Desde Comodoro Py a Yanquilandia

—Ahora resulta que Cristina Elisabeth no es socia ni amiga de Báez, que apenas lo conoce de vista -comenta Abel con tono quejoso mientras le agrega edulcorante a su pocillo de café.

—Por ese camino -agrega Marcial- nos vamos a desayunar que no estaba casada con Kirchner y que la abogada exitosa nunca vivió en Santa Cruz y no se llama Cristina Elisabeth.

—No es necesario exagerar -digo sin dejar de mirar los titulares del diario que informan que la Señora se hizo presente en los Tribunales y declaró entre otras lindezas que era una perseguida política.

—Yo creo que estamos ante un típico caso de persecución política dice José -como si hubiera estado leyendo mi pensamiento- lo que sucede me recuerda a 1955.

—A mí también -corta Marcial- pero por razones diferentes.

—Soy un convencido -continúa como si no lo hubiera escuchado a Marcial- que a la compañera la quieren proscribir porque saben que si se presenta a elecciones va a arrasar.

—¿Vos hablás en joda o en serio? -pregunta Abel sin disimular su asombro.

—Nunca hablé tan en serio -responde- además agrego que la persiguen porque no le perdonan su enfrentamiento contra el establishment.

—Dios mío -suspira Marcial.

—José, yo no quiero herir tus sentimientos -digo- pero lo que Cristina Elisabeth debe demostrar es si robó o no robó.

—Por eso va a Tribunales.

—Pero es que en Tribunales denuncia persecución política o por qué la investigan a ella y no investigan a otros.

-¿Y no es cierto?

-No, no lo es

—José -insisto- tu compañera debe demostrar que ella no es corrupta, no si además el resto del mundo es corrupto.

—Anoche escuché en un programa de televisión el siguiente argumento -interviene Abel- si a un punga lo detienen robando una billetera no elude su culpa reprochándole a la policía por qué no detiene a los otros pungas, porque es él quien debe probar si es o no ladrón.

—Un buen argumento -observa José- para eludir respuestas sobre los Panamá Papers…

—Volvemos a lo mismo -digo y hago una pausa para que Quito deposite en la mesa mi pocillo de café- supongamos que efectivamente Macri sea responsable de lo peor, ¿eso elude la responsabilidad de tu querida compañera?

—No la elude pero la relativiza -responde- sobre todo cuando queda en evidencia que quienes la persiguen son ladrones.

—Acá la única evidencia que hay -interrumpe Marcial- es que estamos ante el gobierno más corrupto de la historia, donde se mira hay mugre, latrocinios, robos, corrupción…

—Yo no voy a negar que hay desprolijidades como en cualquier gobierno, pero lo que a mí me importa es la dirección de un gobierno y la dirección del gobierno de la compañera me gustó.

—¿Qué te gusta? ¿El treinta por ciento de pobreza? ¿El saqueo de los recursos públicos? ¿El crecimiento de la inseguridad? ¿El aplastamiento de la actividad productiva? ¿Uno de los índices inflacionarios más altos del mundo? ¿Eso te gusta?

—Con vos es imposible discutir.

—No discutás conmigo, discutí con vos mismo -responde Marcial- preguntate por qué un tipo honrado como vos apoya a un gobierno de malandras. Encima lo apoya gratis…

—La historia labrará el juicio definitivo -dice José.

—La historia lo está haciendo -observa Abel- el kirchnerismo ya es historia y la historia tal como se está escribiendo no lo absuelve, todo lo contrario.

—Yo no sería tan concluyente.

—Yo tengo muchas dudas sobre el actual gobierno de Cambiemos -digo- pero de lo que estoy seguro es, con todo respeto a José, que el kirchnerismo no vuelve más, seguramente regresará el peronismo…

—Esperemos que no -corta Marcial.

—Objetivamente, tiene muchas posibilidades de regresar -insisto- pero ya no lo hará con ropaje kirchnerista…

—Es que el kirchnerismo -aporta Abel- empieza y termina con la familia. No hay kirchnerismo fuera de Cristina Elisabeth, Máximo, Florencia y a lo sumo Alicia, todo lo demás no existe…

—Les guste o no el peronismo nacional y popular seguirá existiendo.

—Es muy probable, siempre y cuando admitamos que efectivamente el kirchnerismo haya sido nacional o popular y no, como parece ser evidente hoy, la versión criolla y perversa de un régimen cleptocrático, un saqueo organizado que se dio el lujo de incluir entre sus cómplices a las monjas de clausura.

—Otra vez las chicanas…

—No son chicanas, son verdades, ¿o acaso De Vido, Báez, Jaime, López, Ulloa, son inventos?

—Yo lo que observo -reflexiona Abel- es que si bien se puede admitir que en cualquier gobierno hay corrupción en el caso K esa corrupción está instalada en la cabeza, es decir, en Néstor y Cristina Elisabeth.

—Pregunto -suspira José- ¿hasta cuándo van a hablar del pasado? ¿Por qué no responden sobre lo que se está haciendo hoy, sobre este régimen neoliberal y entreguista cuyo objetivo es matar de hambre a la pobre gente y proteger a los ricos?

—Incorregible -suspira Marcial en voz baja.

—El pasado -digo- opera sobre el presente: denunciar y ventilar negociados, no es sólo una tarea referida al pasado, es una tarea actual porque ese pasado está enredado en nuestras piernas; si se callara lo sucedido no sólo que sería un incalificable acto de amnesia, sino que se estaría faltando a necesidades en tiempos presente.

—Cambiemos de tema -digo- ¿Qué me cuentan de las elecciones de Estados Unidos?

—Que gane el que gane el imperio seguirá siendo imperio -responde José.

—Seguramente mucho más lindo sería que la gran potencia fuera tu amigo Putin o los clérigos terroristas de Irán…

—No empecemos otra vez -digo.

—Yo lo que veo -interviene Abel- es que Trump está creciendo lo cual para mí es una pésima noticia.

—Yo no lo voy a defender a Trump -aclara Marcial- pero desde ya te digo que Hillary no es mi candidata preferida, está muy lejos esta chica de ser una santa, como tampoco son santos los intereses que representa.

—Veo Marcial que por primera vez en mucho tiempo coincidís con José -digo y le guiño un ojo a Abel.

—Si coincido será por razones diferentes -responde Marcial- pero además si viviera en EE.UU. no creo que votaría a Trump, pero tampoco Hillary me convence.

—Yo no tengo dudas -dice Abel- si votara en ese país lo haría por Hillary.

—Yo votaría en blanco -insiste José.

—Yo lo haría por Hillary -digo- tapándome la nariz, porque mi candidato es Sanders, pero colocado en la encrucijada, opto por la mujer.

—Yo no soy partidario de votar en blanco -se sincera Marcial- pero todavía no sé a quién votaría, aunque con un revólver en pecho debo confesar que en esas condiciones lo haría por Trump.

—No comparto -concluye Abel.

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