«Y que digan los muchachos, es una buena mujer».

I

Una Cristina sobria, conciliadora, sin alhajas, sin joyas, sin vestuario ostentoso, proponiendo contratos sociales, mencionando a Donald Trump como un adalid de la lucha contra el desempleo y la reactivación industrial, añorando a José Ber Gelbard. Una Cristina con un tono de voz pausado, moderado, calmo. Una Cristina “herbívora”. Sus seguidores le creen al pie de la letra; sus opositores no le creen una palabra. ¿Y los independientes? En los próximos meses lo veremos.

II

Tan importante como lo que dijo la Señora, es lo que calló. Ni una palabra sobre la corrupción, ni una palabra sobre Florencia en Cuba, ni una palabra sobre la narcodictadura de Venezuela. Tampoco una palabra acerca del libro, un libro en el que expresa exactamente lo opuesto a lo que dijo el jueves en la Feria del Libro.

III

Es probable que Cristina Kirchner haya lanzado el inicio de su campaña electoral presentando “Sinceramente” en la Feria del Libro. Asimismo, es probable que el inicio de la campaña de Cambiemos tenga un punto de partida importante este 21 de mayo, cuando Cristina Kirchner deba rendir cuentas ante la Justicia.

IV

Resulta curioso observar cómo lo cotidiano se desentiende de las perspectivas. Hoy se dice que los problemas de Cristina son el libro en el que desnuda sus pensamientos, o su complicidad con la narcodictadura de Venezuela, o sus refriegas internas en el peronismo. Disiento. El problema central de Cristina y el de la República son sus 11 procesos y sus 5 pedidos de captura. El problema central de la Argentina es la cleptocracia que la asoló durante doce años, la misma que ahora pretende retornar.

V

¿Cristina fuera o dentro de la grieta? Insisto una vez más que la palabra “grieta” siembra más confusiones que certezas, más sombras que luces. En la Argentina hay conflictos, contradicciones y, si se quiere, debates intensos acerca del presente y el futuro de la Argentina. “Grieta” a esta altura es más una descalificación, un insulto, que un concepto político.

VI

Mi reconocimiento, mi admiración y mi solidaridad a la periodista María Eugenia Duffard de TN, agredida por la barbarie kirchnerista. Mi admiración a su coraje profesional, a su don de gente, a esa dignidad y a esa valentía de soportar insultos con una sonrisa, pero sin callar.

VII

No faltan imbéciles que defienden los ataques contra la periodista Duffard diciendo que no fue un acto de barbarie, porque se hizo con motivo de la presentación de un libro. Imbéciles. El libro también puede ser un instrumento de barbarie. Adolfo Hitler lanzó su carrera hacia el poder presentando “Mi lucha”. Con una diferencia con “Sinceramente”: al libro lo escribió él.

VIII

“¿Cuándo Cristina se negó a hablar?”, pregunta el valet Oscar Parrilli, para referirse a la ex presidente, a la misma mujer que se negó a entregar los atributos del poder y que hasta el momento no ha dicho una palabra acerca de la adquisición de su fortuna y la fortuna de sus colaboradores inmediatos.

IX

Horrible el operativo criminal cometido a pocos metros del Congreso contra un diputado nacional y un funcionario. Horrible. Meritoria la actividad de los organismos de seguridad. En poco más de 24 horas, los principales culpables y sus cómplices están detenidos.

X

La “piqueta” derrumba el palacete de María Julia Alsogaray, la polifuncionaria del peronismo en los 90. Es muy probable que dentro de unas décadas los argentinos presenciemos con helada indiferencia derrumbes parecidos de mansiones de polifuncionarios del peronismo de la llamada década ganada. Los derrumbes siempre llegan. Sería deseable que lo hagan con más rapidez, pero llegan.

XI

Claro que suena lindo: “Vamos a unirnos todos para sacar el país adelante”. En general, todos los imposibles suenan lindo. ¿Alguien cree que Roberto Lavagna y Cristina Kirchner van acordar con el gobierno? A no engañarse. Política realista es forjar acuerdos para derrotar al kirchnerismo y después llamar al diálogo.

