I Cuando me preguntan sobre el resultado electoral, respondo: “Puedo expresar mi deseo, pero no adivinar un resultado”. ¿Y las encuestas? “No crean en ninguna. Ni en la que dice que gana Alberto, ni en la que dice que gana Mauricio. La elección está reñida y la tarea de todo ciudadano luego de decidir su voto es convencer a indecisos, amigos y vecinos que voten por su causa”. II En el populismo hay una contradicción irresoluble. Dicen defender los ferrocarriles y los redujeron a chatarra con sus corruptelas; dicen defender la educación pública y los Baradel la están dejando en ruinas; dicen defender Aerolíneas Argentinas y todo lo que hacen es hundirla. La labor de los populistas contra las instituciones del Estado es demoledora. Libertarios y anarquistas deberían apoyarlos: hacen con más eficacia lo que ellos proponen hacer y no pueden. III Con aire de canchero banana, el economista Guillermo Calvo declara que “una victoria de Cristina es lo mejor que le puede pasar al país”. Que un economista estilo Calvo sea “serio” (puedo llenar un cuaderno con nombres de economistas serios) no lo libera de decir boludeces, incorporando en la boutade una cuota de cinismo propia de quien sabe que pase lo que pase en este país él no pagará nunca las consecuencias, por lo que puede darse el lujo de divertirse con esas frases que suelen parecer ingeniosos pero que reproducen los peores lugares comunes del razonamiento político. Ejemplos a mano: “Hay que apoyarlo a Menem así pierde Cafiero”, decían los radicales y así les fue. “Hay que apoyarlo a Cavallo porque él nos metió en la convertibilidad y es el único que nos podrá sacar”. La frase de Calvo tiene algo del viejo aforismo de la izquierda de agudizar las contradicciones. Y en un nivel histórico más duro, me recuerda a los comunista alemanes que decían: “Ahora Hitler y después venimos nosotros”. Más de un liberal y más de un conservador alentaron la llegada del “cabo austríaco” para “arreglar las cosas”. IV La protesta de Luis Brandoni contra la decisión arbitraria de los pilotos de Aerolíneas Argentinas de emitir comunicados proselitistas con los pasajeros cautivos, es un acto de dignidad ciudadana. Ojalá hubiera varios como él decididos a levantar la voz contra la prepotencia de los burócratas. No hay democracia ni república sin coraje civil, sin esa capacidad de indignación ante el atropello, la arbitrariedad, la prepotencia del poder y los poderosos. Bien por Brandoni. V Las asignaturas pendientes con el señor Pablo Biró y sus compinches incluyen los comunicados leídos a un público cautivo, pero también el maltrato y perjuicio a los viajeros declarando huelgas sin aviso previo y la violencia y grosería verbal y el descarado proselitismo político. Los sueldos de estos caballeros son de privilegio, pero mucho más grave que el “tamaño” de sus sueldos, es el comportamiento de patota y esa voluntad empecinada, perversa, por trabajar todos los días para destruir en nombre de sus beneficios corporativos el único proyecto real para hacer de Aerolíneas Argentinas una empresa eficiente y competitiva. VI Juan Grabois denuncia a Mauricio Macri, Nicolás Dujovne y Christine Lagarde de asociación ilícita y saqueo de los recursos estatales. Mi tía Cata diría: “Pero este muchacho no tiene cara”. Defensor de una gestión cleptocrática, apoyo político a una ex presidente con trece procesos y cinco o seis pedidos de prisión preventiva. Me sorprende esa suerte de simplificación rufianesca de los kirchneristas. Es como si Al Capone creyese que a las acusaciones de capo mafioso las refutaba acusando de mafiosos a los Intocables. VII Alberto Fernández promete que en caso de ser elegido presidente no va a indultar, pero cada vez que alude al caso de alguno de los presos kirchneristas declara que está mal juzgado, que es inocente, que el juez es un perseguidor. Pasando en limpio, cada uno de los malandras detenidos en Ezeiza o en Marcos Paz es, para Fernández, un preso político. Si esto dice en el llano, ¿por qué le voy a creer que cuando esté en el poder no vaya a indultar o amnistiar ? Recordemos que en estas