El poeta Luis Rosales

  • Luis Rosales es uno de los grandes poetas de la literatura española, pero tiene o tuvo mala prensa y algo de mala suerte. Así de simple y complicado. Durante casi medio siglo trajinó por la vida con la imputación o la sospecha de haber sido -nada más y nada menos- que quien entregó a Federico García Lorca a los franquistas para que lo maten en una de las ejecuciones más sucias y canallas de una guerra en la que sobraron las ejecuciones infames. Con los años se supo que en realidad Rosales era muy amigo de Federico y fue esa la razón por la que el autor de «Poeta en Nueva York» decidió refugiarse en su casa en donde una partida de sicarios lo detuvo para después conducirlo a la muerte con el visto bueno de Queipo del Llano. Los hermanos Rosales, todos falangistas, pero buenos amigos y enfrentados con los tránsfugas de la CEDA que perpetraron el operativo, pusieron el grito en el cielo cuando se enteraron del allanamiento a su casa  y estuvieron a punto de liarse a tiros con los secuestradores. Muchos años después de lo ocurrido, Pablo Neruda lo acusó a Rosales de ser el entregador. Muchos escritores y políticos lo defendieron a don Luis pero en aquellos años era muy difícil sacarse de encima una acusación de Neruda. Conclusión, Rosales debió cargar con esa cruz aunque hoy hay sobradas pruebas para demostrar su inocencia. 
    Por lo demás fue un gran poeta, un  poeta de poemas definitivos, muchos de los cuales su mejor momento son los versos finales. 
     
    «Hay un  humo distante, un tren que acaso vuelve/ mientras dices: soy tu propio dolor, déjame amarte.
     
    «Así he vivido yo/ con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño/ sabiendo que jamás me he equivocado en nada/ sino en las cosas que yo más quería.
     
    Yo no quiero decir que el dolor es un don/ porque nadie regresa del dolor / y permanece siendo el mismo hombre.
     
    Por qué te quiero tanto/ que me sangran los ojos al mirarte/ como si todo lo que nos une/ fuera una despedida.
     
    La palabra que decimos viene de lejos / y no tiene definiciones/ tiene argumentos/ Cuando dices: nunca/ cuando dices: bueno/ estás contando tu historia/ sin saberlo. 
     
     
     
     
     
     
    Porque todo es igual y tú lo sabes

    PORQUE TODO ES IGUAL Y TÚ LO SABES,
    has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
    con aquel mismo gesto con que se tira un día,
    con que se quita la hoja atrasada al calendario
    cuando todo es igual y tú lo sabes.
    Has llegado a tu casa,
    y, al entrar,
    has sentido la extrañeza de tus pasos
    que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
    y encendiste la luz, para volver a comprobar
    que todas las cosas están exactamente colocadas,

    como estarán dentro de un año,
    y después, te has bañado, 
    respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
    y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
    y te has sentido solo,
    humanamente solo,
    definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes. 

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