El Papa y la Señora

Quinta reunión del Papa con la presidente en menos de dos años. Es mucho. No recuerdo ningún antecedente parecido. Ni Wojtyla con Walessa, ni Ratzinger con Ángela Merkel. ¿Motivos que expliquen estas jornadas bucólicas donde los personajes intercambian regalos, sonrisas y palabras cariñosas? Los ignoro. Conozco las explicaciones oficiales, pero sinceramente no me convencen. Se dice, por ejemplo, que el Papa no le puede decir que no al pedido de audiencia de un jefe de Estado. Después de cuatro reuniones se me ocurre que la discreta diplomacia del Vaticano podría encontrar motivos bien justificados para eludir las solicitudes o, por lo menos, postergarla con el argumento que dio el propio Papa: no recibimos dirigentes políticos en temporadas electorales.

¿Que la Señora no es una dirigente política porque es presidente? El argumento no resiste las exigencias del más inocente manual de Educación Democrática. La Señora es presidente, pero es, en primer lugar, la principal puntera política del oficialismo, la que decide quién va y quién no va en las listas partidarias. Un cardenal llamado Bergoglio advirtió en su momento sobre los peligros del autoritarismo ¿Es necesario recordarle a Francisco que ese peligro existe, que la tentación de ir por todo se mantiene intacta y que la Señora es la principal animadora de esa pretensión?

No, el Papa no recibió a una mandataria decidida a retirarse de la política y preocupada, muy preocupada, por los problemas de la paz en el mundo como lo prueban sus alianzas con Irán, Venezuela y Rusia. Por el contrario, le otorgó una nueva audiencia a la principal y exclusiva referente de una facción política, facción que ella misma se ocupó de transformar en beligerante.

Se especula que el Papa alienta la ilusión de que con sus buenos tratos, su actitud cordial y afectiva logrará convencer a la presidente de los beneficios de la tolerancia y el diálogo. Lo siento por él. Por lo menos hasta la fecha los resultados son deplorables. Cualquier duda al respecto, consultar los videos que registran las jornadas bizarras del 25 de Mayo, hasta el uso obsesivo de la cadena nacional con su empalagosa y crispada letanía.

Esta última entrevista se realizó un domingo que, casualmente, era el Día del Periodista. Me parece innecesario explicarle a un funcionario del Vaticano la importancia de los detalles. El detalle de una mujer que ha hecho de la hostilidad a la prensa y a los periodistas, uno de los ejes principales de su relato discursivo. Así lo hizo antes, así lo hace ahora y así lo hará siempre, porque la Señora no cambia, en todo caso el que cambió fue Bergoglio.

La reunión del domingo fue la más prolongada de la jornada y en la foto salieron “tomados de la manito”. Lo digo para refutar a quienes pretenden argumentar que al Papa no le quedó otra alternativa que recibir a la presidente. Pobre. Aunque, a decir verdad, los gestos, las manifestaciones públicas, la extensión de las reuniones no parecen coincidir con la descripción de alguien agobiado por la obligación de mantener una reunión indeseable.

Francisco dijo en su momento que en más de una ocasión se sintió usado por los políticos. ¿Por quién? Sería útil para todos conocer los nombres de los que lo usaron. Por lo pronto, no se me ocurre que a la manipulación la hayan hecho algunos de los dirigentes de la oposición, los mismos que defendieron contra viento y marea al cardenal Bergoglio cuando era hostigado por los mismos que ahora se jactan de pasearse por los salones del Vaticano como panchos por su casa, incluido Guillermo Moreno y su esposa, flamante funcionaria del Vaticano.

Hasta el observador más distraído habrá percibido el momento en que Insaurralde se colocó al lado de la presidente en Brasil para salir en la foto con el Papa, la misma foto que luego fue usada como afiche en la campaña electoral. Que alguien me explique si eso no es jugar con trampa, trampa que por supuesto fue urdida por la Señora. Abuso de confianza es llegar al Vaticano con la Cámpora incluidos los bombos, las vinchas y las banderas. También aquí hubo fotos que transformaban a la reunión en un festivo e improvisado acto en una unidad básica, o en una jornada festiva al estilo La Salada con cumbia villera como música de fondo.

