En un país normal no debería haber PASO, en un país normal la victoria de la oposición no debería provocar estampidas económicas y financieras. La economía argentina estaba atada con alambre. Lentamente se venía recuperando, pero el paciente estaba muy lejos de haber sido dado de alta.
Lo que los kirchneristas deben tener presente es que el voto de las PASO, además de no ser vinculante, tampoco es un cheque en blanco para liberar corruptos o presentar a vulgares delincuentes comunes como luchadores sociales. Se votó para criticar la actual situación económica, pero no se votó para habilitar impunidad.
I
Las variables económicas y financieras parecen estar controladas. A no festejar por anticipado porque en este país los festejos prematuros en política casi nunca terminaron bien. Por lo pronto, las palabras de Hernán Lacunza han llevado tranquilidad y justo es admitir, Alberto Fernández ha acompañado. No sabemos, y poco importa saber, si lo hizo porque cree en los beneficios de la responsabilidad o lo hizo apretado por las circunstancias. Lo hizo. Habrá que ver cómo los gurkas que lo acompañan han tomado esta decisión inesperada en la tradición peronista. Y habrá que ver si la Señora decide abrir la boca o persiste en mantenerse en un sospechoso segundo, discreto y beatífico segundo plano. Como le gusta decir a mi tía Cata: “Vos me vas a perdonar, pero cuando esta chica se hace la mosquita muerta es cuando más desconfianza le tengo”.
II
Lacunza abrió juego convocando a los economistas de todos los partidos para atender la agenda económica de aquí en más. Nicolás Dujovne empieza a ser historia. Como todo ministro de economía en tiempos de crisis a Dujovne le tocó bailar con la más fea. Sus errores e incluso sus miedos, no autorizan a la periodista Nancy Pazos a recurrir a la fraseología nazi fascista y acusarlo de rata sin eufemismos y sin metáforas. Pazos debería saber que la decisión siguiente contra las ratas es envenenarlas o prenderles fuego. Y Pazos debería saber que las palabras no son inocentes y a veces revelan más de lo que sus emisores se animarían a reconocer en voz alta. Como diría Oriana Fallaci: Es necesario vigilar al enano fascista que “dormita en el alma”.
III
El congelamiento de los precios de las naftas y el descuento del IVA para una línea importante de productos de primera necesidad, abre un debate aleccionador. A estas decisiones el gobierno nacional las toma para paliar o controlar las consecuencias de la crisis desatada después de las PASO. Al bombero no se lo puede acusar por gastar demasiada agua cuando el incendio amenaza con devorar todo. En el caso que nos ocupa, las medidas tomadas han sido, además, consignas callejeras de la oposición y hasta hace una semana fueron una de las iniciativas más destacadas de su programa. Que el gobierno ahora decida tomarlas, lleva a los opositores a poner el grito en el cielo atacados por una inesperada responsabilidad fiscal. Es como que las consignas callejeras solo valen para acusar a un gobierno, pero cuando ese gobierno decide hacerse cargo de ellas súbitamente nos enteramos de que las consignas eran inviables porque el problema de fondo es que la frazada es corta y cuando se tira de un lado se desprotege al otro.
IV
Dicho con otras palabras, desde la oposición resulta muy bonito prometer remedios gratis, aumentos de salarios, naftas baratas y chocolatines para todos los chicos, hasta el momento en que el oficialismo decide hacerse cargo de esas consignas o hasta el momento en que la oposición de ayer se transforma en el oficialismo de mañana. Paga con votos lanzar sapos y culebras contra el FMI, callando que en ese organismo somos socios, que nadie nunca dijo que debíamos retirarnos, que históricamente el peronismo es la fuerza política que más acuerdos firmó con “la banca usurera” y que en la galería de fotos de la señora Lagarde el rostro de Dujovne se repite tantas veces como el rostro sonriente y complaciente de Kicillof.
