Sacarse el cuero

El universo de la literatura y los escritores no está liberado de chicanas, pullas y burlas sangrientas. La diferencia con otros ambientes es que en algunos casos estas palabras suelen ser ingeniosas. En los ejemplos citados podrá observarse que nadie, ni siquiera los más reconocidos, están liberados del dardo ponzoñoso.
 
 
Marx Twain sobre Poe y Jane Austen
 
Para mí, la prosa de Poe es ilegible; como la de Jane Austen. Pero hay una diferencia. A Poe podría leerlo si me pagaran; a Austen, no.
 
 
Emile Faguet sobre Honoré de Balzac
 
Balzac tiene las intuiciones de un genio y las reflexiones de un imbécil.
 
 
Periodista del San Francisco Chronicle 
 
Samuel Beckett intentando descubrir el tedio de la existencia humana ha corrido el riesgo de aburrir soberanamente a sus lectores.
 
 
Anthony Quinton sobre Albert Camus; 
 
Su estilo es poco atractivo y de dudoso gusto, como la expresión oblicua y artificial de un hombre que da un rodeo para pedir plata prestada.
 
 
Tennessee Williams sobre Truman Capote 
 
Siempre he dicho que el pequeño Truman tenía una voz tan alta que solo podía ser detectada por un murciélago.
 
 
Ford Maddox Ford sobre Joseph Conrad 
 
Conrad pierde el día buscando la palabra justa y luego la asesina.
 
 
Hemingway sobre Faulkner 
 
Pobre Faulkner…¿De veras cree que las grandes emociones proceden de las grandes palabras?
 
 
Lord Byron sobre Keats 
 
No más Keats, os lo suplico. No hay quien aguante el baboso idiotismo de la humanidad.
 
 
Truman Capote sobre Jack Keruac
 
Lo que hace Keruac no es escribir, sino copiar a máquina.
 
 
Periodista sobre Ezra Pound 
 
Solo recuerdo una cosa de Ezra Pound; tenía barba y parecía falsa.
 
 
El New Statesman sobre T. S. Eliot
 
Ha citado mucho, ha parodiado e imitado, pero sus citas son olvidables, sus parodias son baratas y sus imitaciones inferiores.
 
 
Fernando Vallejo critica y se burla del primer párrafo de «Cien Años de soledad»:
 «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo».

En uso del derecho a mal pensar que me confiere esta revista, voy a hacerte unas preguntas, Gabito, muchos años después, sobre tu libro genial que así empieza. ¿Muchos años después de qué, Gabito? ¿De la creación del mundo? Si es así, yo diría que tendrías que haberlo dicho, o algún malpensado podrá decir que se te quedó tu frase en veremos, como una telaraña colgada del aire. Pero si no es después de la creación del mundo sino «después de aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo», entonces algo ahí sobra. O te sobra, Gabito, el «remota» pues ya está en «muchos años después», o te sobra el «muchos años después» pues ya está en el «remota». Pero no te preocupés por la sintaxis, Gabito, que con las computadoras y el Internet ¿hoy a quién le importa? Al que te venga a criticar con el cuento de la sintaxis, decile que ésas son ganas de malpensar, de joder, y mandalo al carajo, que vos estás por encima de eso. Soltales un «carajo» de esos sonoros, tuyos, como los de tu coronel Buendía.

 
Robert Graves sobre Shakespeare
 
Lo curioso de Shakespeare es que es muy bueno a pesar de todos los idiotas que dicen que es muy bueno.
 
 
El editor y crítico Alfred J. Fikield, rechaza la novela de Gertrude Stein, «Autobiografía de Alice B. Toklas», imitando su estilo supuestamente vanguardista
 
«Soy solo uno, solo uno, solo uno. Solo un ser. Uno al mismo tiempo, no dos, tres, solo uno. Solo una vida para vivir. Solo sesenta minutos en una hora. Solo un par de ojos. Solo un cerebro. Solo un ser. Siendo solo uno, teniendo solo un par de ojos, teniendo solo un tiempo, teniendo solo una vida, no puedo leer su original solo tres o cuatro veces. Ni siquiera una vez. Solo un  vistazo. Solo un vistazo es suficiente. Ni siquiera un ejemplar se vendería aquí. Ni siquiera uno, ni siquiera uno… 
 
 
El crítico E. Stiwell sobre  D. H.Lawrence 
 
Lucía como un enano de yeso en un jardín suburbano. Al mismo tiempo, tenía un vago parecido con un retrato de Van Gogh, tal como hubiera quedado si Van Gogh no hubiese tenido talento. Lucía como si hubiera pasado una mala noche en una cueva muy oscura, escondiéndose de alguien que él por su parte estaba tratando de cazar.
 
 
Ernest Hemingway le escribe a un escritor cubano con el que tiene «algunas» diferencias 
 
Usted ya me tiene podrido y esta carta es para invitarlo para que nos caguemos a puñetes. Puede usted venir a pelear gratis, sin publicidad con un viejo de cincuenta años, que pesa 200 libras y piensa que usted es una basura y está dispuesto a romperle la cara como nadie lo hizo antes. Cuando quiera viejo. Y en caso de que tenga sangre de perro, como sospecho, no recurra a viáticos.
 
 
Jorge Luis Borges sobre la literatura española
 
Confieso -no de mala voluntad y hasta con presteza y dicha con buen ánimo- que algún ejemplo de genialidad española vale por literaturas enteras: Francisco de Quevedo, Miguel de Cervantes ¿Quién más? Dicen que don Luis de Góngora; dicen que Gracián; dicen que el Arcipreste. No los escondo, pero tampoco quiero acortarles la voz o la la observación de que el común de la literatura española fue siempre fastidiosa. Su cotidianeidad, su término medio, su gente, siempre vivió de las descansadas artes del plagio.

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