«Vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente…»

I

Para bien o para mal las elecciones se están polarizando aceleradamente. Los opuestos se han dicho todo lo que consideraban necesario decir y por lo general lo que menos abundan son los piropos. Adjetivos más, adjetivos menos, de esa cantera no hay mucho más para agregar. Sin embargo, más de un treinta por ciento de los argentinos espera algo más y algo diferente. Tanto del oficialismo como de la oposición. Ese “algo más” está insinuado, pero nadie aún lo ha pronunciado como corresponde. No sé si tiene que ver con el futuro o con el presente; con la crítica o la adhesión; con la economía o con la política. Lo que sé es que quien lo haga, gana las elecciones.

II

Alberto Fernández propone meter en la cárcel la palabra “Venganza”. Me parece bárbaro, aunque sospecho que para ello va a tener que lidiar con muchos de sus compañeros. Mientras tanto, yo me conformaría -con menos retórica- que quien vaya a la cárcel no sea una palabra, sino una mujer que está muy cerca suyo y que porta su mismo apellido, suma doce o trece procesos y seis o siete pedidos de prisión.

III

Máximo Kirchner, fotografiándose con un reconocido nazifascista; Dady Brieva, ponderando a los chorros, con la misma galanura y gracejo con que en su momento lo hizo Guillermo Moreno; Mempo Giardinelli y su versión mistonga de tribunales populares; Juan Grabois, hablando de “salir de caño”. Pregunto: ¿cuándo van a empezar a reivindicar a los criminales? Recordemos que desde Robledo Puch a Arquímedes Puccio, desde los asesinos de Soledad Morales a los asesinos de José Luis Cabezas, los grandes criminales de nuestra historia de los últimos cincuenta años no tuvieron empacho en reivindicar su condición de peronistas. Pienso que la mayoría de los peronistas no piensan en los términos de Brieva, Grabois, Moreno o Giardinelli, pero convengamos que estas manifestaciones y su correspondiente impunidad moral y política solo son posibles en el peronismo.

IV

El populismo históricamente incorporó a las esposas a la política, es decir, mujeres cuya exclusiva virtud original es el vínculo conyugal. El hábito fue practicado por presidentes y varios gobernadores, con sus respectivos escándalos conyugales incluidos. Ahora, el populismo criollo se superó a sí mismo: a las esposas sumó los hijos. Cristina Kirchner, con Máximo y Florencia; Hugo Moyano, con Pablo y Facundo, entre otros; Lavagna, con Marco. Alguna vez, Menem con Zulemita. Dios mío, exclamaría mi tía Cata haciéndose la señal de la cruz. Anécdotas al margen, lo que siempre parece estar presente es una versión cortesana del poder; el poder concebido como pacto de sangre.

V

Nacionalizaciones de empresas, expropiaciones de diarios, justicia sometida al poder político del líder o conductor, persecuciones a los periodistas, promesas de venganzas, apología del lumpenaje y el delito… ustedes me van a perdonar, pero los que así hablan no son marginales o extraterrestres… son argentinos y pertenecen a la tradición peronista. Hay otras maneras de ser peronista, pero ésta que menciono y escuchamos todos los días, es más peronista que el 17 de octubre, la Marchita y el “cinco por uno no va a quedar ninguno”.

VI

Sospecho que la relación que Ofelia Fernández mantiene con el sexo no es liberada sino opresiva. Ese aparente desenfado -concha, pija, a cada rato- disimula mal impotencias, carencias y represiones, porque tal vez sea cierto aquello de “Dime de lo que alardeas y te diré de lo que careces”. A la señorita Ofelia alguien le debería explicar que la vulgaridad en materia sexual se traduce en pornografía, lo opuesto a la libertad sexual. Y alguien debería sugerirle que ese exhibicionismo revela más a una puritana alborotada que no sabe qué hacer con su sexo que a una mujer que se propone ser libre. Recomendaría para Ofelia un poco más de Simone de Beauvoir y “Segundo sexo” y un poco menos de “Sinceramente”, con su apología a las viudas y sus repudios preconciliares a las mujeres divorciadas.

