Nisman no se suicidó, lo mataron; y los asesinos son…

Mañana calurosa. Es enero y Santa Fe puede ser mucho más calurosa. El problema es que al calor se le ha sumado la humedad, algo previsible en una región con todos sus campos inundados. En los bares del centro de la ciudad se nota la ausencia de los que en este mes -y seguramente el próximo- están veraneando. Nosotros por el momento seguimos en la ciudad, una ciudad diferente a la del resto del año, con sus calores oprobiosos con sus mosquitos insufribles, pero también con sus patios cerveceros, sus momentos  a orilla de la laguna o sus repliegues a Rincón. 

 

-Dos años del asesinato de Nisman –dice Marcial con tono sentencioso- dos años y con el pescado sin vender.

-No hay pruebas de que haya sido un crimen,

-Tampoco había pruebas de que Al Capone era jefe de la mafia –responde Abel.

-Yo puedo admitir que no hay pruebas –digo- para afirmar que fue un crimen, pero con vengamos que es muy difícil, disponer de pruebas cuando desde el poder se encargan de borrarlas.

-Yo agrego otra cosa –observa Marcial- en esta Argentina gobernada por los peronistas todos los crímenes concluyen sin pruebas; lo de Nisman colma la medida, pero no es el primer caso y si vuelven los peronistas no será el último.

.A mí, después de la impunidad, lo que más me fastidia –dice Abel- son los comportamientos de los Kirchner, un comportamiento propio de cómplices, cuando no de verdugos…

-Me parece que está exagerando…

-Para nada, ni siquiera la entonces presidente de los argentinos fue capaz de darle las condolencias a la familia de Nisman, algo que dicho sea de paso tampoco hizo el compañero Francisco, tal vez porque estaba ocupado reunido con Bonafini. Con Nisman se llenaron la boca, a un tipo que estaba muerto lo trataron de degenerado, turro, homosexual, agente de la CIA, judío del Mossad…de lo único que no se ocuparon fue preguntarse por qué lo mataron.

-A mí lo que más me llama la atención no es Cristina y sus secuaces, sino los kirchneristas honestos, aquellos que suponen, equivocados o no, que el kirchnerismo encarna una causa justa. ¿Nunca se han preguntado que objetivamente actúan como cómplices de un crimen?

-Yo creo que se lo han preguntado y no les importa –responde Marcial.

-Convengamos que Nisman no es un santo –reflexiona José.

-Para vivir, para disponer del derecho de vivir,  no hace falta ser un santo. Nadie, creo que ni siquiera su esposa, dice que es un santo, pero lo que estamos hablando es si tenían por eso el derecho a matarlo.

-No lo mataron, se suicidó

– No jodamos José. Ni vos te creés ese cuento.

Además –agrega Marcial- no nos olvidemos de un detalle: Nisman durante diez años, igual que Stiusso, fue una creación de los kirchneristas. Si era tan perverso, tan maldito, tan basura, ¿por qué le sostuvieron durante diez años?

-Yo estoy convencido –dice José- que la oposición gorila aprovecha esta desgracia para sabotear las realizaciones del peronismo.

-El año pasado estuve en Francia –dice Abel- con todos los que hablé está claro, absolutamente claro, que Nisman fue asesinado. Es que en cualquier parte del mundo un tipo que se suicida después de haber denunciado a la presidente es porque lo suicidaron.

-No sé cómo pueden opinar si no tiene información a mano.

-La información que había disponible es la que ustedes borraron, pero además hay otro detalle que cualquier persona curiosa en el mundo la conoce: un suicidio jurídicamente no resiste más de una semana. Si después de dos años no logró despejarse qué ocurrió aquel sábado o domingo en Puerto Madero es, sencillamente, porque no hubo suicido sino un crimen.

-Apenas me enteré de que Nisman fue encontrado muerto en su departamento, lo primero que se me ocurrió fue que lo habían matado; esto nos pasó a todos, incluso a “La que te dije” que en un primer momento dijo que le tiraban un muerto encima.

-Y si Nisman fue asesinado –pregunto- ¿quiénes lo mataron?

-Sencillo, bastante sencillo, a los asesinos hay que buscarlos los perjudicados por su investigación y denuncia: los iraníes que protagonizaron el atentado terrorista contra la Amia y los funcionarios locales del gobierno preocupados por una denuncia que ponía contra las cuerdas a la Señora. El crimen fue pensado en ese contexto, habrá que investigar en el sucio ambiente de los servicios de inteligencia, en la mugre kirchnerista, en los ambientes del fundamentalismo islámico y seguramente se hallarán a los asesinos materiales.

-A mí  no me cierra el sucedido porque la personalidad de Nisman sus actividades en la última semana no tenían nada que ver con la estructura mental de un suicida. Lo otro que no me cierra es la sanata de Lagomarsino la ausencia de huellas de pólvora en sus manos, la dirección de la bala, pero sobre todo lo que más me hace sospechar que fue un crimen, es la militancia obsesiva de los kirchneristas para impedir que se investigue, para impedir que se investigue su denuncia y su muerte.

-Yo no tengo problemas que se investigue -dice José- pero no me vendan gato por liebre; ustedes lo que quieren es meterla presa a la compañera, eso es lo que quieren, lo demás son excusas.

-Yo te admito que quiero que tu compañerita del alma vaya en cana –admite Marcial- pero no quiero que vaya en cana porque no me gusta su cara, sino porque efectivamente es una delincuente, una corrupta que solo una persona envilecida y degradada por las canonjías del poder como Estela Carlotto puede defenderla.

-Sospecho que Carlotto se está defendiendo a ella misma. Es una mujer agradecida, agradecida con sus amos.

-Les debe haber fastidiado mucho a la oligarquía para que a la compañera le tengan tanta bronca –sentencia José.

-¿Y desde cuándo –pregunta Abel- yo soy un oligarca?

.-Vos no sos oligarca,  pero participas de la mentalidad cipaya de la oligarquía.

-Dios mío –murmura Marcial en voz baja.

-Nosotros somos cipayos –digo- pero el Morsa Fernández, Guillermo Patota Moreno, el desaparecedor Milani, el audaz empresario nacional Lázaro Báez, el filonazi de D’Elía, los abnegados funcionarios De Vido y López, son auténticos representantes del ser nacional heroico militantes de la soberanía popular y la justicia social.

-Con ese tono es imposible hablar en serio.

-No es un problema de tono, es un  problema de contenidos; si ironizo es porque no tengo ganas de llorar. Saber que hemos sido gobernados por una cleptocracia con hábitos criminales no es para poner alegre a nadie.

-No comparto- concluye José.

 

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