I Importa entender que juzgar a los corruptos y al régimen cleptocrático es una de las tareas centrales de la política nacional. Tan importante como sostener políticas sociales justas, crecer económicamente y educar al soberano. No hay desarrollo con cleptocracia impune. II En la abundante y bizantina retórica de estos días sobre consensos, acuerdos y unidad nacional, participa mucha gente de buena fe, pero lamentablemente son los de mala fe los que deciden. Y esa decisión apunta a un exclusivo objetivo: asegurar la impunidad de la cleptocracia de la “década ganada”. III A no equivocarse. La exasperante lentitud de la Justicia no es una falla burocrática, sino una decisión política de un orden judicial decidido a proteger a los poderosos no importa su signo. Ayer Menem hoy Cristina. ¿Jueces desprestigiados? Qué les importa, si nadie paga por el desprestigio. IV El juez Carlos Rosenkrantz, presidente de la Corte, fue derrotado por cuatro votos contra uno, pero ese voto solitario fue mucho más digno y con mucha más entidad intelectual y jurídica que los cuatro votos de la unidad básica con los que tiene que convivir. V Mi sensación es que los integrantes de la Corte peronista no dieron marcha atrás por convicciones sino por miedo, porque hasta para defender una causa injusta hace falta un mínimo de coraje que estos caballeros no tienen. Ojo. Volverán a las andadas cuando baje el control social. Como dijera un colega periodista, la Corte vota por Cristina. VI Insisto en que la palabra “grieta” no dice nada, o lo que dice lo dice mal. En el reciente caso de la Corte una vez más se demuestra que no hay grieta, hay contradicciones y valores. Juzgar a corruptos no es profundizar la grieta es afirmar valores necesarios para una república. VII Kirchneristas que pretenden minimizar los cacerolazos contra la Corte Suprema peronista porque se realizan en la Recoleta y Puerto Madero y Palermo. Deberían preocuparse: se trata de los barrios donde viven sus jefes y donde se divierte su militancia “popular y de base”. VIII A no equivocarse. El único “apriete” que padecieron los jueces peronistas de la Corte no provino de las declaraciones de Mauricio Macri, Germán Garavano y Laura Alonso. El “apriete” provino de la movilización de la opinión pública contra una decisión que apuntaba a garantizar la impunidad de la Señora. IX Cristina se defiende como Al Capone. Aprovecha los vericuetos de la ley, sus lagunas y la desenfadada complicidad de los jueces siempre dispuestos a acomodarse con los vientos que soplan. A diferencia de Al Capone, Cristina dispone de una Corte peronista decidida a defenderla. X No deja de ser una ironía que sean las “detestables” garantías judiciales las que le permitan a los kirchneristas que su jefa esté en libertad. No deja de ser una obra maestra de cinismo que los mismos que piden abolir la justicia “gorila” se escuden en ella para asegurar su impunidad. XI A ver si somos claros. Todo lo que hace Cristina: la hija en Cuba, el libro en la Feria, su presencia en la sesión del Partido Justicialista, apunta en primer lugar a zafar de las imputaciones por corrupción que podrían conducirla a la cárcel. Después, si es presidente, mucho mejor. Pero primero lo primero. XII Si Cristina no hubiera aumentado su popularidad los jueces habrían dejado correr el juicio y hasta habrían hechos gestiones para que la condenen. Como suponen que puede ser presidente, sacan otro libro de la biblioteca para patear la pelota al córner. ¿Como con Menem? Como con Menem. XIII No me sorprende que Cristina ingrese como una reina en la máxima instancia política del peronismo. Tampoco me sorprende que los que ayer la insultaban hoy se arrodillen a sus pies. En el peronismo arrodillarse y practicar la obsecuencia ante los poderosos es una vocación y una pulsión. XIV Además, no nos engañemos. Por descuido, por imbecilidad o por complicidad tenemos una Corte Suprema peronista que en estos temas falla como peronista. Si el Partido Justicialista recibe a Cristina como una reina y las encuestas dicen que suma votos, los jueces afiliados