Desde hace una semana estoy con mi nieto Franco en La Cumbre. Salimos a caminar todas las tardes y a la noche vemos películas o escuchamos música. Los momentos más lindos son los de las caminatas a la caída de la tarde. Los árboles, la luz, el tono de la tarde, el silencio de las sierras, un silencio que incluye el canto de los pájaros y el ruido del agua que llega desde algún lado porque el verdadero silencio no es la ausencia de sonidos, es la ausencia de sonidos innecesarios. Me esfuerzo por registrar en mi memoria estos instantes. No hay pasado, no hay futuro, hay un presente absoluto. Y hay que proponerse vivirlo porque la felicidad, o lo que llamamos felicidad está en estos momentos . Un paisano pasa a caballo. Lo acompaña un perro. Nos saluda con un gesto y sigue. Mi nieto ahora camina unos pasos adelante mío. Mira, pregunta, escucha. Tiene doce años y le gusta acompañarme. Pasamos por frente de la casa donde vivió y murió Manuel Mujica Lainez. Le explico brevemente quién fue. Me escucha y calla. ¿Se acordará en el futuro de estos momentos? ¿Se acordará de estas caminatas con su abuelo? Vaya uno a saberlo.