Arrivederci Señora

Inevitable hablar de política. El gobierno kirchnerista se va y viene el gobierno de Cambiemos. Después de más de treinta años de democracia, los actos de traspaso del poder deberían ser normales, pero en la Argentina ésa es una palabra que nunca conviene pronunciarla con demasiado entusiasmo para no sufrir inesperados desengaños. En honor a la verdad todos los traspasos en la provincia se hicieron normalmente, salvo en el orden nacional. ¿Por qué? La respuesta a esta pregunta todos la conocemos, hasta José que es kirchnerista de la primera hora. En la mesa de hoy abundan las tazas de café, algún liso, los diarios de la jornada y la inevitable taza de té de Marcial.

—La Plaza de Mayo se llenó de gente para despedir a la compañera Cristina -se jacta José.

—Si es por despedirla, pero despedirla para siempre -observa Marcial- hasta yo estoy dispuesto a ir a la Plaza.

—No es una despedida, es una cita entre compañeros que van a seguir luchando.

—De eso no me cabe ninguna duda -responde Marcial- la abogada exitosa sabe muy bien que significa seguir luchando. Además no me queda claro el objetivo de su lucha, tal como se presentan los hechos, me da la sensación de que la Señora está decidida a luchar por su libertad

—A mí lo que me molesta de todo esto -dice Abel- es el papelón que estamos dando en el mundo; otra vez los argentinos dando la nota.

—En eso voy a discrepar con vos -digo- el papelón no lo hacemos los argentinos, el papelón lo hace la Señora y su séquito. Como argentino no estoy dispuesto a hacerme cargo de las payasadas de esta enferma, enferma de poder y narcisismo.

—No sé por qué están tan enojados -se queja José- Cristina se va y ahora les toca a ustedes. Gobiernen como Dios manda, pero gobiernen, no vaya a ser cosa que dentro de unos meses empiecen con los recortes, los descuentos de salarios y cuando las papas quemen se escapen por los techos.

—Quedate tranquilo que nada de eso va a pasar. Nadie se va a escapar por los techos, mucho menos los que serán citados por la Justicia para que expliquen los chanchullos del poder, los negociados que han perpetrado en todos estos años… no… nadie se va a escapar… y además no los vamos a dejar escapar, porque es hora que, de una buena vez, los ladrones del erario vayan en cana -sostiene Marcial.

—A mí lo que me resulta delirante es este embrollo por el traspaso. En estos días los traspasos se están haciendo en todas las provincias. Se hacen en Santa Fe, en Buenos Aires, en la Caba y todo es normal, el gobernador que se va, entrega el poder al que viene… no es tan complicado -agrega Abel.

—Ustedes no quisieron que Cristina entregue el poder.

—Vos no podés decir semejante boludez en serio -digo- ¿qué interés tiene Macri en que no esté presente la presidente saliente? Además, no nos hagamos los distraídos. Todos, vos también José lo sabés, teníamos la certeza de que la Señora no iba a entregar el poder, porque, entre otras cosas, está convencida de que la presidencia es un bien privado, que ella es la dueña de Casa Rosada y la residencia de Olivos y, por lo tanto nadie entrega de buen grado el poder cuando cree que es suyo.

—La medida cautelar que presentaron es una vergüenza -acusa José.

—Fue para poner punto final a una situación tortuosa y miserable. Tu Señora quería imponer dónde se hace el traspaso cuando se sabe muy bien que el traspaso del Poder Ejecutivo se hace en la Casa Rosada que es la sede del Poder Ejecutivo. Además, con todos los chanchullos y las histeriqueadas que venían haciendo, se imponía definir quién es el que manda a partir del 10 de diciembre.

—Yo le agrego a eso, la pretensión de transformar al Congreso en una batalla campal, en un territorio con piedra libre para las patotas y las barra bravas. Pero, además, recordemos que la Señora primero no quiso ir porque no quería entregar la banda en la Casa Rosada, después dijo que se le hacía tarde para asistir al acto de su cuñadita y ahora se enoja porque una cautelar le recuerde a esta histérica que el poder de ella termina, y termina para siempre.

—Eso está por verse -responde José- los militantes populares no necesitamos del poder para estar al lado del pueblo.

—Ese verso -responde Abel- contáselo a mi tía vieja, porque el ochenta por ciento del aparato del poder kirchnerista está rentado, muy bien rentado y sus principales dirigentes se hicieron multimillonarios con el poder. Así que por favor no más versos. Se va un gobierno de ladrones y está bien que se vaya.

—Hay mucha gente honesta que cree en los Kirchner -acusa José.

—Por supuesto que la hay, pero yo hablo del gobierno, acuso a los que ejercen el poder y a esta altura del partido bien puede decirse que hay que diferenciar a los funcionarios de la buena gente y, aclarado esto, digo a continuación que hoy puede decirse que se hace difícil, muy difícil ser kirchnerista y honrado al mismo tiempo -sentencia Marcial.

—Yo no sería tan concluyente -digo- pero sí creo que se impone investigar la corrupción. Es una exigencia del pasado, una necesidad del presente y una advertencia para el futuro.

—No olvidar -acota Abel- que se va del poder el gobierno más corrupto de la historia.

—Qué raro -dice José- nosotros estamos convencidos de que fuimos el gobierno más popular y avanzado de los últimos doscientos años.

—No son modestos en sus evaluaciones. En el camino se lo atropellan a Yrigoyen y Perón -ironiza Marcial.

—Cada uno en su momento -aclara José- pero nosotros estamos convencidos de que dejamos un país más justo y más libre.

—Sí claro -dice Abel- con trece millones de pobres, con inflación galopante, sin reservas, con una inseguridad estremecedora, con una presión tributaria que es la más alta de la historia, con hábitos corruptos como nunca conocimos y con bombas de tiempo sembradas en todos los organismos del poder.

—Te olvidás de recordar que logramos el nivel de desocupación más bajo de la historia.

—Ese es otro verso -digo- meten en la lista de incluidos a los que reciben planes sociales y no dicen una palabra de todos los que están en negro. Versos, versos y versos de la peor estofa.

—Lo mismo dijeron antes del peronismo -replica José.

—Yo creo que con sus errores, Perón hizo cosas reales, esto es una caricatura, una mascarada; todo el kirchnerismo es una farsa y una mentira -acusa Abel.

—Bueno -digo- esto se termina, pero no está de más recordarle a la Señora que no se va a volver calabaza a las doce de la noche, guste o no volverá a su condición de ciudadana, sin fueros y con capacidad para dar explicaciones a la Justicia de muchas cosas, demasiadas cosas perpetradas por Ella y sus colaboradores.

—Yo creo que este es el último coletazo de un poder que se va para no volver -afirma Abel- seguramente el peronismo será el principal opositor al nuevo gobierno, seguramente alguna vez habrá un presidente peronista, pero esta versión enferma, resentida y corrupta de la política conocida como kirchnerismo no regresará más.

—No comparto -concluye José.

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