De la misa en Luján al corso en Congreso

I

El pasado miércoles troskistas y kirchneristas repitieron al pie de la letra -tal vez con menos eficacia- lo sucedido en diciembre del año pasado. Los mismos morteros y las mismas capuchas. Los mismos manifestantes y los mismos diputados. Todos unidos. No fue un accidente; es una estrategia. No saben ni quieren hacer otra cosa.

II

En diciembre y en octubre troskos y populistas se repiten: alientan la violencia y luego exigen que se suspendan las sesiones parlamentarias porque habrá muertos. Autoprofecía, diría Robert Merton. En realidad se anticipan posibles muertos, porque se desea que haya muertos. Un psicoanalista por allí.

III

Troskos y populistas reiteraron el miércoles un principio falso presentado como real y al que le atribuyen consecuencias de legitimidad absoluta. “El pueblo en la calle”. El mito del pueblo devenido en Dios. Toda la construcción se derrumba cuando se prueba que en la calle la categoría “pueblo” no estaba presente.

IV

Para los populistas el “pueblo” es un mito y un objeto de manipulación. ¿Pueblo? ¿Cien mil personas? ¿Diez mil? Nunca se sabe, porque el “pueblo” populista no es una medida cuantitativa, sino una abstracción edulcorada por el mito. Cien mil personas o cien encapuchados, si cumplen con sus fines, son “pueblo”. Y la exclusiva pila bautismal es la calle. “Pueblo” es el que está en la calle diciendo lo que ellos quieren oír. Todo lo demás, obviamente, integra el campo de los enemigos del pueblo. Usted y yo, por ejemplo.

V

La estrategia de tan conocida empieza a ser monótona. En la calle, los manifestantes incendian; en el recinto del Congreso sus secuaces bancan. La tropa en la calle; los jefes en el Congreso. También se repite la coartada teórica: “La democracia se ejerce en la calle”.

VI

La democracia habilita el debate, la disidencia y la manifestación. Pero estos opositores no debaten, vomitan; no disienten, insultan; no manifiestan, destrozan. La democracia no reprime al pueblo, pero la democracia no debería consentir que un puñado de lúmpenes “reprima” a la policía.

VII

Es curioso observar cómo los manifestantes insisten en atacar con saña al Congreso en sesiones. Piedras, palos, morteros. Odian a la democracia representativa. En ese punto también se parecen a los milicos y a todo proyecto político totalitario que ve en el Congreso un enemigo.

VIII

Los kirchneristas en estas encrucijadas, que ellos mismos se ocupan de fabricar, suelen ser algo esquizofrénicos a la hora de evaluar sus propias iniciativas. Por un lado aseguran que lo sucedido en Plaza Congreso fue una manifestación más de la lucha aguerrida de un pueblo que no quiere ponerse de rodillas ante los ajustes salvajes y despiadados del FMI; pero, por el otro lado, denuncian que lo sucedido, que la violencia callejera, no fue más que una de las tantas maniobras perversas de los servicios de inteligencia financiados por Macri para desprestigiar la causa nacional y popular. ¿Nos ponemos de acuerdo, muchachos? O fue una vibrante jornada de lucha y la apoyamos con fe militante, o fue un acto de provocación de Macri y lo repudiamos con indignación militante. Pero sostener las dos cosas se hace muy difícil, por no decir imposible. Dejo en manos de Larroque, Rossi, Del Caño y Donda la dilucidación de este enigma existencial.

IX

Los tiempos sin duda han cambiado. Antes, la democracia debía soportar planteos y arengas de los generales Toranzo Montero, Osiris Villegas o Juan Carlos Onganía. Ahora, debe soportar planteos y arengas de los generales Baradel, Larroque, D’Elía… De la Marcha de Curupaity a la Marcha Peronista.

X

El problema real de estos manifestantes es que son pocos. No hay vuelta que darle: baten parche, pero lo único que juntan son lúmpenes y pobre gente extorsionada con planes sociales. Como son pocos, la única chance que les queda es la provocación. Foquismo golpista y aventurero que reclama a un Regis Debray para que les actualice el libreto.

XI

Existe plena libertad para manifestarse en paz. Pero al lumpentroskismo y el kirchnerismo no les importan las libertades, les importan la conspiración y la violencia. El problema para ellos no es el presupuesto, el problema es Cambiemos y el Estado de Derecho. El problema no es el FMI, el problema es la democracia.

