G20 es la oportunidad de ingresar al siglo XXI

G-20 es el nombre de la institución que se propone dar una respuesta a los dilemas de la globalización en el siglo XXI. Su escenario, el mundo; su objetivo, la gobernabilidad mundial con inclusión; sus metas inmediatas: el trabajo, la seguridad alimentaria y el financiamiento de obras de infraestructura; sus dificultades, las derivadas de un mundo con desbordes financieros, corrupción, guerras, fanatismos religiosos y duras disputas por espacios de poder entre las grandes potencias; el método de toma de decisiones: la cooperación y el consenso.

 

El G-20 no es la suma de países dedicados a defender sus intereses locales, ni un bloque de países ricos decididos a sostener sus privilegios. Las formidables innovaciones científicas y tecnológicas, el despliegue del capital financiero y la emergencia de los gigantes asiáticos contribuyeron a acelerar este proceso conocido como globalización. Dicho con otras palabras, el G-20 es la respuesta lúcida y realista que el mundo actual se propone elaborar para el siglo XXI.

 

La historia de la modernidad es entre otra cosas la historia del esfuerzo por encontrar las claves que permitan asegurar un orden mundial libre de las acechanzas de la guerra  y la miseria material y espiritual, un orden que respete la diversidad y admita un destino único para la humanidad fundado en el respeto a los derechos del hombre. Esta esperanza hoy alcanza su máxima expresión en el G-20. Su propia constitución es un acto de conciencia acerca de un nuevo tiempo histórico. En el G-20 participan los países con las economías más poderosas, pero también aquellos que disponen de grandes reservas energéticas, o que gravitan regionalmente, o que disponen de mercados significativos.

 

¿Le importa a la Argentina? No solo le importa, sino que la consolidación del G-20 es decisivo para su estrategia de desarrollo nacional. El programa del G-20 resulta funcional a los objetivos de una nación que propone abrirse al mundo y promover en el orden interno las transformaciones territoriales, políticas y económicas que nos saquen de décadas de postración.

 

Estamos hablando de un verdadero federalismo económico y social; de redes amplias de autopistas, puertos, aeropuertos y vías férreas. La oportunidad para ingresar al siglo XXI está abierta. Una oportunidad que, con las diferencias del caso, no es muy diferente a la que supimos aprovechar en el siglo XIX después de Caseros y Pavón y que dio lugar a setenta años de prosperidad sostenida. El mundo cambia y la Argentina debe decidirse a cambiar con el mundo, dejando atrás alienaciones ideológicas portadoras de atraso y barbarie. El G-20 no va a resolver mágicamente nuestros problemas, pero nos ofrece la posibilidad de sumarnos a un proceso histórico cuyo horizonte no está en ese pasado añorado por los populismos, sino en el futuro.

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