Louis Aragón

De Louis Aragón puede decirse que en su larga vida hay algunas certezas y lugares que siempre estuvieron presentes en su vida. El dolor -y tal vez el rencor- de no haber sido reconocido por su padre en un tiempo en que ser bastardo era sinónimo de infamia. Su adhesión al Partido Comunista, y su adhesión en el sentido más incondicional de la palabra, porque desde su afiliación en 1927, cuando aún no tenía treinta años, bancó la política comunista y a su referente y «faro luminoso» la URSS, en todas. Y cuando digo en todas es porque fue en todas: los juicios de Moscú, el pacto con Hitler, la lealtad a Stalin, su rechazo a cualquier pedido de libertad de los presos políticos en la URSS, su silencio por  la invasión rusa a  Hungría en 1956, su amistad pública con Brezhnev. Algunos matices hubo a este medio siglo de incondicionalidades. No le gustó la invasión rusa a Checoslovaquia  y lo expresó públicamente; en los últimos años dijo algunas palabras de protesta por la detención de disidentes en la URSS. Y no mucho más. Cuando murió en 1982 integraba el Comité Central del Partido Comunista de Francia y su fallecimiento incluyó las condolencias de todos los  partidos comunistas de Europa, empezando por el de la URSS y siguiendo por el italiano. Por su parte, el presidente Miterrand lo reconoció públicamente como un orgullo de la literatura francesa. Y no exageraba. Fue un gran novelista y poeta. Pero además de un  comunista leal a la causa, fue un resistente a la ocupación nazi en Francia, un resistente con las armas en las manos que arriesgó su vida en diferentes ocasiones, motivo por el cual todas Francia después de la guerra le rindió merecidos honores. En 1968 intentó sumarse a las manifestaciones de los jóvenes libertarios del denominado Mayo Francés. Le llovieron insultos de todas partes. Lo más suave que le dijeron fue «Viejo putrefacto», insulto al que respondió diciendo «Ustedes también alguna vez serán viejos putrefactos». Atendiendo el itinerario de algunos de los líderes de esa revuelta estudiantil y al implacable paso del tiempo, puede decirse que sus palabras fueron proféticas. Seguramente cuando le tocó vivir ese episodio desagradable recordó los lejanos años de su juventud surrealista, cuando con otros de sus compinches quería arrojar los restos de Anatole France al Sena porque también era un viejo putrefacto. Por último, y en homenaje a sus lealtades de toda la vida, las lealtades íntimas y definitivas del corazón,  la presencia de Elsa Triolet, la mujer  a la que amó toda su vida, y más allá de su vida, y a la que le dedicó la mayoría, por no decir todos, sus poemas amorosos. Elsa nació en Rusia en el seno de una familia de la alta burguesía. Era hermana de Lili Brik, la «indomable Lili» según las palabras entusiastas de Pablo Neruda. Lilí Brik, la amante y la musa fatal de Vladimiro Maiacovski quien, según dicen las malas lenguas, se suicidó por las habituales infidelidades amorosas de la «indomable», infidelidades que se iniciaron contra su propia hermana ya que, según cuenta Maiacovski, fue pareja de Elsa hasta que entró a tallar Lili. Elsa después de 1917 se exilió en Francia donde se casó con Triolet y se divorció en menos de lo que canta un gallo. Con Aragón se conocieron militando en el surrealismo, militancia que continuó luego en la izquierda, la resistencia francesa y la creación literaria. Elsa murió en 1970 y Aragón movió relaciones e influencias para que fuera enterrada en el parque de su residencia cercana a Paris. Allí también descansa Aragón desde 1982. A pedido de Elsa está escrito en la lápida de la tumba las siguientes palabras: “Cuando estemos al fin lado a lado, yacentes, la alianza de nuestros libros nos unirá para bien y para mal en ese porvenir que era el mayor de nuestros sueños y de nuestros desvelos”.     
 
 
 

 
DEL POETA A SU «ESTRELLA»
Dirá alguien que un hombre no debe exponer su amor en la plaza pública.

 no debe exponer su amor en la plaza pública.Yo responderé que un hombre no tiene nada mejor, más puro y más digno de ser perpetuado, que su amor…


 
 
 
 
NO HAY AMOR FELIZ
El hombre nada adquiere jamás. Ni su ternura

Ni su amor ni su fuerza. Y cuando abre loa brazos
La sombra que proyecta es una cruz oscura
Y si abraza su dicha la destroza en pedazos.
Su vida es una extraña y espantable locura.
No hay ningún amor feliz
Su vida se parece a un inerme soldado
Que para otra estrategia ha sido preparado
Que madruga y de noche sufre de hambre y de sed
Y que en la tarde tiembla deshecho y desarmado.
Decid «mi pobre vida» y el llanto contened.
No hay ningún amor feliz

Mi bello amor mi dulce amor mi amor perdido
Dentro de mí te llevo como un pájaro yerto
Y aquellos que de lejos nos vieron no han sabido
Que mis propios poemas tras de mí han repetido
Y que ya por tus ojos varias veces han muerto
No hay ningún amor feliz

El tiempo de aprender a vivir ya ha pasado
Que lloren en la noche nuestros dos corazones
Por el dolor que esconde cada recuerdo amado
Las tragedias que nutren el éxtasis soñado
Los sollozos que impregnan las menores canciones.
No hay ningún amor feliz

No hay amor que no aflija al par que desespera
No hay amor que no se halle mezclado a su dolor
No hay amor que no espante. No hay amor que no hiera
No hay amor que no viva de lágrimas y espera
Y el amor de la patria lo mismo que tu amor.

No hay ningún amor feliz.
Pero este es nuestro amor.


 
 
 
 
 
QUE´SERÍA SIN TI QUE VINISTE A MI ENCUENTRO 
 
Qué sería sin ti que viniste a mi encuentro.

Qué sería sin ti sino un corazón durmiente.
Sino esta hora parada en la esfera del reloj
Qué sería sin ti sino ese balbuceo.
De ti aprendí todo sobre las cosas humanas.
Y vi desde entonces el mundo a tu manera.
De ti aprendí cómo se bebe de las fuentes
Cómo del transeúnte que canta, se toma la canción.
De ti aprendí hasta el sentido del estremecimiento.

En cuanto a lo que me concierne, lo aprendí todo de ti.
Que es de día a mediodía, que un cielo puede ser azul
Que la felicidad no es un quinqué de taberna.
Me tomaste de la mano en este infierno moderno
Donde el hombre ya no sabe lo que es ser dos.
Me tomaste de la mano como un amante feliz.

El que habla de felicidad a menudo tiene los ojos tristes.
El desengaño no es acaso un sollozo
Una cuerda rota bajo los dedos del guitarrista
Y sin embargo les digo que la felicidad existe
En otra parte que en el sueño, en otra parte que en las nubes.
Tierra, tierra, he aquí sus ensenadas desconocidas.



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