Noticia policial y acontecimiento

La semana que pasó estuvo más cerca de la crónica policial que de la crónica política. No es una buena señal de salud para las instituciones que la política sea desplazada por el crimen, pero ya se sabe que con las malas señales lo peor que se puede hacer es ignorarlas.

En primer lugar, el presidente de la Nación denunció que recibió amenazas contra su vida y la de su familia. El tema no es menor ni merece ser tratado a la ligera. Conociendo el paño de los enemigos de Néstor Kirchner, a nadie le debe llamar la atención que hayan pretendido intimidarlo. La «maldita Policía bonaerense» es capaz de eso y de mucho más, lo que no sabemos hasta dónde el estado de derecho es lo suficientemente fuerte como para combatir a estas mafias armadas que hoy se han transformado en el enemigo público número uno de la Argentina.

Por lo pronto algunos prohombres del establishment subestiman este peligro o consideran que es una maniobra propagandística del oficialismo. Por afán de posar de opositores o por los compromisos adquiridos con la Policía, estos dirigentes no sólo hacen silencio sino que objetivamente operan de protectores de estas mafias.

A nadie se le escapa que la delincuencia policial opera protegida por policías y jueces, pero de allí a pretender colocar a los policías de Buenos Aires como tiernos corderitos víctimas de políticos inescrupulosos es plantear el problema exactamente al revés.

Con «la Bonaerense» hay conflictos desde hace por lo menos ochenta años. Ya en la década del treinta se habían ganado el apodo de «policías bravas». En los años cincuenta y sesenta les dijeron «mafias uniformadas» y en tiempos de Klodzyk se la calificó de «maldita policía».

Tampoco ayuda a depurar la Policía o a reformarla decir que la institución es sana y a lo sumo existen algunos hombres que la desprestigian. Una institución cuyos principales funcionarios aparecen involucrados en los crímenes más resonantes, es una institución enferma. El tema no se arregla pasándolos a retiro, porque la vacante es cubierta por el que sigue en el escalafón, que inmediatamente se hace cargo de los «negocios». Y mucho menos se arregla, como dice Marianito Grondona, poniendo al frente del cuerpo a los militares, porque tal como están planteadas las cosas, si esto ocurriera, en lugar de tener un problema tendríamos dos, ya que a la policía corrupta habría que agregarle los militares corruptos, tal como ocurre en Colombia, un modelo de país que nos amenaza como una pesadilla.

No es verdad que los políticos someten a la policía, sino a la inversa; son estos comisarios corruptos y venales, extorsionadores, chantajistas y carniceros los que someten por el miedo o la coima a políticos y jueces. Entonces, decir que la «Bonaerense» es una congregación de santos perturbados por las tentaciones de políticos pecadores es una mentira funcional a la impunidad policial.

Pero volviendo a la seguridad del presidente, digo que sin pretender ser ave de mal agüero ni alarmista, creo que un magnicidio en la Argentina sería una catástrofe desde todo punto de vista. ¿Exagero? Los principales diarios de Buenos Aires de manera velada están advirtiendo sobre la seguridad del presidente. Si cuando viaja al extranjero nos quedamos todos con el Jesús en la boca porque Scioli se sienta en el sillón de Rivadavia, pensemos en lo que podría suceder si ocurriera algo más grave. Y que nadie tenga la menor duda de que si por desgracia se produjera lo peor, la responsabilidad será de los mismos que se prestaron para dinamitar a la AMIA o a asesinar a Cabezas.

También en esta semana fue detenido Musa Azar acusado de ser el asesino de Patricia Villalba y Leyla Nazar. El comisario Azar se inició como policía gracias a un nombramiento de la Revolución Libertadora, y desde aquella lejana fecha estuvo presente en los principales operativos clandestinos y represivos que llovieron sobre esa desgraciada provincia.

En los últimos años -como no podía ser de otra manera- Musa Azar fue el hombre de confianza de Carlos Juárez el reblandecido y protervo caudillo peronista de Santiago del Estero, el hombre que desde hace más de cincuenta años maneja a esta provincia como si fuera un señor de horca y cuchillo con derecho de pernada incluido.

Lo más siniestro de Musa Azar, lo que pone la piel de gallina y lo transforma en lo más parecido a un monstruo, es ese zoológico que ha levantado en donde -según las recientes informaciones- fue ejecutada Patricia luego de ser salvajemente torturada.

La otra desagradable novedad santiagueña es la responsabilidad del principal dirigente de la Juventud Peronista de Santiago del Estero, Carlos Anauate. Al respecto, no está de más recordar que en el crimen de Soledad Morales el asesino, me refiero a Guillermo Luque, también había sido dirigente de la Juventud Peronista de Catamarca. Tampoco hay que olvidar que los matadores de Cabezas, es decir «Los horneritos» fueron militantes de la Juventud Peronista de La Plata, según declaraciones del propio Duhalde.

A mí no me cabe ninguna duda de que esto es una desgraciada coincidencia o casualidad, pero sería deseable que de aquí en más estas casualidades no se repitan. Yo estoy convencido de que los asesinos no tienen partido, y cuando invocan a uno lo hacen para cubrirse, pero en homenaje a las tradiciones combativas de la Juventud Peronista sería bueno que el nombre nunca más aparezca asociado a los peores crímenes de la Argentina.

La últimas novedades policiales fueron los supuestos atentados contra los candidatos políticos de la provincia de Entre Ríos. El empleo de la palabra «supuesto» no es arbitrario sino lógico, ya que si bien pudo demostrarse que el candidato radical, Sergio Varisco, efectivamente fue agredido a cascotazos por bandas peronistas de Concordia debidamente financiadas con «Planes trabajar», no ha podido demostrarse quiénes son los autores del pretendido atentado contra Busti y, lo que es peor aún, existirían muy buenas razones para suponer que el atentado fue fraguado, ya que el informe objetivo de los peritos dice que las balas no fueron disparadas con los autos en marcha, sino cuando estaban detenidos.

Todo está por investigarse en esta provincia que supo dar dirigentes de la talla de Alasino y Montiel; de todos modos un buen ejercicio espiritual para este fin de semana consistiría en responder imaginariamente a la siguiente pregunta: ¿Usted cree que Busti pueda ser capaz de simular un atentado? ¿Cree que un demócrata de antecedentes tan impecables puede caer en semejante farsa?

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