I Ahora que Miguel Ángel Pichetto ganó los primeros planos, recupero estas palabras que escribí cuando visitó el Club Político Argentino (CPA) en septiembre de 2017. “Tengo presente esa madrugada cuando en la Cámara de Senadores el voto de Julio Cobos decidió en contra de la 125. Eran las cuatro, cuatro y media de la mañana. Supongo que todo el país seguía esta sesión. Yo por lo menos lo hacía. Tengo presente las vacilaciones de Cobos, sus inseguridades, tal vez su miedo, sus tribulaciones. Es lo que tengo presente casi diez años después. Desde el bloque oficialista la figura que se destaca es la de Miguel Ángel Pichetto. Traje azul, corbata con pintas celestes, camisa de colores claros, tal vez un rosado pálido. El nudo de la corbata, flojo. Pero el peinado impecable. Son las cuatro de la mañana y están todos cansados. Como en esas noches de póker, cuando el whisky se terminó, el maquillaje no resiste a las ojeras de las chicas que merodean por las mesas, el momento cuando los hombres están en el límite de todo. Pichetto sin embargo está atento. Sus ojos, atentos. Es el presidente del bloque peronista y se nota que lo es. Cobos habla. Frases breves, temblorosas, es tan pusilánime… ¡Dios mío!… Solicita que se pase a un cuarto intermedio para decidir en otro momento. Pichetto pide la palabra. No hay en la escena humo de cigarrillos pero como si lo hubiera ‘Lo que haya que hacer hagámoslo rápido’, dice. Suena como si hubiera dicho: ‘Si tiene que disparar, dispare; no tenga miedo que yo no lo tengo’. Impecable. Humphrey Bogart, John Huston o George Raft hubieran pagado para interpretar esa escena que Pichetto la improvisó con un gesto. Marlon Brando se hubiera limitado a aplaudir después de pegar el chicle debajo del apoyabrazos de la banca. ‘Lo que haya que hacer, hagámoslo rápido… el debate está agotado’. Aclaro: personalmente estaba a favor del voto de Cobos. De hecho Cobos en esos días fue el héroe de la jornada. Pero desde mi mirada desvelada, el héroe fue Pichetto. Supongo que Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Auguste le Bretón y James Cain hubieran pensado lo mismo”. II No me compete opinar si Miguel Ángel Pichetto traiciona o no al peronismo con su decisión de integrar la fórmula presidencial que lidera Mauricio Macri. Sí sostengo que atendiendo sus opiniones políticas de los últimos cuatro años, Pichetto no se traiciona a sí mismo incorporándose a Cambiemos. III Si Emilio Monzó y Nicolás Massot, entre otros, quieren que desembarquen más peronistas a Cambiemos, que los traigan. En lo posible, traten de que lleguen con las manos limpias y las uñas cortas. Para corruptos, ladrones y falsarios, alcanza y sobra con el kirchnerismo. IV A ver si se entiende: se trata de votar a una fórmula que encabeza Mauricio Macri y la acompaña Miguel Ángel Pichetto. Un ejemplo para aclarar las cosas: en 1946 los que votaron a Juan Domingo Perón no eran radicales porque el compañero de fórmula fue el radical correntino Hortensio Quijano. Bienvenido Miguel Ángel Pichetto a Cambiemos. Pero siempre tener presente ese movimiento de la política. A no equivocarse: no es Cambiemos el que se va al peronismo, es Pichetto el que se suma a Cambiemos. V Se escucha con frecuencia hablar de pragmatismo. Y a la palabra se le atribuye la facultad de hacer lo que a uno se le da la gana. Pregunto: ¿Saben que el pragmatismo es una teoría creada por William James preocupado por establecer las relaciones entre verdad y coherencia? VI Si debiera titular el itinerario político de Sergio Massa, lo titularía “Triste, solitario y final”. Haberse pensado en el dirigente que se proponía llegar a la presidencia de la Nación para fundar una nueva cultura política para concluir en bufón de Cristina cuyo máximo reclamo es que le regalen a su esposa la intendencia de Tigre, es, más que triste, lastimoso. VII Honestamente, me parece innecesario agitar aguas acerca de las diferencias que en su momento tuvieron Alberto Fernández y Cristina o Sergio Massa y Cristina. Lo