Legitimidad de origen y legitimidad de ejercicio

Los reflejos de Kirchner para responder a la derrota de Misiones han sido impecables. El presidente se puede equivocar o distraer en muchas cosas, menos en saber dónde está el poder o en qué momento el poder corre riesgos. Su talento consistió en intuir mediante un certero golpe de vista que si no salía al frente poniendo límites a los gobernadores que insistían con la reelección, lo aguardaban nuevas derrotas en manos de una oposición cada vez más audaz y confiada en sí misma.

Poco importa saber si la respuesta de Kirchner está relacionada con la convicción o el oportunismo; lo que importa en política son las decisiones y éstas han sido elocuentes. Palabras más, palabras menos, hoy el presidente está en contra de los ensayos reeleccionistas; esto no quiere decir que dentro de un año no pueda alentar alguna estrategia parecida, pero la única condición que reclamaría para incursionar otra vez por esos andurriales cívicos sería el apoyo o, por lo menos, la indiferencia de la sociedad.>

A ver si nos entendemos. Kirchner no cree que el tema de la reelección sea importante para la defensa de una cultura republicana. Es más, tengo mis serias dudas de que la república le importe. A él lo que le importa es el poder y por tradición política sabe que la principal fuente de legitimidad de ese poder son los votos. No va a arriesgar el poder por la reelección de otro, pero si mañana las condiciones le fueran propicias no tendría ningún problema ni reparo moral en apoyar lo que antes condenó. Este comportamiento político no responde a su condición de amoral o inescrupuloso, de conservador o progresista; responde a su condición de peronista.>

Si la democracia es la soberanía popular y la república son las instituciones, podría decirse que el peronismo es democrático pero no es republicano. Cree en la legitimidad del voto, lo adula, lo conquista y lo disfruta, pero no cree en los controles institucionales que le parecen un estorbo para sus ambiciones de poder. Tiene que ocurrir algo como en Misiones para que un gobierno peronista reaccione. La defensa de los valores republicanos en este caso no provienen de las convicciones sino del oportunismo.>

Hay algo de cínico y de tramposo en todo esto, pero también hay algo que merece rescatarse. Conocido el resultado de Misiones, Kirchner tuvo buenos reflejos y las consecuencias de su respuesta fueron favorables para la sociedad. En una situación parecida, Fernando de la Rúa, por ejemplo, hubiera quedado paralizado o hubiese redoblado la apuesta en la mesa equivocada. Esa disposición a cometer errores, y la consiguiente parálisis política que transforma a un dirigente conservador en un autista o algo peor, es la diferencia cualitativa entre un político eficaz y un político inservible.>

Ocurre que en las sociedades contemporáneas -en las que el principio de legitimidad es el voto popular- no se puede hacer política desconociendo ese dato. El aporte del peronismo a la política como arte de conquistar y ejercer el poder fue establecer dos grandes principios sin los cuales ninguna política, ni de derecha ni de izquierda, es viable: para llegar al poder hacen falta votos y, una vez en el poder, no se puede gobernar sin el apoyo popular. Ese apoyo puede ser activo o pasivo, pero en todos los casos debe constituir un consenso sólido como una roca.>

Lo afirmado suena a obvio, pero a juzgar por los comportamientos de más de un político, esa obviedad no siempre es tenida en cuenta. Cualquiera sabe que no se puede llegar al poder sin el voto popular, pero no cualquiera se hace cargo a fondo de las consecuencias de ese axioma.>

En una elección asisten millones de personas a las urnas. Esos millones de personas mantienen expectativas diversas y al primer golpe de vista dan una imagen caótica, dispersa. Sin embargo, al momento del escrutinio se demuestra que la voluntad popular que nació del recuento de los votos, obedece a una secreta lógica interna. En la inmensa mayoría de los casos la voluntad de las urnas no es arbitraria, esa masa dispersa y confusa de individuos que emitieron el voto tejieron sin proponérselo de manera deliberada una tendencia histórica que no es arbitraria.>

Los políticos que logran dar con la clave que moviliza estos resortes son los que ganan. No se trata de suerte, sino de una combinación original entre necesidad, libertad y azar. Por lo tanto, ganar una elección incluye algo de arte, algo de ciencia y algo de sabiduría histórica. En una elección no todo está permitido, pero no es la verdad o la mentira lo que define, sino una sabia combinación de verdad y mentira, sabiendo, claro está, qué verdad hay que revelar y ocultar y qué proporciones de mentira es necesario hacer creíble.>

El otro gran aporte del peronismo a la cultura política argentina es que nadie, ni siquiera los peronistas pueden gobernar en democracia desconociendo el humor popular o sin el apoyo pasivo o activo de amplias capas sociales. No se trata de darle la razón al pueblo o de repetir como loros que el pueblo nunca se equivoca. Pero tampoco se trata de tomar decisiones económicas y sociales que agravien cotidianamente a la sociedad.>

Un político talentoso sabe que debe asegurar un piso mínimo de gobernabilidad para desde allí ensayar sus estrategias sociales y económicas. En una municipalidad pequeña, un intendente sabe que debe asegurarle a los vecinos que las calles estén limpias, que las luces iluminen y que el césped de la plaza esté cortado. Una vez cumplidas esas metas mínimas puede dedicarse a promover otros ensayos.>

En el orden nacional ocurre algo parecido. En las actuales sociedades secularizadas, un gobierno debe garantizar que los sueldos de toda la administración pública se paguen; que la educación, la seguridad y la salud funcionen mínimamente y que los sectores privados consideren que sus expectativas de calidad de vida están más o menos satisfechas. Este escenario es ideal, nunca es perfecto, pero en sus líneas generales debe funcionar. Si ello no ocurre, un presidente ingresa en zona de peligro.>

A modo de síntesis, entonces, habría que decir que en las sociedades democráticas (quiero insistir en este punto, porque en las dictaduras el principio de legitimidad del poder es otro) llega al poder el que sabe conquistar una mayoría popular y se mantiene en el poder el que sabe sostener con políticas adecuadas a cada coyuntura esa mayoría.>

En términos más académicos diría que en todos los casos importa una legitimidad de origen y una legitimidad de ejercicio. De la Rúa tuvo una legitimidad de origen fuerte y una legitimidad de ejercicio cada vez más débil hasta que terminó escapándose por los techos de la Casa Rosada. A la inversa, la legitimidad de origen de Kirchner fue débil, pero hoy su legitimidad de ejercicio es fuerte, aunque en estos temas, -bueno es que Kirchner lo sepa- nunca está dicha la última palabra.>

El peronismo es el partido que mejor ha sabido asimilar esta elemental lección política, y así se explica su permanencia en el poder durante gobiernos democráticos. Importa, para que la democracia funcione, que los otros partidos se hagan cargo de estas verdades y actúen en consecuencia, porque entonces sumarán a la eficacia de la democracia la moderación de la república.>

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