XII

La señora Camaño de Barrionuevo en su escenario preferido: “A la mierda los buenos modales”. Anticomunista profesional, fogueada con su marido, y los matones de su marido, en apalear y cachiporrear disidentes sindicales, estos candombes populistas la excitan y la alientan a exhibir su verdadero rostro, sin maquillaje, sin afeites, como es, como lo fue y como será.

XIII

Luján. No fue una misa para creyentes, fue una misa para sindicalistas procesados y populistas tramposos; no fue una misa para pobres, fue una misa para millonarios; no fue una misa para honrados, fue una misa para ladrones; no fue una misa para acercarnos a Dios, fue una misa para blanquear a los Moyano. INRI.

XIV

Después de dos mil años de astucias, intrigas y maniobras, después de los Borgia, Richelieu y Mazarino, que un obispo de la Iglesia Católica intente hacernos creer que ellos actuaron en Luján con total inocencia y que fueron desbordados por los hechos, es, en el más suave de los casos, tomarnos por estúpidos.

XV

¿Creerá en serio la jerarquía católica que transformándose en abogados del diablo, en auxiliadores espirituales de la mafia sindical peronista, en correveidiles de los Moyano y la caterva de facinerosos que los rodean, se acercan a los pobres como ordena el Evangelio?

XVI

Según Borges, los peronistas no son ni malos ni buenos, sino incorregibles. La sentencia es muy conocida y dispone de una cuota importante de verdad. Incorregibles. Lo novedoso en la actualidad es que esa condición de incorregibles se extiende a la jerarquía católica. Incorregibles.

XVII

¿Qué pensaríamos si para el Día de la Madre, la Iglesia Católica decidiera ofrecer una misa en homenaje a Leonela Ayala, la tía de Sheila, la mujer que asesinó a su sobrina de 10 años? Pregunto, porque algo parecido hizo la Iglesia blanqueando con una misa al clan de los Moyano.

XVIII

¿Le sorprenden a usted, amable y resignado lector, estos tórridos y escabrosos amoríos a la hora de la siesta entre el peronismo y la Iglesia Católica? ¿Sabía que a ese concubinato pampa la Iglesia lo sostuvo entre 1945 y 1954? ¿Sabía que el culebrón concluyó con la quema de unas cuantas iglesias con el visto bueno del Primer Trabajador?

XIX

El adoctrinamiento a los chicos en las escuelas es un aporte pedagógico y político que el peronismo hizo a nuestra cultura nacional y popular. Sólo ellos se animaron. Nadie -civil o militar- se animó antes; nadie -civil o militar- se animará después. Sólo ellos. Inútil negárselo.

XX

Peronistas que ayer abandonaron a Cristina Kirchner y hoy regresan a sus brazos. Raro. Muy raro. Siempre se habló de las ratas que abandonan el barco; ahora hay que hablar, para asombro y consternación de las propias ratas, de las ratas que regresan al barco. Nunca visto.

XXI

Que en el actual contexto, un dirigente político diga que para los Moyano vale la presunción de inocencia, es un enunciado que peca de una sospechosa obviedad, el clásico lugar común que convalida lo injusto. En definitiva, se parece más a un acto de complicidad que a una declaración de principios.

XXII

A Pablo Moyano le dicen Salvaje. Cada uno tiene el apodo que se merece. También le decían Salvaje a Marlon Brando. Pero entre Brando y Moyano hay diferencias decisivas. La diferencia entre el rebelde y el lumpen, entre el valiente y el cobarde, entre el héroe y el rufián.

XXIII

Simpatizo con los socialistas. Es una de nuestras dignas tradiciones. Palacios, Justo, Repetto… Ahora bien, mis simpatías flaquean cuando escucho, por ejemplo, a Roy Cortina, decir que Moyano es un perseguido político. ¿Qué espera este señor? ¿Que le quemen otra vez la Casa del Pueblo?

XXIV

Interesante Patricia Bullrich. Habla con claridad, no recurre a evasivas, no disimula lo indisimulable, no cae en los lugares comunes y sensibleros. Sus decisiones son las que corresponden a un funcionario y su discursividad es la que le exijo a un político. Bien ahí Patricia.

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