faenas el peronismo es experto. En 1983, prometieron la amnistía a los militares; en 1992, Menem lisa y llanamente los indultó, cuando hasta hacía unos meses el peronismo lo acusaba a Alfonsín de cómplice de los militares cuando aprobó las leyes de obediencia debida y punto final. VIII Dicen estar con los pobres, pero callan que se enriquecieron saqueando al Estado; dicen que se preocupan por el pueblo, pero callan que la exclusiva preocupación es indultarla. “En todo relato hay dos historias”, escribe Ricardo Piglia. Los K han demostrado ser maestros en esa manipulación. La diferencia es que estas dos historia en la literatura es una obra de arte, pero en política el recurso de “las dos historias” es una trampa de rufianes políticos. IX Alberto Fernández asegura que Cristina cambió. ¿En qué cambió? A todos les recuerdo que se trata de la misma mujer que hace unos meses en la Cámara de Senadores dijo a viva voz que no se arrepentía de nada. Que lo haya elegido al Alberto de candidato presidencial no quiere decir que cambió; es probable que sea al revés. Basta prestar atención a sus actos publicitando el libro “Sinceramente” para advertir que Cristina no cambió ni el tono de la voz, ni los modales, ni el vestuario millonario, ni las intenciones, ni el filo y el tamaño de sus uñas. X Hugo Moyano enojado con Adrián Suar y Julio Chávez por la serie “El Tigre Verón”. Lo que Moyano se resiste a admitir es que toda serie dedicada a un dirigente sindical no tiene otra alternativa que parecerse a él. Si se enoja es como enojarse con él mismo por la imagen que le devuelve el espejo. Las iras de Moyano contra la serie “El Tigre Verón” me recuerdan a aquellas amenazas de mafiosos de Chicago contra Coppola por haber filmado El Padrino. Moyano debería saber que no es contra Suar y Chávez con quien debe enojarse, sino con él mismo. XI Moyano se queja porque se hacen series televisivas como “El Tigre Verón”. Hace bien en quejarse, porque el personaje interpretado por Chávez es casi un calco del dirigente camionero: los mismos modales, la misma violencia, el mismo nepotismo, la misma identidad política. Destacaría una diferencia. El Tigre Verón al lado de Hugo Moyano es un nene de pecho, un caudillo sindical algo prepotente, algo corrupto, pero que a la hora de la perversidad y la rufianería no le lustra los zapatos a Moyano. XII Miro la serie “El Tigre Verón” por TV y me pregunto si es posible describir un tipo de dirigente sindical diferente. Pienso, comparo y me resigno a admitir que en realidad los guionistas no imaginan nada, se limitan a describir la realidad en sus líneas más realistas. El “Tigre Veró”‘ no es un personaje abstracto. Expresa al sindicalista que el peronismo supo conseguir. En la Argentina no es posible otro tipo de dirigente gremial con la actual estructura sindical copiada del Duce, estructura capaz de procrear un gremialismo mafioso y lumpen. XIII Un amigo me pregunta: “¿Por qué en ‘El Tigre Verón’ no aparecen dirigente sindicales dignos y honestos?”. Le diría que en el gremialismo organizado con las claves de Benito Mussolini no hay margen para dirigentes honestos. La estructura los fagocita, los destruye o los coopta antes. Es esta estructura sindical la que lo habilita al muy conservador de mi tío Colacho decir muy suelto de cuerpo: “Al buen trabajador, lo defiende el patrón; al mal trabajador, al vago, al arribista, al rufián, los defiende el sindicato”. Mi respuesta, si pudiera dársela a tío Colacho sería: “La culpa no la tiene el sindicato, tío; la culpable es del sindicalismo peronista”. XIV A Boris Johnson, flamante primer ministro británico “lo conocí” leyendo su biografía sobre Winston Churchill: “El factor Churchill: un solo hombre cambió el rumbo de la historia”. Leí varias biografías de Winston, pero ésta fue la que me resultó más interesante, sobre todo por la calidad de su escritura y esa reivindicación empecinada a favor del factor humano en la historia. A Johnson lo comparan con Donald Trump, pero quien escribe así mantiene con Trump una diferencia importante, por lo menos para un lector como yo. |