«Aura…tanto me asusta una mina…»

I

El gobierno nacional le gana la batalla cultural al kirchnerismo, define con más precisión a mediano y largo plazo el futuro de la Nación, pero el tiempo presente lo desborda. Dicho de manera gráfica: el gobierno está perdiendo la batalla en las góndolas de los supermercados. Gana en el largo plazo, pero la política se juega en el corto plazo. El gobierno nacional dispone de seis meses para resolver esa diferencia.

II

La actriz Catherine Fulop acusando a los judíos de ser los cómplices de su propio exterminio. Es una pobre ignorante y no sabe que sus palabras son las mismas de los ideólogos nazis. Como siempre, la ignorancia coincide con las pulsiones más retrógradas, pero: ¿Por qué le dan micrófono y cámara? ¿Por qué le otorgan autoridad “intelectual” a personas que no tienen la menor idea de lo que hablan? Personas cuyo nivel de saber y conciencia social transformaría a Doña Rosa en una suerte de Hannah Arendt tropical y caribeña.

III

“Lo único que falta es que opinen siendo inmigrantes”. La frase no la pronuncia un seguidor de Le Pen, o un militante del Ku Klux Klan, o algún renacuajo redivivo de Tacuara; no, la frase la pronuncia Gerardo Romano, confirmando que en los temas que importan los populismos de derecha o de “¿izquierda?” se parecen.

IV

“Bordaberrizar”, término que alude al presidente de Uruguay, Juan María Bordaberry, quien entregó el poder a los militares quedando él como mascarón de proa. En Venezuela, Nicolás Maduro realiza la misma faena. El régimen es una narcodictadura militar “madurizada”. Miserable caída de telón del socialismo siglo XXI.

V

Los que deciden en Venezuela son los generales. Nicolás Maduro a esta altura del partido es un fantoche, un patético y miserable títere. Venezuela gime bajo las botas de una dictadura militar que no está vendida al imperialismo yanqui, como se decía antes, sino al narcotráfico, el oro y el negocio de armas.

VI

La narcodictadura militar venezolana ha puesto en evidencia más que nunca la bancarrota moral de la izquierda en sus versiones populistas. La ideología les ha quemado el cerebro, les ha insensibilizado el corazón y éticamente los ha puesto al nivel de los colaboracionistas nazis. No solo justifican sus crímenes, sino que estarían dispuestos a matar en defensa del crimen y el vicio.

VII

Dos mil generales “honran” con las armas en la mano a la narcodictadura venezolana, un plantel que supera a los ejércitos de EE.UU. y Rusia. En esos dos mil generales, empachados de riqueza y de poder, reside la base material del poder del luminoso socialismo del siglo XXI. En sus buenos tiempos la izquierda hablaba de milicias populares y ejércitos de liberación. Ahora han encontrado una maravillosa coartada: el viejo “ejército burgués” corrompido y represor, los generales educados en West Point para reprimir al pueblo, se han transformado en garantes de la narcodictadura por arte de magia, o por la magia de la cocaína, o por la magia de los asesoramientos de ese otro ejército de ocupación (ducho en faenas represivas y en el oficio de traficar drogas y piedras preciosas) que llegó de Cuba para hacer realidad las maravillas del socialismo del siglo XXI.

VIII

Izquierdistas argentinos y venezolanos exiliados manifiestan frente a la embajada de Venezuela con posiciones opuestas. El compromiso no es el mismo. Los izquierdistas criollos lo hacen por ideología o snobismo; los venezolanos ponen el cuero; se juegan su presente y su futuro en la patriada. Tilingos a transitores pretenden darles lecciones de moral y sufrimiento a quienes esa moral y ese sufrimiento no la aprendieron en los libros o agitando consignas vacías, sino en el hambre, la represión y la infinita y desconsoladora tristeza del destierro.

IX

El sindicalista Pablo de Micheli fue muy claro: “Estamos en la calle luchando para que vuelva el peronismo, para que un compañero o una compañera nos gobiernen”. Ahora sí me quedó claro, compañero. Hubiéramos empezado por ahí y nos dejábamos de joder. Tanta agitación, tanto gasto en colectivos y ollas populares en nombre de la justicia social, en nombre de las críticas a la banca usurera, para concluir que todo se va a arreglar cuando retornen los mismos que -por ejemplo- durante casi treinta años hicieron de la provincia de Buenos Aires el paraíso del narco, el imperio de la maldita policía, la Meca de la explotación de mano de obra servil, el arrabal amargo del crimen organizado en un territorio sin desagües, sin cloacas y en el que vivir se transformó en una humillación y un martirio cotidiano.

X

El paro y el acto de Hugo Moyano y sus amigos, ¿es contra Mauricio Macri o a favor de Nicolás Maduro? ¿O las dos cosas? Por lo pronto, lo que queda claro es que el corazón de los sindicalistas huelguistas está con Maduro. ¿Ese es el programa que tienen para ofrecernos a los argentinos?

XI

Paradoja curiosa. Mientras en Venezuela el pueblo lucha por una libertad confiscada por una dictadura populista, en la Argentina los seguidores de esa dictadura lanzan una huelga general para tratar de implantar aquí lo mismo que en Venezuela el pueblo se moviliza para derrotar.

XII

Los trabajadores estatales, comparados con los del sector privado, son algo así como la aristocracia obrera del mundo del trabajo: estabilidad laboral, obra social, pagos puntuales, vacaciones. Sin embargo, sus sindicalistas son crónicos propiciadores de huelgas golpistas.

XIII

Así son las cosas en la Argentina: trabajadores pobres, sindicalistas millonarios; empresarios ricos, fábricas cerradas; Estado exhausto, sindicatos estatales poderosos; escuelas sin clases, sindicatos docentes activos. Tal vez nos merezcamos a los Moyano, los Baradel y los Eskenazi.

XIV

“El mejor sindicato no es el que más huelgas hace; es el que mejor trabajadores tiene abajo. No al ausentismo laboral; no a un gremio de atorrantes, vagos y lúmpenes”. Esto no lo dice Baradel, Moyano o Yasky, lo dice un sindicalista uruguayo. ¿Se dan cuenta de la diferencia?

XV

La diferencia principal entre Hugo Moyano y Vito Corleone es que el clásico padrino mafioso tenía, por lo menos, la delicadeza o la sinceridad de no invocar a los trabajadores, o a la patria, o a la justicia social para hacer lo que hacía.

XVI

La Señora se pregunta por qué a los hijos de Mauricio Macri no los atacan con la saña con que atacan a sus hijos. Por la sencilla y pedestre razón que Macri jamás autorizó a su hijo -por ejemplo- a que entregara el bastón de mando presidencial o que liderara una facción política de apoyo a sus padres.

XVII

Mal que bien los libros siempre disipan dudas. Gracias a “Sinceramente” ahora nos enteramos de que el honorable Amado Boudou fue vicepresidente gracias a una sugerencia lúcida de Florencia Kirchner. O sea que esta niña no solo entregó los atributos del mando, sino que elige vicepresidentes.

XVIII

En su libro, “Sinceramente”, la Señora menciona el asesinato de Silvio Frondizi de quien no debe de haber leído ni la solapa de un libro suyo. Acto seguido, lo presenta como rector de la UBA. Señora… el que fue rector de la UBA a partir de 1957 fue su hermano, Risieri Frondizi… señora… señora… esa costumbre -tan suya por otra parte- de hablar de lo que no sabe para darse importancia o para colocarse en un lugar al que nunca perteneció.

 

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