Jueves 24 de diciembre de 2020

Si no fuera por el «detalle» de que esta pandemia se cobró 1.700.000 muertos en el mundo y 42.000 en la Argentina, las peripecias de la gestión de la inefable vacuna rusa por parte de nuestro gobierno daría lugar a una alucinante comedia de enredos al estilo italiano «Los desconocidos de siempre» o «El cuentero» o, en versión criolla, «El diablo andaba entre los choclos» o «Nueve reinas», afianzando el principio de que con el peronismo te puede ir bien o mal, pero nunca te vas aburrir, aunque el precio a pagar por el «buen momento, más de una vez nos salga un ojo de la cara. Veamos sino. El presidente de la nación argentina anuncia desde sus flamantes 61 años que será el primero en aplicarse la vacuna rusa, mientras que su amigo, «el compañero» Vladimir Putin, proclama que la vacuna no produce efectos a los mayores de sesenta años. ¿No me diga que no es para morirse de risa? La ANMAT, el organismo creado para habilitar vacunas, habilita la Pfizer que no viene mientras que el compañero Ginés González García resuelve vía decreto habilitar la vacuna rusa que no solo no fue habilitada por ANMAT sino que tampoco fue habilitada por los organismos de control de la Unión Europea y EEUU. ¿Cómo se justifica semejante violación a las normas jurídicas nacionales? Muy sencillo: invocando el principio en el que los peronistas son expertos, la emergencia. La emergencia como justificación o como coartada. A los compañeros les encanta gobernar en estado de emergencia. Desde los tiempos de Juan Manuel de Rosas a la fecha ha sido su creación más genuina. Mientras tanto, el compañero Pablo Viró de Aerolíneas Argentinas, asistido por los esforzados militantes de La Cámpora, monta un avión rumbo a Rusia y acto seguido les informan que no queda claro si podrán aterrizar en el país que justamente nos va a vender la vacuna. Todo se arregló y el avión fue despedido desde Ezeiza como si fuera el Ejercito de los Andes de San Martín con Víctor Hugo Morales haciendo de Bernardo de Monteagudo. Mi amigo contador, me dijo mientras tanto, que a 300.000 vacunas por vuelo y atendiendo que necesitaríamos alrededor de noventa millones de vacunas, harían falta alrededor de 300 vuelos en avión que representaría un costo de alrededor de 150 millones de dólares, La vacuna más cara del mundo, pero así somos de vivos o, por qué no, de ligeros, porque, nunca se olvide amiga, amigo lector, que cuando los costos son elevados siempre hay un compañero que se queda con una buena diferencia, pero eso sí, no para su bolsillo, sino para la corona. Cualquier duda, consultar con Lázaro Báez, Ricardo Jaime, Julio de Vido o José y Cristóbal López. Maestros y bibliografía de consulta a los muchachos no les falta. El periodista Ricardo Roa observa, como para tranquilizarnos, que entre los entusiastas gestores criollos de la vacuna rusa están los señores Fernando Sulichin, cuyos antecedentes en materia de salud es haber filmado aguerridos documentales ponderando las bellezas morales y espirituales de los compañeros Hugo Chávez y Fidel Castro, mientras anticipa que su próximo documental estará dirigido a filmar a la abnegada épica de los dulces querubines de La Cámpora. El otro comedido es el compañero Ariel García Furfaro. Ahora sí que nos quedamos tranquilos. El compañero García Furfaro fundó una fábrica de suero en Rosario, Apolo se llamaba, que voló por los aires, afianzando el prejuicio gorila de que a los empresarios peronistas siempre sus empresas terminan, casualmente, volando por los aires. Criaturitas de Dios. García Furfaro estuvo preso entre 2002 y 2005 y, atendiendo la fecha de su prisión, resulta algo complicado echarle la culpa de tremenda arbitrariedad a Macri o a Lorenzetti, pero ya está claro para todos que luchar denodadamente por la liberación nacional y social ocasiona riesgos. Como para hacer realidad el principio zafaroniano de que los delincuentes son siempre víctimas y pueden se recuperados, García Furfaro fue convocado por la compañera Alicia Kirchner para ponerse al frente de una verdulería en el marco de la iniciativa promovida por Cristina bautizada con el solidario título de «Verduras para todos». ¡Que guion se perdió Fellini y Sordi! A modo de balance, una consideración a tener en cuenta como para disfrutar en estas fiestas de los entremeses de la comedia. De Sulichin y García Furfaro se pueden decir muchas cosas, menos de que alguna vez hayan hecho algo gratis o en defensa de la condición humana.

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