V
En un país normal no debería haber PASO, en un país normal la victoria de la oposición no debería provocar estampidas económicas y financieras. La economía argentina estaba atada con alambre. Lentamente se venía recuperando, pero el paciente estaba muy lejos de haber sido dado de alta. Las ventajas electorales del peronismo o del kirchnerismo (todavía no se sabe muy bien cómo calificarlo) fueron las responsables del pánico de los mercados. Reacción mezquina, egoísta pero relativamente racional ante la posibilidad de que llegue al gobierno un proyecto de poder cuyos fundamentos están escritos en el libro “Sinceramente” de la Señora.
VI
Puede que Alberto Fernández tenga diferencias objetivas con el kirchnerismo. Puede que se proponga cambiar en una dirección republicana y racional. Ninguna de esas posibilidades niega el hecho cierto e inquietante de que una porción significativa de su poder está y estará controlado por los sectores que hoy reciben el apoyo de Diosdado Cabello, las Farc, el fundamentalismo islámico y cuanta letrina política ande circulando por el mundo. El peronismo, en sintonía con la “tesis” Calvo, se presenta como la fuerza política que dispone de la fuerza, los recursos y la decisión para asegurar la gobernabilidad y sacar a la nación de la crisis. Sus relaciones “efectivas y conducentes” con el poder real corporativo intenta hacer creíble esta afirmación. El contraste lo otorgan las disensiones internas de ese poder, disensiones que más allá de las exitistas efusiones electorales no llegan, no alcanzan a disimular su profundidad y su belicosidad. Nada se repite en la historia, pero el peronismo que amenaza con llegar tiene algo del kirchnerismo de Néstor y Cristina, algo del añejo menemismo y mucho del trágico camporismo.
VII
Nunca me gustó la palabra grieta. Prefiero hablar de conflictos, contradicciones, disidencias. Las contradicciones o los conflictos son la condición de toda sociedad y en particular de toda sociedad democrática. De lo que se debe alertar, es acerca de los comportamientos de un poder despótico que valiéndose de los recursos del Estado y sus cadenas nacionales ataca a los opositores y a sus sociedad civil. Cuando la sociedad “se parte” en dos, la responsabilidad siempre la tiene el que gobierna. Si desde el poder del Estado se llama a linchar o a armarse con alambres de púa, garrotes y mechas incendiarias para liquidar a los opositores, a nadie le debe llamar la atención la existencia de oposiciones “duras” decididas a enfrentar en defensa propia a un poder autoritario.
VIII
Lo sorprendente de esta coyuntura política es que el tema que más interesa a la Señora y a sus seguidores no se está discutiendo. Me refiero a la corrupción cleptocrática del régimen y las causas y pedidos de captura a la Señora. En principio Fernández se ha preocupado en decir en diferentes discursos que los presos son inocentes y que la Señora es la mujer más honrada y más modesta del planeta. El silencio de los kirchneristas no es inocente. Suponen que no hablar de la corrupción los favorece, porque hasta ellos mismos saben que es muy difícil en un debate franco y abierto sostener la inocencia de la Jefa y sus cómplices. Por ahora, entonces, todo de callado. Y en la euforia del posible triunfo, abrir los portones de Ezeiza, fondear los expedientes que acusan a la Jefa y jubilar -o algo peor- a los jueces molestos. Lo que los kirchneristas deben tener presente es que el voto de las PASO, además de no ser vinculante, tampoco es un cheque en blanco para liberar corruptos o presentar a vulgares delincuentes comunes como luchadores sociales. Se votó para criticar la actual situación económica, pero no se votó para habilitar impunidad o para que corramos a abrazarnos con el chavismo hambreador y criminal o con los fanáticos ayatolás de Irán.
IX
La pregunta por el millón es si Cambiemos podrá o no “dar vuelta” las elecciones. A mi criterio esa no es la pregunta decisiva, porque mucho más importante es saber que el próximo 27 de octubre hay elecciones y es en esas elecciones donde se decide en serio quién puede ser el próximo presidente de los argentinos. En toda elección democrática alguien gana y alguien pierde. Ni el que gana es la suma de las virtudes ni el que pierde es la suma de los vicios. En democracia el ganador y el perdedor son necesarios y hasta que esto se resuelva los protagonistas marchan a las urnas decididos a ganar más allá de las encuestas y de las aves de mal agüero.