VII

Cristina Kirchner supone que ser viuda es un status moral más elevado que el de divorciada. Así lo expresa cada vez que se presenta la ocasión para criticar a María Eugenia Vidal a la que, según mi tía Cata, detesta porque para sus códigos de valores es más joven y más linda y ésa es una falta que jamás se la va a perdonar. Palabras más, palabras menos, diría que alrededor de estos temas Doña Mercedes “Chinchina” Iraola Balbastro de Patrón Costas, presidente de la Liga de Moral y Buenas Costumbres, hubiera sido más discreta y más progresista que la doña del Calafate.

VIII

Cristina Kirchner es dueña de cultivar las fantasías sexuales más cálidas con Manuel Belgrano, entre otras cosas porque hay entre uno y otra 200 años de diferencia que hacen imposible cualquier concreción erótica. Pero hecha esta higiénica advertencia, no está de más recordarle a la doña del Calafate que Belgrano nunca se casó, que siempre vivió en pecado y que en materia de relaciones de pareja su concepción del amor era mucho más progresista que su inesperada admiradora, incluso a pesar de los 200 años de diferencia.

IX

Datos electorales. Alberto Fernández, Axel Kicillof, Sergio Massa, Roberto Lavagna y Miguel Pichetto han sido ministros o políticos importantes del régimen kirchnerista. No sé bien qué quiere decir eso, pero no deja de ser llamativa esa presencia de kirchneristas y ex kirchneristas en el campo del oficialismo y la oposición

X

Siempre alenté las esperanza de un acuerdo histórico entre un socialismo liberal y un liberalismo con preocupaciones sociales. Desde mediados del siglo XIX a la actualidad importantes políticos e intelectuales de signo socialista y liberal alentaron y alientan esa coincidencia. Pienso en John Stuart Mill y Emile Durkheim; Karl Dühring y Karl Kautsky; John Dewey y José Ortega y Gasset; Julián Besteiro y Carlo Rosselli; Benedetto Croce y Michel Rocard; Bernard Shaw y Norberto Bobbio; Isaiah Berlín y Fernando Savater; Richard Rorty y Jurgen Habermas. Sin ir más lejos, el viejo Partido Socialista de Juan B. Justo y Alfredo Palacios alentaron lo mismo.

XI

Tengamos presente que en un país normal, una señora como Cristina Elisabeth, con los procesos y los pedidos de capturas abiertos, no sería candidata a presidente ni siquiera en el respetable pero modesto club de bochas que funciona desde hace años a la vuelta de la casa de mi tío Colacho.

XII

Si de mí dependiera, jamás permitiría que José Luis Espert, o cualquier candidato de derecha o izquierda, liberal o proteccionista, queden afuera de los comicios por alguna tramoya leguleya. Es más, creo que su participación es necesaria. Dicho esto, agrego que el señor Espert debería saber que las exigencias legales se deben cumplir y no estaría mal que tome algunas precauciones a la hora de elegir los partidos con los que se va a presentar a las elecciones. Señalo, por último, que las ingratitudes de la realidad le están enseñando a Espert que una cosa es el ejercicio académico o mediático de la crítica y otra cosa es asumir el desafío de gobernar o pretender gobernar.

XIII

El único distrito donde Pino Solanas tiene votos es en la ciudad de Buenos Aires. La misma ciudad que él se cansó de calificar de cipaya y europeizante; una ciudad en la que, según su relato, había que desconfiar hasta de las estatuas. Pues bien, allí es donde lo votan. Fuera de la ciudad de Buenos Aires, más allá de la General Paz, es decir, en esa Argentina profunda, criolla, morena y tercermundista que reivindica, no lo votan ni los feligreses del Gauchito Gil.

XIV

Se le atribuye a Miguel Juárez Celman haber dicho que “el espectáculo de políticos repartiéndose los cargos en las listas electorales, me recuerda al de esos niños maleducados repartiéndose con las manos una torta de chocolate”. Juárez Celman pronunció estas palabras hace más de 130 años. Habría que preguntarse si los políticos cambiaron los hábitos y si los chicos siguen manteniendo con las tortas de chocolate el mismo entusiasmo.

 

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