El tango y España

El tango en París fue historia y leyenda, pero en España sólo llegó a ser historia; faltó la leyenda, el mito y esa ausencia tal vez explique por qué del tango en España se conoce mucho menos que en Francia, cuando en realidad un tramo importante de la historia del tango también se escribió en España y fue escrita por sus principales protagonistas, empezando por Gardel y Canaro siguiendo por Cadícamo y Castillo y culminando con Discépolo y Piazzolla.

Como para que ningún capítulo esté ausente en esta historia, desde hace más de quince años en la ciudad de Granada -la ciudad de los moros y los toros- se realiza el Festival de Tango, una notable iniciativa cultural, sobre todo si se tiene en cuenta que en la Argentina no hay en los tiempos que corren un festival de esa antigüedad. ¿La Falda? Seguramente, pero no tiene tantos años.

No son pocos los que sostienen que el origen del tango es español. La hipótesis es refutable, pero lo que no se puede desconocer son las relaciones entre el tango y algunos géneros de la música popular española, empezando por el tango o tanguillo andaluz, el pasodoble, la habanera, el cantejondo y el fandango. No hace falta ser un historiador riguroso para percibir que no sólo en la música, sino también en el baile y en la indumentaria del chulapo madrileño o el compadrito andaluz está presente la estética del tango.

Hoy el tango está vivo en toda España, como lo está en las principales ciudades del mundo, pero en su momento sus sedes principales fueron Barcelona y Madrid. Enrique Cadícamo, que escribió en Barcelona la letra de “Anclao en París”, siempre dijo que la capital catalana es la tercera patria del tango. Como para descartar exageraciones, recordemos que para 1915, por ejemplo, la Banda Municipal de Barcelona tocaba tangos en sus habituales presentaciones públicas.

Es que el tango argentino desembarcó en España a principios del siglo pasado. Ya en 1904, el sello Odeón divulgaba en la tierra de la pandereta los tangos del Tano Genaro. También estuvieron presentes en los escenarios españoles el violinista Ernesto Bianco y el fueye de Juan Bautista Deambroggio, Bachicha. La leyenda dice que esta improvisada orquesta que contaba, además, con la participación de Ernesto García y la voz de la mujer de Bachicha, actuó ante los reyes de España.

Hubo otros y otras que llevaron el tango a la madre patria. Las crónicas hablan por ejemplo, de la compañía de Enrique Muiño y Elías Alippi acompañados de músicos, cantantes y el piano de Roberto Goyeneche que, si mis informantes no se equivocan, fue el tío de nuestro Polaco. En 1922 se consagra el actor y cantor Francisco Spaventa y su hermano Carlos. Para esa época también están presentes en España los hermanos Navarrine.

Pero la hora señalada del tango en España se da, como seguramente no podía ser de otra manera, aquel 15 de noviembre de 1923, cuando Carlos Gardel, acompañado de José Razzano, Alfredo Barbieri y José Ricardo, llega a Barcelona, junto con la compañía teatral de Matilde Rivera y Enrique de Rosas.

Gardel llegó a Barcelona y estuvo en Madrid antes que en París. En noviembre del 23 actuó en la capital catalana y el 10 de diciembre del mismo año debutó en el Teatro Apolo de Madrid. La obra presentada por el grupo Rivera – Alippi fue “Barranca abajo” del dramaturgo, uruguayo y libertario, Florencio Sánchez. Veintinueve días consecutivos estuvo la compañía en el Apolo. Entre otros temas Gardel interpretó “La copa del olvido” ante una platea selecta que incluía entre sus invitados de honor a la Infanta Isabel y la reina Victoria Eugenia. Después del Apolo vinieron las sesiones en el Circo Teatro de Price y en el Teatro San Fernando. Para el 13 de febrero y luego de una breve pasada por Toulousse, Gardel llegó a Buenos Aires muy satisfecho con su “gira gallega”.

Después llegaron más viajes a España. En 1925 actuó en el Teatro Goya de Barcelona y luego lució su talento en Madrid. En 1927 estuvo presente en el Teatro Principal Palace de Barcelona y a continuación hubo una gira por Bilbao, San Sebastián y Santander. Para esa altura de la vida, Gardel ya era un cantor popular y respetado en España.

No fueron éstos sus únicos viajes a la península. El hombre estuvo otra vez en Barcelona en septiembre de 1928 y en Madrid en abril de 1929. En 1932 visitó otra vez la ciudad catalana donde grabó para el sello Odeón. Su última visita a Barcelona fue en noviembre de 1933. En todos los casos, Gardel siempre se refirió a España con los mejores conceptos. Recordemos como al pasar la relación afectuosa que mantuvo con Jacinto Benavente y Ramón del Valle Inclán, escritores que siempre ponderaron el notable talento del cantante argentino.

No faltamos a la verdad si decimos que el tango canción llegó a España de la mano de Gardel. Antes hubo otros, por supuesto, pero como se dice en estos casos, Gardel es Gardel, un dato que el público español supo reconocer en el acto. Precisamente la campanada del Morocho en Madrid y Barcelona animó a otros músicos y cantantes a probar suerte en España. Para mediados de la década del veinte están en París, Agustín Irusta y Roberto Fugazot. Allí, Francisco Canaro los convence de que España los está esperando. Irusta, Fugazot y luego Lucio Demare, constituyeron un trío que primero se llamó “Los tres gauchos”, pero cuando llegaron a España eligieron el nombre de “Trío Argentino”. El trío se va a quedar siete años en España. Debuta en el cabaret Maipú de Madrid y luego en el Teatro Maravillas.

A partir de la década del treinta el tango es palabra mayor en España. Llegan a este país los mejores: Cátulo Castillo, Miguel Caló, los hermanos Malerba, Roberto Maida. Más adelante, Carlos Acuña, Edmundo Rivero, Alberto Castillo, Manuel Pizarro, Jorge Dragone, Charlo y Francisco Lomuto. Enrique Santos Discépolo viene acompañado de Tania y comparte momentos memorables con Federico García Lorca. Durante la guerra civil tangos como “Silencio”, “Melodía de arrabal” y “Esta noche me emborracho” adaptan sus letras a la realidad española.

La delegación femenina también fue de primer nivel: Sofía Bozán, Azucena Maizani, Jovita Luna, Sabina Olmos. Lugar destacado merecen las mujeres españolas que se le animan al tango. Pienso en Lola Membrives, Imperio Argentina, Lina Thelma, Teresita Maravall para mencionar los nombres que me dicta la memoria. Después están los poetas que honran al tango con sus creaciones. Pienso en Gerardo Alcázar, José Alfonso Trelles, José de la Vaga, Julio Fernández Falcón o Manuel Joves. Los compositores también merecen ser mencionados: Rosendo Llurba, Juan Viladomat, Keppler Lais…

Se hace muy difícil, por lo tanto, escribir una historia del tango ignorando las relaciones de ida y vuelta con España, relaciones tan ricas e intensas como las que mantuvo con París. Es verdad que a cualquier ciudad del mundo se le hace muy difícil competir con París, pero lo cierto es que tangueros como Gardel, Pizarro, Cadícamo, Pizarro, Irusta estaban muy cómodos en Barcelona y Madrid; y lo estaban no sólo porque el público diariamente les manifestaba su afecto, sino porque seguramente el idioma común permitía un tipo de relación imposible de lograr con el francés, el italiano o el inglés…

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