a la causa nacional y popular defienden a su compañera. XV La UCR de Córdoba no fue derrotada la noche del domingo, fue derrotada cuando sus dirigentes decidieron dividirse. Con el treinta por ciento de los votos una UCR unida podría haber elaborado una eficaz estrategia de poder. Pero es imposible luchar contra las pulsiones políticas suicidas. XVI En democracia no es un pecado o un delito perder una elección. Pero lo de Córdoba no fue una derrota, fue un papelón. Y lo que más indigna es que la división de la UCR no fue por un proyecto de nación o de provincia sino por miserables ambiciones personales. XVII Juan Schiaretti ganó por paliza. Mis felicitaciones. Respecto de los derrotados mi crítica en toda la línea. Una cosa es perder y otra suicidarse. Y en política el suicidio es estúpido e imperdonable. Marchar alegremente al sacrificio es, además, una traición a quienes creen ellos. XVIII Sigo creyendo que Mario Negri es un gran político y ojalá Córdoba alguna vez pudiera tener un gobernador de su jerarquía. Dicho esto, agrego que es “un crimen” que se haya expuesto y lo hayan expuesto en una aventura electoral sin destino. XIX Quien en nombre de un supuesto saber asegura algún desenlace electoral, está macaneando. A lo sumo lo que se puede decir es, por ejemplo: CREO que Cristina se va a presentar como candidata. CREO que Macri se va presentar. CREO que Lavagna se va a presentar. Cristina, porque es la única que se sabe defender para no ir presa; Macri, porque no hay Cambiemos sin él; Lavagna, porque entre otras cosas, solo se quedará un mandato. XX Imposible adivinar el futuro inmediato en este país acelerado. Dicho esto señalo que no me resulta creíble que Cristina no se presente como candidata. Tengamos presente que ella lucha por su libertad y la única garantía para su libertad es ella presidente. XXI La lección más elocuente de populismo criollo la brindó Dante Gullo cuando dijo, en un programa sabatino de televisión: “Ojalá hubiera diez o cien Lázaro Baéz, modelo de empresario nacional”. De Dante Gullo a Guillermo Moreno hay un fuerte lazo político y emocional. Se llama peronismo. XXII Hablar pestes de un gobierno y tres años después decir que hay que votarlo, como pregona Julio Bárbaro, puede ser un acto de senilidad, un acto de rencor porque no le pagaron como pretendía o un acto de fe a lo Moyano: “Los peronistas hoy decimos una cosa y mañana decimos otra”. XXIII Desde que filmó “La hora de los hornos” hace medio siglo, siempre supe que Pino Solanas era capaz de cualquier adefesio político o estético. De él podría decirse lo que Jacques Rivette dijera de Gilles Pontecorvo y la película “Kapo”: “Obsérvese en Kapo el plano en el que Riva se suicida abalanzándose sobre la alambrada eléctrica. Aquel que decide hacer un travelling de aproximación para reencuadrar el cadáver en contrapicado, poniendo cuidado de inscribir exactamente la mano alzada en un ángulo de su encuadre final, ese individuo sólo merece el más profundo desprecio”. Y Pontecorvo es un director de cine muy superior a Solanas. XXIV Pedagogía peronista: “Tenemos que dejar de robar por dos años”, dijo Luis Barrionuevo. “Éxtasis”, exclamó Néstor Kirchner y se abrazó a la caja fuerte. “Si vas a robar hacelo con códigos”, pontificó Guillermo Moreno. “Los peronistas somos así: un día decimos una cosa y al otro día decimos otra”, reflexionó Hugo Moyano. “Para los amigos todo, para los enemigos ni justicia”, predicó el jefe mayor. XXV ¿Canonizar a Evita? Ahora sabemos por qué es imposible discutir a Evita con un peronista. Inútil el debate político, estéril la polémica cultural. Ante un acto de fe todas las argumentaciones racionales se estrellan. Evita es santa y a las santas no se las discute porque sus actos y decisiones no son de este mundo. XXVI ¿Y si después de canonizar a Evita, iniciamos las gestiones para la canonización de Juan Domingo Perón? Y ya que estamos en el brete, ¿por qué no preparar las futuras canonizaciones de las compañeras Isabel y Cristina? El peronismo compitiendo contra Gilda, el Gauchito Gil y la Difunta Correa. |