que nos enseña la historia de la política es que no son los códigos privados de la amistad los que establecen las reglas, sino los códigos implacables y descarnados del poder. VIII El cargo de vicepresidente posee un alto valor simbólico pero tampoco exageremos la nota. ¿Quién se acuerda de Pelagio Luna? ¿O de Hortensio Quijano? ¿O de Alejandro Gómez? ¿O de Víctor Martínez? Es verdad que hay vices y vices, pero por ahora tengamos un poco de paciencia.. IX Nunca dejemos de tener presente que más allá de las candidaturas, del reparto de cargos hacia el futuro, de los pases libres para un lado y para el otro, uno de los temas centrales de la política en estos tiempos se juegan en Comodoro Py, por la sencilla razón de que los o las titulares de la cleptocracia están en el banquillo de los acusados y su condena será la condena a la Argentina arribista, ventajera y corrupta. X Si un peronista cree en el estado de derecho, las libertades civiles, la inserción de Argentina en el mundo, la racionalidad económica, bienvenido. Si a cambio, pide tener en su casa la foto de Perón y Evita y escuchar la Marchita versión Hugo del Carril o Juanita Larrauri los domingos antes del asado, ningún problema. XI Una coalición reclama de una suerte de “educación sentimental” alrededor de la convivencia. Con Miguel Ángel Pichetto no comparto su “teoría” de los fueros; con Federico Pinedo no comparto su posición acerca del aborto… pero un espacio político con vocación de poder se construye con esas disidencias. XII Me preguntan: ¿Pensaste alguna vez que ibas a votar a Pichetto? Respondo que no; como tampoco pensé que votaría a Macri. Pero saben qué: me encanta sorprenderme, me encanta que con las dificultades del caso pueda atisbar el espacio político del futuro, con sus chances, sus peligros, sus dudas. XIII “Cambiemos” se diferencia de los kirchneristas en los modos de construir consensos. Un ejemplo de lo que digo nace de comparar cómo a este dilema lo resuelven los K con Fernández y con Massa: humillación, apriete, banalización, oscuridad respecto al lugar del poder real, liderazgos despóticos… XIV Homenaje al humor. Franklin D. Roosevelt dijo de Tacho Anastasio Somoza: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Si a este aforismo lo traducimos a nivel nacional, muy bien podríamos decir que Miguel Ángel Pichetto es un peronista, pero es “nuestro” peronista. Esperemos, además, que así sea. XV Durante la dictadura militar Eugenio Zaffaroni se destacaba por ser uno de los jueces que sistemáticamente negaba los habeas corpus para los disidentes. No defendió a los presos políticos de la dictadura, pero defiende a los políticos presos de la cleptocracia K. Maravilloso. XVI En el populismo la avivada, el verso, la picardía son concebidos como el arte de la política y se viven como un absoluto. Sergio Massa es un ejemplo. Tan vivos son que mueren enredados en sus propias trampas, deambulando a los tropezones, sin brújula, sin normas, sin valores. Y se creen vivos. XVII En 2016 era un placer observar como los roedores K se arrojaban al agua porque el barco se hundía. Ese año empezó a decirse que el kirchnerismo no era peronismo. En el 2019 la relación se invierte: el kirchnerismo es el peronismo verdadero. Y los roedores regresan al barco. Pero si los K pierden las elecciones, los roedores otra vez se tirarán al agua. A no enojarse; es una forma de vida. XVIII Nos equivocamos con los K. Creíamos que ellos rechazaban la imputación contra su jefa como titular de una cleptocracia. No es así. No la rechazan, directamente no les importa. Si la jefa robó, es porque es dueña de hacerlo. Y me temo que muchos no saben que quiere decir cleptocracia. XIX Veo a muchos kirchneristas con el libro “Sinceramente” en la mano. Bien la foto, pero es evidente que no pueden y no saben disimular que jamás en su puta vida tuvieron un libro en la mano. Y no porque sean analfabetos, sino por ignorantes, por burros, porque son hijos del partido que propició el “Alpargatas sí, libros no”. |