“Transformaste mi casa de oraciones en una cueva de ladrones”, dicen que dijo el Nazareno. Conociendo la catadura moral de las selectas visitas, las palabras de Jesús adquieren rigurosa e inquietante actualidad. Y hablando de oraciones. ¿Por qué ni una frase piadosa a las hijas del fiscal Nisman? Es raro. Oraciones para la Cámpora y la Señora y silencio para las hijas que perdieron al padre en condiciones tan escabrosas como siniestras

Por supuesto que el Papa fue usado, usado en las versiones más groseras y vulgares por parte de un peronismo que en estos temas siempre se supera a sí mismo. La manipulación no sólo violenta lo que deberían ser relaciones diplomáticas correctas, sino que exhibe un tono irreligioso y pagano que debería alarmar a quienes reivindican el carácter sagrado de lo religioso.

¿Por qué permite Francisco estos abusos? No lo sé ¿Le salió el enano peronista que llevaba adentro? No lo sé, ni lo creo. Me basta con saber que la manipulación existe, que el kirchnerismo se legitima con su prestigio y que todos estos beneficios los obtiene gratis, es decir, sin ninguna manifestación de arrepentimiento por los excesos cometidos desde el poder o por las injurias, agravios y calumnias levantadas contra Bergoglio, operaciones que incluyeron intrigas infamantes, operativos de una bajeza nauseabunda en el intento de impedir que fuera elegido Papa.

El Papa es un líder religioso y perdona. No tengo ninguna objeción que hacer al respecto, pero como yo no soy religioso no me pidan que perdone a canallas y corruptos que de lo único que no tienen ganas es de arrepentirse. Entiendo que el Papa, como jefe del Vaticano, deba recibir a todos los presidentes del mundo. También me hago cargo de su preocupación para que la Señora concluya su mandato, preocupación que, dicho sea de paso, es de todos los demócratas, de todos los que nunca hemos tenido nada que ver con las puebladas desestabilizadoras destinadas a derrocar mandatarios democráticos. ¿O hace falta recordar que las desestabilizaciones reales en la Argentina fueron perpetradas por los mismos que ahora se presentan como hipotéticas víctimas de estas maniobras desestabilizadoras?

Entiendo que las críticas que el cardenal Bergoglio realizaba contra el régimen K no pueden ser realizadas por el Papa Francisco. Lo entiendo, pero la comprensión no me inhibe a pensar que las críticas de ese cardenal valiente y justo que se llamaba Bergoglio, mantienen rigurosa actualidad porque el régimen sigue siendo corrupto, autoritario, arrogante y soberbio. Y la principal responsable de esas virtudes es la Señora, quien ahora se pasea por los salones del Vaticano como una traviesa y jovial novicia rebelde o como una coqueta heroína de Tiffanys.

Insisto, no me preocupa que el Papa reciba a la presidente argentina. Me preocupa el exceso, la sobreactuación, las cinco recepciones que, a juzgar por las declaraciones de Eduardo Valdés serán siete de aquí a fin de año. No exageremos. La Argentina no está al borde de la guerra civil y los problemas de gobernabilidad de la Señora no son muy diferentes a los que afrontan Bachelet y Dilma Roussef.

“No hay problemas de gobernabilidad en la Argentina”, es una afirmación hecha en el Vaticano por la Señora, motivo por el cual tampoco se entiende por qué Francisco se empeña en reunirse con la mujer que él sabe muy bien que lo considera un enemigo y que si ahora le sonríe y le hace arrumacos de lánguida cortesana es porque íntimamente está convencida que el Papa es kirchnerista, porque ella no conoce otra relación que no sea la de la subordinación del otro o la identificación plena, más que con sus creencias, con sus caprichos y sus obsesiones. No, Cristina no ha cambiado, el que ha cambiado fue Bergoglio. Seguramente tiene sus motivos, pero nosotros tenemos derecho a extrañar a Bergoglio, sin por ello dejar de querer a Francisco.

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