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Hasta el enfermero más improvisado diferencia el diagnóstico de un cáncer de una gripe; o un tratamiento de reposo a una terapia intensiva; o un infarto de un resfrío. Sin embargo en los diagnósticos políticos esas diferencias no valen. Y el acto no es inocente. Es la diferencia entre un profesional serio y un tramposo. O la diferencia entre los que ejercen el poder y los que lo quieren conquistar a cualquier precio
2
Imposible disimular los errores del gobierno. Los visibles y los ocultos. Los que cometen por acción o por omisión. Está bien admitirlos, pero convengamos que en política alguien no se puede pasar la vida autocriticándose. El pueblo no lo soporta y la oposición criolla no está dispuesta a dejarlos pasar.
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Con los años puede que uno consolide defectos, pero a cambio adquiere algunas contadas virtudes. Entre otras, las de no chuparse el dedo. Aumento del dólar, aumento del riesgo país, declaración de paro general de la CGT y Duhalde anunciando que el gobierno debe renunciar. Lo asombroso no es lo que proponen sino lo que repiten. Y lo patético es que, además, los golpistas sean los mismos.
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Existe una relación sórdida, íntima y truculenta entre los retiemblos del dólar y la corrupción kirchnerista. Esa relación existe, opera en las sombras y conspira. Alfonsín y De la Rúa la padecieron. También la padeció Illia. El kirchnerismo en el poder roba y en el llano incendia. A Juan Rulfo esta observación lo hubiera sorprendido.
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¿Alguien puede ser tan ingenuo como para suponer que las decisiones judiciales de indagar y encarcelar empresarios y operadores kirchneristas iban a salir gratis, que no iban a provocar consecuencias? No estamos en Suiza. Vivimos en esta Argentina donde la impunidad es moneda nacional, y ciertos políticos y empresarios se han especializado en promover golpes de mercado.
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Populismo. Pensar el presente con imágenes del pasado. En 2015 pensaron que regresaban los emisarios de 1955; luego, creyeron que retornaban los pajarracos de 1976; ahora, la fecha es 2001 y el helicóptero. Pensar la política a través de mitos. La clave del imaginario fascista.
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Las conspiraciones no explican toda la política, pero pobre del político que no está atento a las conspiraciones que se urden a su alrededor. Como diría Woody Allen: “Que no seas paranoico no quiere decir que algunos no te estén vigilando”.
8
Macri debe saber que sus errores no salen gratis. Y que sus actos provocan consecuencias. La etapa de los globos amarillos, los pases de cumbia y las consignas estilo manual autoayuda fue avasallada por los rigores del ajuste y los reclamos de una oposición que no le va a dejar pasar nada. Como alguna vez un ex presidente le dijera a otro ex presidente: “Gobernar no es payar”.
9
Conmovedores los comentarios acerca de solucionar la crisis con un cambio de ministro. Lo siento por ellos, pero la oposición más ruidosa y conspirativa no pide la cabeza de un ministro u otro. Pide la cabeza del presidente. Y no se conforman con menos.
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Pensar el kirchnerismo a través del poema “El tango” de Jorge Luis Borges. Asombrarse cuando dice: “Una canción de gesta se ha perdido entre sórdidas noticias policiales”. Y cuando reivindica “la chusma valerosa de los Corrales y de Balvanera”, escribir: “La chusma ligera del Calafate y de la Recoleta”. Y cuando pondera, “la secta del cuchillo y el coraje”, ponderar: “La secta de la bóveda y el bolso”. El kirchnerismo como un texto de Borges leído por el Gordo Valor.
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El troskismo es una flor en extinción en el mundo. Salvo en Argentina, devenida en algo así como La Meca del troskismo mundial. Nunca dejaron de ser una secta árida, estéril, impotente, aunque ruidosa. Pero más allá de su retórica, un rasgo los distinguió a lo largo de su escabrosa historia: el amor a sus verdugos. En todas las revoluciones que alentaron, lo primero que hicieron los flamantes gobernantes fue liquidarlos. Sólo en el capitalismo los derechos humanos de los troskistas están garantizados.
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“Yo soy de izquierda igual que ustedes, pero a diferencia de ustedes tengo un poco más de plata”, les dijo Pablo Escobar a un grupo de militantes urbanos de las Farc. A Néstor Kirchner esa frase no se le hubiera ocurrido, pero no habría tenido ningún reparo en plagiarla.
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El “éxito” -y la condición de “exitosos”- es una “virtud” populista ponderada en un arco que va de Cristina a Boudou, del Morsa Fernández a Duhalde, de Ottavis a Andrea del Boca. Orgiástica agonía populista, de Juan Domingo Perón a Dale Carnegie; de Arturo Jauretche a Paulo Coelho.
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Del “Estamos condenados al éxito”, de Duhalde, al “Soy una abogada exitosa” de Cristina. Interesante el empleo de la palabra “éxito”. Tal vez en esa identificación personal y social con el “éxito” resida una de las claves de la identidad populista a la que estaríamos “condenados”.
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“La justicia federal se ensaña con una persona a quien la sociedad le agradece los beneficios que le brindó… a esa persecución contra una persona de bien no la vamos a tolerar”. Estas palabras no son de los abogados de Cristina ni los militantes de La Cámpora, sino de Edward O’Hare, el abogado de Al Capone.
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Mirando al pasar el lujoso vestuario de su esposa, Néstor Kirchner le dijo a los amigos con los que compartía una cerveza: “Cristina tiene gustos caros, pero no tiene la más puta idea de cómo se pagan”. Tal vez ese comentario machista sea hoy la única tabla de salvación para Cristina.
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El Papa insiste en que a los niños homosexuales hay que tratarlos con un psiquiatra. Error y horror. A los que hay que tratar es a los curas pedófilos. Con un psiquiatra, pero también con el juez y la policía. Y no la del Vaticano. Derecho Penal y no Derecho Canónico.
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Tachito Somoza levantaba monumentos a Tacho Somoza, como Cristina Kirchner levantó monumentos para Néstor Kirchner. Tachito y Cristina sabían dos cosas: que los monumentos no los levantó el pueblo sino ellos, y que cuando dejaran el poder, a esos monumentos el pueblo los derribaría. Amargo destino de las dinastías.
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Park Geun-hye, ex primera ministra de Corea del Sur, fue condenada por los tribunales de su país a veinticuatro años de cárcel por delitos que en la Argentina serían equivalentes a una infracción de tránsito. Park Geun-hye está entre rejas y en la soledad de la selva debe pensar que si hubiera nacido en la Argentina seguiría siendo presidente. Y si estuviera en el llano, no faltarían los Pichetto de turno decididos a defenderla, ni los manifestantes juveniles reclamando por su libertad. Mala suerte. Pobre Park Geun-hye: tan lejos de la Argentina y tan cerca de Corea del Sur.
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Decir que el kirchnerismo no inventó la corrupción es una obviedad con olor a coartada. El kirchnerismo no inventó la corrupción como Al Capone no inventó la mafia. Pero también en el mundo del delito la meritocracia existe. Y los Kirchner han hecho méritos. Vaya si los han hecho.
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Si el objetivo político progresista es hacer funcionar el capitalismo en términos de justicia y libertad, la corrupción constituida como régimen de poder, sistema o modo de acumulación, es el enemigo principal. No reconocerlo así es ingenuidad, complicidad o alienación ideológica.