Su padre sastre y su madre devota lo inscribieron con el nombre de José Mario Arbeláez Ramos en una ignota iglesia de Cali hace setenta y ocho años. Sin embargo la literatura lo conoce con el apodo de Jotamario, el mismo que le impusieron sus pares a mediados de los años cincuenta cuando su íntimo amigo el poeta Gonzalo Arango decidió fundar el movimiento nadaísta, una corriente poética que marcó para siempre la segunda mitad del siglo veinte colombiano. El nadaísmo se definía no como una empresa sino como una aventura condenada alegremente a la derrota. Elaboraron algunas líneas poéticas que despertaron la atención de sus contemporáneos en América latina, pero junto con los hallazgos literarios los muchachos se dedicaron con entusiasmo sin par a asustar burgueses proclamando en la muy religiosa Colombia de aquellos años su ateísmo, su rechazo a cualquier disciplina laboral, su afición al amor libre y su odio jurado a los próceres venerables de la tradición literaria colombiana, empezando por Vargas Vila y continuando con Jorge Isaacs y sus dos -para ellos- detestables creaciones: Efraín y María. En los ahora dorados años sesenta los nadaístas se dieron el gusto de experimentar con todas las novedades de su tiempo. Adhirieron a la revolución cubana, se declararon hipies, Jotamario proclamó su pertenencia al jet-zen de Colombia, probaron todos los estimulantes que circulaban por Cali y Medellín y nunca dejaron de escribir poesía. Jotamario se cansó de asustar burgueses con sus desplantes, pero no conforme con ello también se dedicó a escandalizar izquierdistas cuyos dirigentes no vacilaron en calificarlo de bufón de la burguesía, una acusación que a Jotamario en lugar de fastidiarlo lo divirtió mucho. En la actualidad tiene 78 años, sigue escribiendo, sigue considerándose un inadaptado, sigue en definitiva siendo el personaje de la poesía colombiana, a esta altura venerado como un verdadero patriarca, aunque él en un discurso reciente se consideró el hombre más misterioso del mundo por la sencilla razón de que son muy pocos lo que lo conocen, una burla a sus propias pretensiones de fama y, sobre todo, a la pretensión de sus seguidores en transformarlo en un poeta famoso. El poema de hoy es un clásico de su obra porque está dedicado a Marilyn Monroe y escrito con la misma devoción con que su amigo Ernesto Cardenal desde una perspectiva más cristiana dedicó a la actriz que suponemos que se suicidó en Los Ángeles el 5 de agosto de 1962 cuando recién había cumplido treinta y seis años y todos creían que era la amante feliz del entonces presidente de EEUU, John Kennedy.
LOS INADAPTADOS NO TE OLVIDAMOS, MARILYN
Ahora que los gusanos han echado sobre tu cuerpo
la primera palada de olvido
ahora que vives debajo de Los Ángeles
sin necesidad de psiquiatras
ahora que el hueso altivo de tu cadera
es puro polvo en una caja
y puro polvo son tus nalgas diseminadas
por el suelo de raso de tu tumba
ahora que la totalidad de tu cuerpo
cabe en la más pequeña de tus polveras
ahora que las uñas de tus pies yacen a tus pies
disgregadas como planetas muertos
y los tacones de platino de tus zapatillas de gala
se doblan entre canastas de champaña
bajo el peso terrible de la ausencia
de tu talón de Aquiles
ahora que en tu ropero los polillas han hecho lo propio
con tus trajes olorosos a fiesta en Beverly Hills
a Chanel número 5 a los cinco dedos de una mano
ahora que el millonario excéntrico que alquiló la mansión
que habitabas en Brentwood
ha dejado de buscar tus axilas en los rincones de la sala
y organiza con sus invitados un safari de rinocerontes en Perú
ahora que el psiquiatra que te atendía se ha declarado en quiebra
y para pagar sus impuestos está escribiendo tus ‘memorias’
y además porque a sus tres esposas
les hacen mucha falta los doce mil dólares mensuales
que le entregabas de honorarios
ahora que las pastillas soporíferas que tomaste
se agotan rápidamente en las farmacias
como canciones de cuna definitivas
ahora que hasta en las cintas viejas de celuloide
se están cerrando tus ojos
cansados de soportar tanta pestaña
tanta vigilia tanta viga
ahora que ya nadie sabe quién era norma jean baker
porque las Baker norma jean
abundan en los directorios telefónicos
ahora que los 188 mil millones de psicópatas
ya no te ven en sueños en inglés con
leyendas en castellano como una bruja de salem
volando sobre un bate de béisbol
ahora que la obra dramática de tu ex marido
sobre tu vida ha quedado en tablas ante los críticos de Broadway
y ha dejado para siempre de alumbrarte
el sol de los fotógrafos
oh gata llena de misterio
sobre el mercedes benz del olvido
en este pequeño país latinoamericano que se llama Colombia
vivimos varios poetas inadaptados que no queremos olvidarte
(tú Marilyn fuiste más importante para nosotros que la doctrina Monroe)
y que nos acordamos de ti cuando sale la luna sobre los “jaguares”
cuando bajamos deslizándonos por la pasarela del jet
cuando leemos en la prensa que Dalí ha hecho de tus senos
una escultura de gavetas
y nuestras mujeres gritan en los más alto de los ascensores
A veces como ahora
te elevamos una oración por qué
no te elevamos en una oración
en un réquiem en un anti-réquiem en un responso
qué sabemos nosotros de esos nombres
sólo que cada hombre ora a lo que más ama
sobre todo si lo que más ama está muerto
y es entonces cuando queremos acostarnos boca abajo
en el cementerio de Westwood
para sentir en nuestros poros púbicos
las lanzas de hierba que crecen desde tus ingles norteamericanas
ahora que estás muerta y reposas enquistada
sin muchas esperanzas en la resurrección de los cuerpos
en ese pequeño lugar que es como el ombliguito de América
luego de haber vivido entre reflectores y niebla
entre almacenistas y magnates
entre dramaturgos y policías
entre los espejos y el espejismo del amor.