«Sacadores de vida y malandras»

I

El destino le ofrece a Sergio Massa la oportunidad de ganarse un lugar en la historia, es decir, ser un político responsable y a la altura de los desafíos de su tiempo y no el vulgar “Ventajita” como lo han calificado sus diversos críticos.

II

Por lo que me contaron las malas lenguas, el fiscal Carlos Stornelli está muy lejos de ser un santo y hasta me aseguraron que ni siquiera se lo propone. No es un santo efectivamente, pero está muy lejos de ser el personaje corrupto que pretenden presentar los kirchneristas, más interesados en frenar la “Causa de los cuadernos” que en preocuparse por la posible corrupción de un fiscal o un juez. Sobre el tema, es una verdad sabida por todos que el funcionario judicial ejemplar para los kirchneristas se llama Norberto Oyarbide. Funcionario al que no sé si admiran o respetan, pero al que le están infinitamente agradecidos por haber sido tan amable y servicial con los compañeros Néstor y Cristina, que Dios guarde.

III

Un mérito para el Frente Renovador: decidieron convocar a sus dirigentes para tomar una decisión política difícil. Un mérito que se contrasta con el añejo hábito kirchnerista de decidir de acuerdo al capricho, pulsión o miedos de la Jefa. Si el pálpito no me engaña, Massa decidirá participar en una suerte de interna en el espacio creado por Cristina. Lo más probable es que pierda. Pero el peronismo lo empuja en esa dirección y, además, como dicen las malas lenguas, tiene que preocuparse por darle de comer a sus seguidores.

IV

Al señor Axel Kicillof, flamante candidato a gobernador por la causa K, le preguntaría acerca de sus decisiones con YPF, Aerolíneas Argentinas y el Club de París, decisiones que aún estamos pagando y seguiremos pagando. O sobre la entidad de aquella célebre declaración, cuando aseguraba que no se debe mencionar a los pobres porque quien hace eso los estigmatiza. A la señora Verónica Magario, sencillamente le preguntaría si el balance de pobreza, miseria, delito, corrupción y violencia que distingue a La Matanza no solo desde su gestión, sino desde las gestiones peronistas de los últimos treinta años, son un tributo, una virtud para presentarse como abanderada de la justicia social.

V

Históricamente los únicos que deberían dar una explicación de por qué el Conurbano es algo así como el páramo y el llano en llamas de la Argentina, son los peronistas que lo gobernaron y, de alguna manera lo gobiernan, desde hace casi cuarenta años. Que sus caciques sindicales, sus intendentes mafiosos, sus punteros venales y corruptos, sus políticos tramposos se quejen de la miseria, la pobreza y la violencia que ellos supieron conseguir y beneficiarse, es tan coherente como Mandinga que -según un popular relato- se quejaba porque en el Infierno hacía calor.

VI

Si me entregaran el control de los transportes -trenes y colectivos- de las ciudades, y dispusiera de la mitad de los matones con los que cuenta Hugo Moyano, yo me animaría a sacar una huelga general por la repatriación inmediata de los restos del Pato Donald con acatamiento masivo.

VII

Por si había dudas acerca del carácter electoral de la huelga, cierra el acto sindical el presidente del peronismo bonaerense. Los responsables de la miseria, la corrupción y el delito de Buenos Aires, ahora se escandalizan por las condiciones sociales que ellos forjaron.

VIII

“Los peronistas hacemos este paro para poner punto final al régimen neoliberal que azota al país”, declara Gustavo Menéndez, intendente y presidente del peronismo bonaerense. ¡Ah, bueno! Hubiéramos empezado por ahí y nos dejábamos de joder con la defensa de los trabajadores y las lágrimas por los pobres. Digamos sin más vueltas que estamos en campaña electoral, queremos ganar las elecciones y declaramos la huelga general para ver si conseguimos más votos. Y si te he visto no me acuerdo.

IX

En los escritos de Rodolfo Walsh de los años sesenta la burocracia sindical peronista es el principal obstáculo, la principal traba para un proyecto político liberador. Sus escritos demoledores contra Augusto Timoteo Vandor se extendían a gremialistas cuya exclusiva preocupación era enriquecerse, operar de correveidiles de los militares y frenar por la vía del matonaje, los servicios de inteligencia y los crumiros, cualquier posibilidad de democratización sindical. Según Walsh, estos señores jamás declararon una huelga por una causa justa. Cuando lo hicieron fue para defender oscuros intereses corporativos o sabotear y desestabilizar gobiernos democráticos. No estaría demás recordarle a los actuales admiradores de Walsh que esta burocracia sindical que ahora festejan, apoyan, admiran y felicitan, no es muy diferente a la que detestaban sus héroes de los sesenta y setenta.

X

El compañero Hugo Moyano pondera la adhesión del paro del miércoles. En realidad la palabra a emplear no es “adhesión”, sino “imposición”. A los burócratas las necesidades de los trabajadores les importan tres pitos. Quieren la plata de las obras sociales y que no investiguen sus chanchullos.

XI

Jorge Asís compara a Cristina Kirchner con Emilio Zola y Arturo Jauretche. La obsecuencia o la ignorancia son las exclusivas virtudes que pueden alentar este juicio temerario que es, en primer lugar, una falta de respeto a los autores del “Yo acuso” y el “Manual de sonceras argentinas”.

XII

“Sinceramente”, es la versión adaptada para el siglo XXI de “La razón de mi vida”. Las mismas sensiblerías, los mismos lugares comunes, la misma pasión por la autoreferencia, el mismo espíritu reaccionario disimulado por una retórica plebeya. De nosotros depende que de aquí en más “Sinceramente” no sea lectura obligatoria en las escuelas.

XIII

Juan Carlos Onetti jamás hubiera tenido los dilemas de Jorge Asís de justificar a “Sinceramente”. Onetti hubiera apagado el cigarrillo en el cenicero, hubiera tomado un trago de whisky, hubiera acomodado la almohada de la cama y, sin demasiados preámbulos, hubiera dicho que el libro de Cristina literariamente es una porquería, y lo hubiera dicho con la misma contundencia con que cada vez que un libro le parecía una porquería decía, sencillamente, que era una porquería. Y Jorge Asís lo sabe muy bien.

XIV

Si hablamos de república, habría que destacar la vigencia histórica de un partido como la UCR que después de 130 años de existencia sigue realizando convenciones en las que los afiliados discuten de política. Ese exclusivo hábito institucional justifica a la UCR ante la historia.

XV

Un clásico de las convenciones radicales son los cánticos, las polémicas, las “tenidas” en los bares de las inmediaciones o en algún estudio jurídico cercano o en algún hotel de la zona. Y, por supuesto, los sillazos por el lomo. Algo está cambiando en la UCR, porque esta vez los sillazos estuvieron ausentes. Algo está cambiando y me parece que lo vamos a extrañar. En efecto, el lunes pasado faltaron los sillazos, pero abundaron los cánticos que curiosamente reproducían palabra por palabra, insulto por insulto, exactamente lo mismo que cantan los kirchneristas cada vez que se reúnen: “Mauricio Macri la puta que te parió”. Leopoldo Moreau, como se podrá apreciar, no está solo.

XVI

Me sorprende, y de alguna manera me admira, la ligereza de los K para cambiar de conversación e instalar a Cristina como una política competitiva, archivando en un rincón lo decisivo de su comportamiento político: haber sido junto con su marido la titular de una cleptocracia.

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