Las elecciones también entran al bar. Es más, podría decirse que es uno de los lugares donde están presentes con más entusiasmo. En la mesa de café se discuten las elecciones todos los días, incluso los de veda. Nadie oculta su voto y mucho menos sus argumentos contra los otros candidatos. Sin exageraciones, muy bien podría decirse que la mesa de café es un emblema de democracia participativa y pasión ciudadana.
—Lo que yo no voy a terminar de entender -dice Marcial- es por qué una elecciones intermedias para elegir diputados, senadores y en algunos casos concejales, se viven como si fueran elecciones presidenciales o como un plebiscito a favor o en contra del gobierno.
—Mucho más grave que todo lo que decís -conforma Abel- es que en este caso además son elecciones internas.
—Internas de acá -exclamo- de hecho son un plebiscito nacional; no tengo cifras oficiales pero me atrevería a decir que en la mayoría de los casos no hay internas.
—O sea -dice Marcial- que estas elecciones serán una vez más algo así como una primera vuelta.
—Le están buscando la quinta pata al gato -exclama José- a la legua se les nota que tienen miedo.
—No te agrandés Chacarita -responde Marcial- primer no sé si tu amiga Cristina gana en provincia de Buenos Aires; segundo, en caso de ganar, no sé por qué diferencia lo va a hacer; tercero, si esto ocurriera, no está escrito que para las elecciones de octubre una porción del electorado que votó a Massa o a algo parecido vuelva a Cambiemos para impedir una victoria de tu jefa; cuarto, ganando tu jefa en provincia de Buenos Aires, un dato que no es para nada seguro, el kirchnerismo en el orden nacional es una fuerza política que no supera el doce por ciento de los votos.
—Habría que sumarle -dice Abel con una sonrisa insinuante- sus dos líderes referenciales: Gildo Insfrán, en Formosa, y el tránsfuga de Zamora, en Santiago del estero.
—¿Y Santa Cruz?
—En Santa Cruz, Cristina no sólo no puede presentarse en las elecciones ni ella ni sus hijos, sino que, tal como están las cosas, ni siquiera puede volver al Calafate.
—Agregando Formosa, Santiago del Estero, Santa Cruz y si querés Tierra del Fuego, en términos electorales son chauchas y palitos -digo.
—Yo creo sinceramente -acota Marcial- que si el kirchnerismo quiere ser coherente con sus ideales debería postular para la presidencia de la nación a Gildo Insfran, es el único candidato ganador que tienen y no me vas a decir que no es un kirchnerista de la primera hora.
—También fue un duhaldista y un menemista de la primera hora.
—En todos los casos, fue peronista siempre, pero, además, menemistas fueron todos; en el caso de los Kirchner antes de ser menemistas fueron apasionados militantes a favor de Isabel Martínez, fue su primer debut electoral después de la dictadura militar con la que siempre se llevaron muy bien -digo.
—Ahora, habría que agregarle a las filas kirchneristas el aporte inestimable que brinda a la causa el compañero “Mono” Minnicelli, víctima de la perfidia gorila y bandera de lucha de la militancia nacional y popular -aporta Marcial.
—Reíte, que ya vas a llorar -responde José- a la legua se nota que están asustados. Volvemos muchachos, y volvemos de la mano de Cristina.
—Pobre Argentina -exclama Abel en voz baja.
—Insisto en que no vuelven más -responde Marcial- no vuelven más, y los primeros que los van a frenar van a ser los propios peronistas que saben que con Cristina van al muere en 2018 como fueron al muere con Menem en 2003.
Carlos Saúl
—Y hablando de Menem -digo-, ¿qué me cuentan de esta maniobra infame del gorilismo mundial de proscribirlo?
—No lo tomen para la joda -advierte José- al compañero Menem, la zurda gorila y la corporación judicial lo han proscripto negando el principio de presunción de inocencia.
—¿No es que ustedes estaba enojados con los menemistas?
—Lo estamos, pero lo que es justo es justo. Están haciendo con Menem lo que Maduro hace con la oposición en Venezuela.
—Vos sí que sos grande José -exclama Marcial- hasta ayer defendías a Maduro y ahora nos venís con el cuento que a Menem lo proscriben como en Venezuela.
—José no es grande. Es peronista, nada más y nada menos… y además es un buen amigo… -digo.
—Yo creo José -dice Abel- que con la mano en el corazón no podés defender al malandra de Menem. Tiene dos condenas firmes en una causa que ya lleva veinte años. Hablar de la presunción de inocencia de Menem es como hablar de la presunción de inocencia de Al Capone.
—Sinceramente -digo- no entiendo por qué tanto circo con Menem… tiene 87 años; es un impresentable, si fuera condenado no va a ir preso por la edad, como senador es una nulidad absoluta… sinceramente no entiendo a los peronistas como Pichetto u otros haciendo tanto bombo por este malandra.
—Yo sí los entiendo… son peronistas… -concluye Marcial-; son como una omertà que pueden tener diferencias; peor a la hora de los bifes, se defienden entre ellos.
—Yo lo que creo -dice Abel- es que entre Cristina y Menem cada vez hay menos diferencias. El maquillaje habla de un Menem liberal y una Cristina nacional y popular, pero en el fondo lo que tienen en común es ese avasallante sentimiento de corrupción, de robo, de valerse del estado para enriquecerse…
—Vos no sos más gorila porque no querés -acusa José- pero les guste o no, van a tener que convivir con el peronismo.
—Yo por lo pronto -digo- estoy dispuesto a hacerlo porque creo en la democracia y creo que el peronismo es una fuerza política legítima en el país. Dicho esto, agrego a continuación que voy a hacer todo lo que sea necesario para impedir que sean gobierno, porque más que un proyecto político lo que han demostrado ser es un proyecto depredador.
—Fuimos, somos y seguiremos siendo el hecho maldito del país burgués -responde José.
—Mirá como tiemblo -expresa Marcial.
—Somos los únicos en condiciones de gobernar a este país.
—Y así le va -responde Abel.
—Les guste o no -repito- deberán acostumbrarse a nosotros.
—A mí, desde ya te digo -responde Abel-, no me gusta. Y la decadencia argentina de los últimos treinta años los ha tenido a ustedes como mayoría y los resultados están a la vista: más pobres, más corruptos, más ignorantes… peronismo en estado puro.
—Si el pueblo nos vota por algo será… ¿o no son ustedes democráticos?
—Te repito una vez más: no te agrandés Chacarita… no son tantos… y a las pruebas me remito: vivimos en una ciudad que no está gobernada por los peronistas, vivimos en una provincia que no está gobernada por los peronistas, vivimos en un país que no está gobernado por los peronistas… ¿de que mayorías populares me estás hablando?
—No comparto -concluye José.