DOCTORA GALDÓS

QUINCE

Marcoli camina por la galería y se detiene frente al aula Vélez Sarsfield. Los alumnos salen de clase.  La profesora Amalia Galdós, pequeña, canosa, con su engañosa sonrisa de placidez en el rostro, es la última en salir.

-Doctora, la invito a tomar un café.

-Raras veces digo que no.

-Debo entender que acepta.

-Por supuesto…y con mucho gusto.

-Y se puede saber cuándo dice «no».

-Cuando sospecho de sus intenciones.

-Doctora, no me va a decir que algún alumno se le insinúa.

-No mijito…no son ni tan imaginativos ni tan procaces. Además, a mi edad ni los alumnos ni los profesores se me insinúan.

-Y entonces, ¿a qué se refiere cuando habla de sus intenciones?

-Sencillo, cuando me quieren trepar.

-Y sin ánimo de ser indiscreto, ¿cómo advierte que la quieren trepar?

-Por la manera que pronuncian la palabra «doctora».

-¿En serio?

-Nunca he hablado tan en serio en mi vida.

-¿Le pido un café?

-Cortado…y un vaso de agua.

-¿Y qué le dice su intuición sobre el motivo de esta invitación?

-Que querés hablar de política.

-¿Y no le preocupa?

-No, me divierte.

-Para nosotros la política no es una diversión.

-Para mí en una época tampoco lo fue.

-¿En una época?

-Sí, en una época. Ahora me divierte y la política estudiantil mucho más.

-O sea que no nos toma en serio.

-El humor a veces puede ser una cosa seria…pero no nos vayamos por las ramas: ¿Qué es lo que querés conversar conmigo?

-Su opinión sobre las elecciones.

-¿Las elecciones de Centro de Estudiantes?

-Si, claro.

-Que si no le ganan a Kraus voy a pensar con muy buenos argumentos que se lo merecen.

-Alguna vez usted lo apoyó.

-Eso no quiere decir nada.

-¿Cómo que no quiere decir nada?

-Lo apoyé porque la inteligencia y el talento siempre me han seducido.

-Y según usted Kraus es talentoso e inteligente

-¿Hay alguna duda?

-Su moral deja mucho que desear.

-Esa es la crítica de un sacerdote no la de un político.

-No la entiendo profesora. Por un lado lo pondera Kraus y por otro lado quiere que lo saquemos del Centro.

-¿Qué es lo que no entendés?

-Eso.

-Es tan sencillo…¿pero qué importancia tiene que yo los apoye?

-Doctora, usted es muy popular en la facultad.

-Si lo soy, te lo juro que fue sin querer. De todos modos, yo no estoy segura de que un eventual apoyo mío pueda significarle votos. Es más, creo todo lo contrario. Creo que a ustedes lo que más les conviene es que yo diga que voy a apoyar la lista de Kraus.

-No pienso lo mismo.

-Mi querido muchacho, no voy a salir a hacer campaña por ustedes. Nunca lo hice y no encuentro motivos para hacerlo ahora…además…insisto…yo soy pianta votos.

-Creo que no me expresé bien doctora. No queremos que salga a hacer campaña. Para eso estamos nosotros. Lo que le pido es si nos puede ayudar de otra manera.

-¿Por ejemplo?

-Conversando con nosotros.

-Es lo que estamos haciendo.

-No es eso exactamente.

-¿Acaso me piden que sea consejera de algo?

-Podría ser.

-Esto sí que es divertido en serio. ¿Ya mí quién me aconseja?

-No cambie de conversación doctora.

-Cambiemos de perspectivas entonces.

-¿Cómo nos ve?

-¿A quiénes?

-A nosotros doctora, a nuestra agrupación.

-Para serte sincera, hasta ahora no los veo.

-Estamos trabajando en serio.

-Será que a esa seriedad me resisto a verla.

-Se lo pregunto muy en serio.

-Yo te respondo en serio…no los veo…no están… y así como se mueven hay Kraus para rato…

-¿Me lo dice en serio?

-Otra vez con la palabra «serio» en la boca: sí, te lo digo en serio. No los veo en las aulas, no veo que tengan candidatos…¿por qué un estudiante los va a preferir a ustedes cuando con Kraus tiene aseguradas un montón de cosas?…¿porque son más buenos?…¿porque son más lindos…?

-En estas elecciones Kraus no va a ser candidato.

-Ya lo sé, pero como están las cosas a quien él señale con el dedo, gana…salvo…

-¿Salvo qué?

-Que haya alguna pelea interna o algo parecido.

-Yo no tengo noticias de nada.

-Yo sí.

-¿Puedo saberlas?

-No.

-¿Lealtad con ellos?

-No, pedagogía con vos. Las cosas están a la luz. Falta aprender a mirar. Y sino aprendés eso, mejor que te dediqués a otra cosa.

-¿Qué es lo que sabe doctora?

-No te lo voy a decir.

-Usted conversa con Kraus.

-Sí, cada vez menos, pero conversamos. Siempre es un gusto hacerlo.

-También es muy amiga de su novia.

-¿Te referís a Silvana Saravia?

-Claro.

-Nos llevamos bien, pero no somos amigas.

-Sin embargo la otra vez la vieron cenando con ella.

-Eso no quiere decir nada.

-Se supone que uno no cena con sus enemigos.

-¿Quién te dijo semejante cosa muchacho?

-¿Qué pueden tener en común usted y Silvana Saravia?

-Las dos somos malas. Admito que ella es bastante más que yo.

-¿Usted admite que puede ser buena? …por fin.

-La bondad es una debilidad que a mi edad yo puedo permitírmela, pero Silvana nunca va a cometer semejante falta.

-Hábleme en serio.

-Otra vez con la seriedad, Marcoli. A ver si me entendés. Con Silvana Saravia no somos amigas, porque esa distinguida señorita no tiene amigas.

-Sin embargo tiene novio.

-Si, Kraus…la chica no da puntada sin hilo.

-¿Sugiere que ella lo manipula a Kraus?

-No sugiero nada. Creo que son el uno para el otro. Y lo van a ser hasta que…

-¿Hasta que qué?

-Hasta que alguno suponga que esa relación no le conviene.

-Volvamos a la política.

-Tú volverás…porque yo nunca dejé de hablar de política.

-¿Qué me quiere decir?

-Lo que ya te dije…y ya te dije bastante. Lo demás corre por tu cuenta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *