Cuando aquel invierno de 1934 Ossip Mandelstam le leyó a Boris Pasternak el poema que después se titularía «Epigrama contra Stalin «, éste comenzó a temblar de miedo y le dijo que lo suyo más que un acto literario era un acto suicida. Luego agregó: «Vos no leíste nada y yo no escuché nada… además… te aconsejo que no se lo leas a nadie». Pasternak sabía de lo que hablaba y además, mal no le fue: murió viejo y en su cama. No así Mandelstam que, desoyendo los consejos de la prudencia, leyó el poema en una reunión en la que había nueve amigos y, fiel al estilo de la época, pasó lo que debía pasar: uno de ellos fue con el cuento a la GPU. Mandelestam -muy amigo de Ana Ajmátova- fue detenido y le obligaron a que recitara el poema porque no había copia escrita. Extrañamente Stalin eligió de castigo el destierro en lugar de la ejecución. Dicen que Bujarín intercedió a su favor hasta que lo ejecutaron a Bujarín. También se habla de una conferencia telefónica nocturna entre Pasternak y Stalin. El dictador quiere saber lo que piensan los poetas rusos de Mandelstam. Pasternak balbucea, se va por las ramas, defiende a Mandelstam con medias palabras. Stalin se da el lujo de relajarlo reprochándole: si yo fuera su amigo sabía defenderlo con más entusiasmo.
Mandelstam murió en el destierro en 1938. Tenía 47 años y a su actitud de disidente sumaba su identidad de judío. Fue el primero que calificó al régimen comunista de fascista y definirse él mismo como antifascista. La calificación por supuesto no es académica pero tiene un enorme y sugestivo valor político porque lo dice ante de las purgas del 36 y anticipa de alguna manera el concepto de fascista de izquierda que hoy se usa a veces con precisión, a veces con ligereza.
Su esposa cuenta que hasta el ultimo día no perdió su sombrío sentido del humor. Le decía, por ejemplo, que hay que apoyar al régimen soviético porque es el único en el mundo que le da importancia a la poesía, tanta importancia le da que mata a los poetas. De todos modos, en el destierro escribió una Oda a Stalin con el objetivo o el deseo, fracasado, de salvar el cuero.
El poema “Epigrama contra Stalin” cuenta con 16 versos y un crítico lo calificó como «una sentencia de muerte en 16 versos». Escrito en Rusia en 1934, era efectivamente un suicidio poético. Palabras más, palabras menos, es considerado el poema más importante del siglo veinte por toda la tragedia que encierra.
Epigrama contra Stalin
Vivimos sin sentir el país a nuestros pies,
nuestras palabras no se escuchan a diez pasos.
La más breve de las pláticas
gravita, quejosa, al montañés del Kremlin.
Sus dedos gruesos como gusanos, grasientos,
y sus palabras como pesados martillos, certeras.
Sus bigotes de cucaracha parecen reír
y relumbran las cañas de sus botas.
Entre una chusma de caciques de cuello extrafino
él juega con los favores de estas cuasipersonas.
Uno silba, otro maúlla, aquel gime, el otro llora;
sólo él campea tonante y los tutea.
Como herraduras forja un decreto tras otro:
A uno al bajo vientre, al otro en la frente,
al tercero en la ceja, al cuarto en el ojo.
Toda ejecución es para él un festejo
que alegra su amplio pecho de georgiano.