Rogelio Alaniz

Febrero 2011 Jorge Riani- El Diario

Rogelio Alaniz es un tipo de periodista que no abunda. No cuesta imaginarlo plantado en la Redacción del diario El Litoral, ajeno al ritmo del cierre, más bien con los tiempos que demanda la mirada reflexiva y profunda de la realidad.
Capaz de bucear en sus conocimientos para dar contexto a un cable de agencia que dispara el dato de una matanza en Medio Oriente o escribir de corrido un artículo que posibilite comprender las rebeliones de países que no cualquiera podría ubicar en el mapa, Alaniz es referente del periodismo ilustrado y comprometido.
Cosmopolita, viajero, lector empedernido, polémico, con un pasado militante, Rogelio Alaniz es una referencia periodística de la región y de la Universidad Nacional del Litoral, donde da clase de Sociología.
Es el depositario del estilo periodístico que florece en una vasta producción que incluye artículos de opinión, entrevistas, crónicas de viaje, novelas, ensayos. En un café de Santa Fe, dialogó con EL DIARIO sobre la extraña relación que une y divide, a la vez, a Paraná con la vecina capital provincial.

VISIONES. –Desde Paraná siempre vimos a Santa Fe como una ciudad muy gris, casi chata, pero esa situación se revirtió y ahora vemos una gran ciudad, con movimiento, vida y muy linda. ¿Cómo ve usted a Paraná?
–Siempre he ido a Paraná cuando iba a dar clase a la facultad y volvía. La conozco, por supuesto, y es una ciudad que me resulta agradable. Me resulta agradable el Parque Urquiza, algunos barrios, ciertos climas de la ciudad que nos parece muy íntimo. Soy un observador externo de Paraná.
Los otros días estuve con un amigo y pensábamos por qué Santa Fe y Paraná, estando tan cerca –ahora con la autovía son 30 minutos de viaje– se dan la espalda. Están cerca pero miran para lugares distintos, siendo que están en una distancia que en Buenos Aires es la misma que va de Plaza Once a Recoleta.
A lo mejor también es parte del encanto de las dos ciudades que se den la espalda y son, por lo tanto, ciudades que uno siempre las está descubriendo. Santa Fe no es un barrio de Paraná; Paraná no es un barrio de Santa Fe.
–Hay un elemento que es que la Universidad Nacional del Litoral tiene una gravitación notable en la sociedad santafesina, es una generadora de cultura, casi un faro que ilumina la agenda de actividades…
–Puede ser. No sé cómo funciona la Universidad Nacional de Entre Ríos. Lo que puedo decir es que la Universidad Nacional del Litoral es una de las tres o cuatro universidades más antigua y más grandes del país. Entonces su gravitación social es más fuerte.
Por razones históricas, Santa Fe hasta hace unos años era la ciudad que tenía más investigadores trabajando en proporción de habitante. Están el Conicet, muchos centros de investigación, la Universidad Católica, la Universidad Tecnológica. Hay una vida universitaria intensa y activa.
Cuando llegué a estudiar en la Universidad del Litoral había gente que llegaba de Bolivia, de Perú, del sur del país, del noroeste, de provincia de Buenos Aires. Era una universidad muy cosmopolita. El estudiantil era un mundo donde gravitaba mucho la vida de quien vivía afuera de su casa. Hoy en cambio pesa más el estudiante local.
–Durante la época de la Confederación, Entre Ríos llegó a tener mucha más población que Santa Fe.
–Los datos históricos que tengo improvisado en esta charla es que lo que se desarrolló fuerte en Entre Ríos era la costa del Uruguay. Sobre todo en la época de Urquiza; de 1840 a 1870, cuando Urquiza gravita en la provincia de Entre Ríos.
Paraná es la Bajada, como se decía en aquellos tiempos. Había sí cosas interesantes: como el Club Socialista. Hay que ver qué se entendía como socialismo en 1860 en Paraná.
Pero era una vida muy chiquita, como muy chiquita era la vida de Santa Fe.
Santa Fe crece mucho a partir del gran aluvión inmigratorio, que fue más importante que el de Paraná. Y tiene una cantidad de reformas económicas y de infraestructura que a partir del siglo XX le permiten tomar distancia de Paraná en términos de población y complejidad de vida económica, como por ejemplo todo el complejo ferro-portuario y las propias instituciones.
Mientras tanto Entre Ríos entra en un período de encerrarse, separada por los ríos, con una fuerte influencia ruralista y más tradicional incluso. Acá el campo de la región es el campo de los inmigrantes, de las pequeñas y medianas propiedades, mientras que en Entre Ríos predomina el terrateniente, con zonas inmigratorias, claro, porque hubo inmigraciones importantes, como la judía, de italianos, suizos.
–Cuesta que los entrerrianos nos hagamos la idea de que esta provincia es, en gran parte, el derrame poblacional de Santa Fe.
–Hay apellidos como Crespo que están en ambos lado. Había jurisdicciones que se combinaban. De hecho la sede del arzobispado que correspondía a Santa Fe estaba en Entre Ríos.
–Cuando se compara una ciudad con otra, surge la eterna pregunta sobre cuál es la más agraciada, la más linda, y hay opiniones diversas. Yo diría que es así: lo público es más bello en Entre Ríos, y en lo privado es Santa Fe. Viendo el boulevard se advierte que Santa Fe tuvo una burguesía muy desarrollada.
–Santa Fe se ha distinguido, para bien o para mal, en tener una burocracia estatal, con un patriciado que se empobreció rápidamente. Y hubo un aluvión inmigratorio donde ahí sí aparecen los nuevos ricos. La ciudad cosmopolita por excelencia fue Rosario. Santa Fe fue más burocrática, más católica, pero con los rasgos de modernidad como los que señalé: el complejo ferro-portuario, la universidad, un movimiento sindical y docente muy avanzado en términos ideológicos y culturales muy avanzados ya en el siglo XX.

