«Allá en el horno nos vamos a encontrar»

 

I

También otros países sufrieron el horror del terrorismo islámico, pero la diferencia es que allí en una semana los responsables estaban entre rejas. En la Argentina esto no ocurrió, sino que además se dice o se insinúa que fue un autoatentado. Adolfo Hitler no se hubiera animado a tanto. La hipótesis del autoatentado se sugiere, por ejemplo, cuando se insiste en que se trata de un conflicto entre el Mossad e Irán. O cuando, a esta altura del partido, se pretende patear la pelota al córner insistiendo en la pista Siria; o afirmando que no hubo conductor suicida y, mucho menos, vehículo. La impunidad se explica porque de manera manifiesta o latente, se mantiene vivita y coleando la siniestra pasión de la judeofobia, pasión que atribuye a los judíos todos los males y las perversidades de la humanidad. Sin esa judeofobia persistente en los intersticios del Estado, en las madrigueras de los servicios de inteligencia, en los sótanos de las fuerzas de seguridad, en los recovecos de algunas sacristías, el crimen contra la AMIA hace rato que se hubiera resuelto con la captura de los asesinos.

II

Es increíble. Pasó un cuarto de siglo y el crimen contra 85 personas sigue impune. Cuando esto ocurrió en 1994 pensé que nunca nos íbamos a olvidar de esta tragedia, pero jamás se me ocurrió pensar entonces que 25 años después el crimen continuaría impune. Hay impunidad porque existe una voluntad política que por acción u omisión decide no sancionar a los criminales. En nuestro caso nos hemos esmerado en aprobar con muy buenas calificaciones todos los capítulos de la asignatura “Impunidad”. Repasemos. Un Poder Ejecutivo, que a través de Carlos Menem y Cristina Kirchner, investigó deliberadamente mal o sencillamente capituló ante los criminales. Un Poder Legislativo que no tuvo escrúpulos en avalar esa capitulación. Un Poder Judicial con un juez destituido y un fiscal asesinado. Como diría mi tío Colacho: “Cartón lleno… bingo”.

III

Recordar el atentado terrorista contra la AMIA y los 25 años de impunidad, incluye tener presente que el fiscal Alberto Nisman fue asesinado por denunciar la vergonzosa y suicida capitulación del régimen kirchnerista ante los terroristas escondidos debajo de las sábanas de la teocracia islámica de Irán.

IV

Servicio Cívico Voluntario: es civil, no militar; es voluntario, no obligatorio; es externo, no interno. Un proyecto que habrá que corregir, porque lo veo demasiado impreciso y ambiguo. Pero por primera vez un gobierno se arriesga a proponer algo a los “ni ni” abandonados por Dios y por el Diablo. No veo por qué esta iniciativa está en contradicción con el compromiso permanente de mejorar la calidad de la educación pública en todos los niveles. Y no me parece mal que ante el escenario de casi un millón de jóvenes -hombres y mujeres- sin estudios y sin trabajo se elaboren iniciativas tendientes a corregir o a paliar estas situaciones.

V

Gerardo Romano propone cachetadas a quienes votan a Mauricio Macri para que a través de los golpes descubran la realidad, realidad que se conjuga con la letra K. Según Romano, los votantes de Macri están algo así como alcoholizados o alienados. Como no me gusta arrugar, le digo a este señor que acepto su singular pedagogía de cachetadas e incluso acepto que Cambiemos es un vil gobierno de centro derecha con serios problemas económicos. Solamente pido a cambio que él admita que, sin estar ebrio o dormido, apoya al régimen político más corrupto de la historia.

VI

Después de haber gobernado a la provincia de Buenos Aires durante treinta años y dejarla hecha una cloaca del hampa, los peronistas lo menos que podrían hacer en este tema es callarse la boca. Todas las lacras que encharcan a esta provincia han sido cultivadas y ampliadas por esa rosca infame de punteros, intendentes y funcionarios. A no engañarse, el retorno del peronismo en la provincia de Buenos Aires es más corrupción, más hambre, más violencia, más lumpenaje. Con otros términos mi tía Cata se lo decía a mi madre: “Querida, votá a quien quieras, pero después no te quejés”.

VII

Veredicto sobre el crimen del joven Brian Aguinaco asesinado por motochorros. Las cámaras muestran el rostro de los padres del adolescente asesinado. Presto atención al rostro de la madre bañado en lágrimas. Esas lágrimas son las que en primer lugar merecen ser reparadas; ese dolor infinito reclama justicia, señor Eugenio Zaffaroni. El dolor irreparable por el asesinato de un hijo, una madre o cualquier ser querido debe repararse, señor Zaffaroni. Hay justicia cuando se protege a la víctima, no al asesino.

VIII

No creo que esta sea la mejor campaña electoral de nuestra historia, pero tampoco es la peor. En una campaña electoral los partidos no levantan una tribuna, levantan varias tribunas: en una se debate académicamente; en otra se lanzan consignas; en otra, se polemiza con el adversario; en otra, se intenta seducir con palabras tiernas a votantes que reclaman esas ternuras. Una campaña electoral no puede ser una suma de insultos, pero tampoco una exclusiva clase magistral. “Es muy inteligente pero no le entiendo nada”, le decía a mi tío Colacho un amigo que alguna vez había sido boxeador.

IX

Asaltaron la casa de una amiga. Ella no estaba y se salvó del mal rato. Como es discapacitada fui yo a hacer la denuncia a la policía. Pregunté qué pasaba si descubrían a los ladrones. Nada, me dijo el oficial, no les podemos hacer nada. No es que entran y salen, directamente no entran. Algo anda mal en un orden jurídico donde los ladrones no corren ningún riesgo. A la ley se la obedece por razones morales o por miedo. El miedo ha desaparecido. Roban, y a veces algo peor y saben que tienen que tener mucha, pero mucha mala suerte para ir presos aunque más no sea por un fin de semana.

X

El señor Eduardo de Lazzari, titular de la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires, lanza una denuncia con la irresponsabilidad, la mala fe y la frescura de un periodista sensacionalista o la de un puntero del Conurbano. Si la misma atención y el mismo esmero que ahora ejerce el señor De Lazzari hubiera tenido en los años en que se desempeñó como Ministro de Seguridad de Eduardo Duhalde, es probable que la policía bonaerense jamás hubiese llegado a ser la maldita policía y hasta es muy probable que José Luis Cabezas no hubiera sido asesinado.

XI

Termino de ver la película “El vicepresidente”, de Adam McKay. La película, más o menos. Nada que no se sepa de Dick Cheney, el vice de George W. Bush durante ocho años. Pero hay un dato que consigno: Cheney prueba que un vicepresidente (ta) con un presidente títere (Bush lo era) puede controlar el poder real y decidir. En Estados Unidos entonces el presidente formal era Bush, pero el presidente real fue Cheney porque al poder lo controlaba el bueno de Dick. Cualquier semejanza con la candidatura populista de la Argentina es pura coincidencia.

XII

El dóberman -con perdón de los dóbernan- que mató a golpes a un taxista, ahora llora. Y las almas bellas, siempre decididas a defender al canalla, nos dicen que es un muchacho bueno, que no quiso hacer lo que hizo. La bestia mordió sin compasión, se ensañó y pateó y golpeó en el suelo a un hombre indefenso. Extraordinario y perverso. Ayer despedazó a dentelladas a un pobre hombre y hoy nos dicen que es una víctima. Ahora el temible guapo de ayer tiembla de miedo, tiembla de miedo ante la posibilidad de ir preso.

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