Una chica inocente e ingenua

—Las proclamas de algunas dirigentes K contra el gobierno me recuerdan las proclamas de los militares en otros tiempos -dice Marcial, que termina de tomar su té.

—Nosotros no tenemos nada que ver con los militares, así que la comparación guardala para otros, para Macri por ejemplo -replica José.

—Que no tienen nada que ver con los militares habría que conversarlo un poco más -interviene Abel-, empezando por el jefe de tu movimiento, el coronel Perón.

—General, para ser más preciso.

—No, coronel. Del cuartel, como dice mi amigo, salió coronel, y sin haber oído silbar una bala en su vida. Los otros honores militares los obtuvo como presidente, no como militar.

—En esta republiqueta bananera, si yo fuera presidente me haría nombrar doctor en energía atómica por el Balseiro, total… qué le hace una mancha más al tigre -digo.

—Trujillo, Somoza, se hacían nombramientos parecidos: general, benefactor, primer trabajador y otras lindezas por el estilo.

—No se puede ser tan gorila -reprocha José-, ahora le niegan al general hasta los honores militares, nada nuevo por otra parte. Los de la Libertadora hicieron lo mismo.

—Y hablando de truchar honores, ¿qué me cuentan del título de abogada de la que te dije? -pregunta Marcial.

—Yo creo que es trucho -dice Abel-, pero convengamos que truchar un título de abogado es un delito menor al lado de los millones de dólares que se robó.

—Ustedes nunca salen de los lugares comunes -observa José-; las persecuciones contra la compañera Cristina me recuerdan a las de los gorilas del ’55 contra el general.

—El coronel.

—El general.

—Admitime, por lo menos, que lo del título de abogada nunca termina de quedar en claro.

—Todo en ella es turbio -dice Marcial-, creo que hasta su matrimonio con Kirchner es turbio; por lo menos es lo que dicen los vecinos de Río Gallegos, que juran y perjuran que antes de ser él presidente, estaban separados.

—La que te dije -señalo- se queja de que la persiguen.

—Es lógico -responde Marcial-, a los ladrones se los persigue, sobre todo si se resisten o no se quieren entregar.

—Todo lo que dicen habrá que probarlo -se queja José.

—Al Capone decía lo mismo -respondo-, y a decir verdad, la sacó barata, lo que me hace pensar que si yo fuera el abogado defensor de la Señora me informaría acerca de las tácticas empleadas por los abogados defensores de Al Capone, porque está claro que esos señores conocían muy bien su oficio.

—Yo seguiré insistiendo en que el tema de la corrupción no es más que una cortina de humo, una engañifa de Magnetto y Macri para disimular el proyecto de entrega nacional que están llevando a cabo, un proyecto de empobrecimiento de la sociedad, de marginación de las grandes mayorías y todo a favor de los ricos y del imperialismo.

—Dios mío -murmura Marcial en voz baja.

—Sinceramente -le pregunta Abel a José- ¿vos creés que todo es un invento?, ¿nunca se te ocurrió preguntarte si las imputaciones que le hacen a tu Señora pueden ser ciertas?

—Corrupción puede haber en cualquier gobierno, pero ése no es el tema central.

—En eso tenés razón -digo-, el tema central no es la corrupción, que efectivamente puede existir hasta en el gobierno mejor intencionado; el tema central en el caso que nos ocupa es que no se trata de corrupción sino de cleptocracia, es decir, de un orden político organizado desde la cima para saquear, por lo cual la ecuación de José se invierte: la constante es robar, lo excepcional es hacer algo bien de vez en cuando.

—Yo agregaría -dice Marcial- que incluso en un régimen cleptocrático puede haber uno que otro funcionario honesto, pero es la excepción. La constante son los ladrones, sobre todo cuando la pulsión de robar es alentada desde la cima del poder.

—Ustedes no hablen, miren lo de la Michetti y la plata que le encontraron.

—Son incorregibles -suspira Marcial.

—A Michetti -explico- le encontraron 200.000 pesos y a López lo agarraron revoleando valijas de ciento cincuenta millones de pesos, ésa es la diferencia de fondo entre uno y otro.

—A lo que agregaría -observo- que Michetti justificó esos pesos, mientras que la que te dije no abre la boca sobre el tema o si la abre es para decir que la persiguen Magnetto y los jueces gorilas.

—Si realmente estuviera limpia -digo- sería tan fácil probar su inocencia, pero no, ella se defiende como los delincuentes, contratando abogados “saca presos” y esforzándose por entorpecer la actividad legal.

—Así y todo -dice Abel- yo creo que la va a sacar barata.

—¿Vos creés?

—Sí, cada vez lo sospecho más. En primer lugar, se trata de una ex presidente y una mujer poderosa: la propaganda K querrá presentarla como una abanderada de los humildes, pero está claro que si no está presa es porque tiene poder y tiene plata, es decir dispone de privilegios que la colocan por encima de la ley, porque por el diez por ciento de lo que ella hizo un ciudadano cualquiera hace rato que estaría en cana.

—Yo comparto lo de Abel -dice Marcial-, creo que al gobierno de Macri políticamente le conviene que Ella esté libre haciendo declaraciones, y no presa y posando de víctima. Cada acto de ella, cada declaración que hace, a Macri le viene como anillo al dedo: presa se corre el riesgo de revertir esa situación.

—Mirá que cada vez tiene más causas, incluso anda dando vuelta el caso Nisman, un caso donde cada vez resulta más evidente de que fue asesinado y que el gobierno K, ciertas orillas del gobierno K, tienen algo que ver con el asunto.

—Ese es el problema, que la Señora suma cada vez más causas, pero nunca pasa nada. Y no me extrañaría que algunos jueces insistan en ese tema para que la cancha se pudra del todo y la impunidad para los ladrones sea la consecuencia.

—Además la separan de todo -digo-. Ella no tiene nada que ver con López; a De Vido apenas lo conoce de vista; tampoco tiene nada que ver con Báez, y ahora nos enteramos de lo más novedoso y estrafalario: tampoco tiene nada que ver con Néstor, es decir, que la conductora mundial de la causa nacional y popular no tiene nada que ver con nadie. Se trata de una pobre chica buena e inocente engañada por hombres malos y gorilas recalcitrantes.

—No comparto -concluye José.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *