombres solos y mujeres solas que toman whisky, fuman y a veces hacen el amor, borrachos, casi sin conocerse. El oeste. Árido, áspero, anacrónico. Ese es el escenario de Shepard. La versión incorrecta del «sueño americano». Una geografía que es algo más que una geografía, porque es, por sobre todas las cosas, una expresión del vacío, la ausencia y la muerte del alma.        

Dos poemas: 

 
 
me encontré con la doble de la Estrella
al abrirse hacia los lados la puerta del ascensor
y yo salía
y ella entraba
a las cuatro de la madrugada
y vi que estaba absolutamente pirada
le pregunté qué había tomado
dijo 6 Valium y Vino Blanco
porque hoy era el último día de rodaje
y le pareció que había que celebrarlo
jodiendo con algún tío del equipo
y colocándose
porque éste era su pueblo
y ella iba a quedarse
mientras nosotros nos íbamos
y la tortura de no ser más que una doble
dejada atrás
en un pueblo en el que le dolía haber nacido
estaba destrozándola ahora
de verdad
y eso hizo que volviera a avergonzarme
de trabajar como actor en una película
y provocar ilusiones tan estúpidas
de modo que me la llevé a mi habitación
sin planes respecto a su cuerpo
y ella se sintió desesperadamente decepcionada
intentó arrojarse por la ventana
y le dije que no valía la pena
no es más que una película estúpida
no tan estúpida, dijo ella, como la vida
 
 
 
 
 
 
A ver si lo entiendo
 
¿Dices
Que te tortura el no poder escribir
O que
No puedes escribir porque estás torturado?
 
¿Dices
 
Que en estos tiempos te han convertido en un escéptico
O que
Estos tiempos confirman tu escepticismo?
 
Mira, voy a decirte una cosa
Preferiría tener que echarles el lazo a las reses
Que hablar de política contigo
 
Preferiría caer borracho perdido
Debajo de un camión de remolque
 
Tu desesperación es más aburrida
Que el Merv Griffin Show
 
Tu gimoteante lloriqueo
Tus grandes soluciones baratas para la delincuencia
 
Levanta el culo y ponte a cocinar
Haz con tu tiempo
Lo que quieras
Pero no malgastes el mío.

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