XII

Todos pronuncian la palabra “acuerdo” para sacar sus propias ventajas políticas. La cosa es así y no hay que enojarse porque sea así. Como tampoco habría que enojarse por saber que todos hablan de acuerdo y nadie está dispuesto a creer en ellos o cumplirlos.

XIII

Nadie se opone a la palabra “acuerdo”, como nadie se opone a la palabra paz, amor o vida. En política el juego o la disputa consiste en quién logra identificarse con esa palabra e imponer sus condiciones. La disputa por la palabra “acuerdo” es también una disputa por el poder.

XIV

A los acuerdos con la oposición un gobierno los puede y los debe hacer cuando es fuerte y no cuando es débil. Y mucho menos cuando sus adversarios más que preocupados en acordar están ansiosos por derrotarlo. Un acuerdo en esas condiciones de debilidad es la certificación de la derrota. ¿Es débil Cambiemos? No está en su mejor momento, es evidente, pero me cuidaría mucho en darlo por muerto.

XV

Solo hay un acuerdo político que vale. Y es el acuerdo en el cual los protagonistas están dispuestos a perder o ceder algo importante. La experiencia histórica enseña que los acuerdos para superar diferencias o grietas funcionan cuando todos algo pierden y no cuando todos pretenden ganar o sacar ventajas.

XVI

Resulta por lo menos alucinante el esfuerzo de los Moyano por identificar sus causas personales con la causa de los trabajadores. Pero más alucinante es que el Estado o la Justicia, para ser más preciso, no encuentre el modo para meter presos a esta “familia” de delincuentes.

XVII

Ninguna muerte me alegra y ojalá Dante Gullo hubiese vivido treinta años más. Sus amigos lo evocan como un hombre de lealtades y convicciones. Seguramente lo fue. Dicho esto, recuerdo dos cosas: fue encarcelado por el gobierno peronista que votó; en los últimos tiempos sus posiciones me recordaban mucho a la ortodoxia peronista que en sus años juveniles combatió.

XVIII

La izquierda nunca supera el dos por ciento de los votos, pero se pelean como si fueran el sesenta por ciento, y las acusaciones más livianas que se hacen los conducirían al paredón si uno de ellos tomara el poder. Como los viejos borbones, los muchachos no aprendieron nada, no olvidaron nada.

XIX

Luis Zamora afirma que su partido rechaza todo tipo de dirigencia porque ha llegado la hora del autogobierno. Perfecto. Ahora bien, ¿por qué si ha llegado la hora del autogobierno, Zamora es desde hace años el dirigente exclusivo de su espacio? Autogobierno, claro, pero el jefe exclusivo y eterno soy yo.

XX

No hace falta recurrir a Horángel para saber cuál será el resultado de las elecciones en Córdoba. La certeza sobre el desenlace electoral, adquiere tono de incertidumbre, confusión y hasta congoja para explicar qué llevó al radicalismo de Córdoba a suicidarse políticamente.

XXI

Santa Fe y Mendoza disponen del sistema político mejor consolidado de la nación en términos democráticos y republicanos. No es casualidad que en ambos casos sus constituciones provinciales prohíban la reelección.

XXII

Pregunto: ¿es necesario reformar la Constitución de Santa Fe, cuya vigencia ha dado lugar a un orden político abierto, dialogante, sin dinastías, sin tiranuelos, por el contrario, con alternancia, con diálogo, en el contexto de una provincia rica cuyas injusticias en términos sociales y de seguridad deben resolverse en el campo de la iniciativa y la eficacia política, estímulos que la Constitución actual no prohíbe ni limita?

XXIII

Un último toque cultural y progresista. La Señora ironiza sobre la condición de divorciados de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Sinceramente, a esa no la vi venir. La Señora Cristina está en su derecho en oponerse al divorcio como se opuso el peronismo cuando se sancionó en tiempos de Alfonsín. De todos modos no está de más recordarle que el divorcio en la Argentina es ley. Y que más allá de argumentos leguleyos, un progresista sabe que es mejor el divorcio que guampearse alegremente y diariamente como acostumbraban hacerlo algunas parejas que yo he conocido.

 

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