EL PUERTO Y EL INTERIOR. –Rosario estaba destinada a ser la capital nacional por mandato del Congreso, pero dos presidentes lo vetaron porque desconfiaban de las intenciones de Urquiza. El desarrollo de la región de Rosario, ¿obedece a la política urquicista en contraposición a los intereses de Buenos Aires?
–Pasaron varias cosas. A Rosario le permite un gran despegue convertirse en el puerto de la Confederación, con Urquiza. Eso le da una vida económica a esa región que no estaba pensada. Rosario no era superior a Santa Fe hasta la Batalla de Caseros.
Ser el puerto de la Confederación la ayudó mucho y luego también ser el puerto de la Guerra del Paraguay, de los 65 al 70. Al mismo tiempo alrededor de Rosario hay praderas muy fértiles donde predomina la propiedad terrateniente, pero se formaliza bajo la figura del arrendatario, del aparcero. Mientras que en la zona de Santa Fe los colonos llegan a acceder a la propiedad de la tierra.
–El regreso de Urquiza de Pavón sin dar batalla, ¿responde a sus intereses particulares?
–Urquiza era uno de los hombres más ricos de la Argentina. Yo calculo que tenía un millón de hectáreas. Era el dueño de la provincia de Entre Ríos, dueño de saladeros, de puertos. Tenía flota de barcos propia. Está fuera de discusión que toda decisión política que toma Urquiza tenía que ver con sus intereses económicos. Y esto no es para hablar mal de Urquiza, es para entenderlo.
¿Qué suponían; que iba a tomar decisiones al margen de sus intereses? En general las decisiones que se toman están comprometidas con intereses. Está claro que hay intereses más amplios e intereses más estrechos; métodos para defender los intereses más justos o más injustos. Que nadie se engañe: cada una de las decisiones de Urquiza estaba comprometidas con sus intereses.
Pero lo que ve Urquiza es que la idea de la Confederación estaba muy linda pero que le sale muy caro, porque el único que pone plata para sostener ese proyecto era Entre Ríos.
A partir de allí Urquiza se da cuenta de que a Buenos Aires se le puede infligir una derrota militar, pero es imposible derrotarlo económicamente. Imposible derrotar lo que la historia y geografía determinaron de una manera dura. No quiero hacer un determinismo geográfico, aunque la geografía unida a la historia constituye una fuerte tendencia.

“El de Binner no es un gobierno socialista”

El encuentro con Alaniz fue una buena oportunidad para indagar, además, sobre la realidad política santafesina.
–¿Cree que se le imprime una doctrina socialista a la gestión de Hermes Binner?
–No creo que esta sea una provincia socialista. Yo respeto mucho a Binner; lo he votado y creo que voy a seguir votando al Frente Progresista. Pero por lo menos hasta tanto se actualice el concepto en el lenguaje esto no es un gobierno socialista. Y no lo es no sólo por sus actos, sino hasta por su discurso.
En general no hay nada que permita oler a socialismo en este caso. Yo creo que lo que distingue al socialismo es la búsqueda de la igualdad y no el concepto de reducirse a combatir la pobreza. Combatir la pobreza se lo puede plantear desde un término conservador, liberar. Nadie está a favor de la pobreza y todos dicen querer combatirla. Lo que plantea el socialismo es la igualdad y no es lo que se está haciendo acá.
A lo mejor no es necesario que lo haga, a lo mejor no están dadas las condiciones para hacerlo, pero lo que yo quiero es ser leal con el lenguaje: esto no es un gobierno socialista.
El Frente Progresista trata de hacer una administración honesta de los recursos de la provincia de Santa Fe, administrando lo que está: mejorándolo, modernizándolo. Pero me parece exagerado decir que Santa Fe es socialista por esto.
–¿Y es un gobierno radical el que Barletta desarrolla en la ciudad?
–El de Barletta tiene características de un gobierno radical, en un tono de aggiornamiento. Primero que es ingeniero y no es el clásico abogado radical; segundo que seguramente se ha afiliado al radicalismo hace poco tiempo –no viene del área de tradición radical– y su perfil proviene de la gestión universitaria, porque antes de ser rector fue durante 15 ó 20 años funcionario de la universidad. Formalmente la ciudad está gobernada por el Frente Progresista; no es la Unión Cívica Radical. Claro que las cosas en Argentina son como son, y el liderazgo de Barletta hace que el tono radical sea más fuerte, como que el liderazgo de Binner hace que el tono socialista sea más fuerte.
Son gestiones que tratan de marcar diferencia con las gestiones justicialistas anteriores. En ese sentido Santa Fe se ha constituido en un modelo de sistema político en el país. Es la única provincia donde el alineamiento entre ideología política y gestión es más o menos coherente. Acá hay dos grandes coaliciones: una liberal democrática, que es el Frente Progresista, donde hay socialistas, independientes, demócrata-progresistas, y una coalición, vamos a llamarle nacional conservadora o nacional popular que es peronismo.
Son fuerzas parejas, de buen nivel de competencia, que ha provocado la promoción de los mejores dirigentes. Los dirigentes que tiene el justicialismo acá en la provincia son buenos; los dirigentes del Frente Progresista son buenos también.
Esto no pasa en el país, ni en otras provincias, donde los alineamientos se dan por los intereses locales, alrededor de caudillos provinciales o valiéndose de la estructura del Estado o un fuerte oficialismo y una oposición desperdigada.
–Dice que desde el discurso ya el gobierno de Binner no se condice con los postulados del socialismo. ¿Cómo analizaría ideológicamente al gobierno nacional haciendo un análisis de su discurso?
–Es un gobierno peronista. Es un gobierno peronista con todos los vicios y todas las virtudes que le podemos aceptar a un gobierno peronista. Con una coalición política que retoma una cantidad de conceptos del progresismo, combinado con prácticas políticas que no le hacen asco al acuerdo con (Hugo) Moyano, los caciques del Gran Buenos Aires, los caudillos conservadores de las provincias, ya sea el acuerdo con Menem ahora, las simpatías con Saadi en su momento.
En el caso del peronismo lo que hay que estudiar más es la vocación de poder y a partir de ahí su adaptación a los discursos más diferentes. Así como Menem reivindicó al almirante (Isaac) Rojas, porque supuestamente producía un resultado político en la década del ’90, los Kirchner reivindican a Hebe de Bonafini. En los dos casos no afecta absolutamente en nada el funcionamiento de la sociedad. Son elementos simbólicos que se usan y que hasta es dudoso en los resultados que tenga. Yo no sé si Kirchner tiene mucho más votos por hacer eso o no, pero seguramente tendrá un valor simbólico y después se convencen que toda la vida defendieron ese discurso.
–Es como dice el historiador Shumway, una ficción orientadora; algo que permita cohesionar.
–Cohesionar, dar identidad al gobierno, incorporar a sectores progresista aunque en un campo de degradación. Y digo esto porque es una degradación política que Hebe de Bonafini diga que sus hijos están encarnados en Boudou y en Felisa Micelli. Si hubiera dicho, por lo menos, Vertbisky y algún muchacho de Carta Abierta, como Horacio González… Boudou no piensa muy distinto a lo que pensaba cuando estaba con Alvaro Alsogaray.
En una época se suponía que Hebe de Bonafini podía identificarse con el Che Guevara, Fidel Castro, pero ahora ha degradado a Boudou. Hasta ha escapado de los cánones clásicos del izquierdismo.

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