«Los inmorales nos han igualao»

I

Omar Perotti fue electo hace doscientos días y es gobernador efectivo hace veinte días. Se suponía que en el plazo de seis meses debería haber definido las líneas centrales de una estrategia de gobierno. No lo hizo, lo hizo mal o no lo dejaron hacer. La provincia de Santa Fe no está quebrada y mucho menos necesita de declaraciones de emergencia. Hay problemas como en cualquier parte del mundo, pero absolutamente manejables en el marco de la ley. De todos modos, será injusto juzgar al flamante gobierno peronista por dos semanas de gestión en la que, efectivamente, sus gobernantes parecieran no dar pie con bola. ¿Perotti es incompetente? No lo creo. ¿La oposición es salvaje? Lo creo menos. ¿Son las disputas facciosas internas del peronismo lo que lo traban? Mmm… no lo creo, pero tampoco dejo de creerlo ¿Fui claro?

II

La muerte del líder militar iraní, Qasem Soleimani me despierta dudas e interrogantes. Advierto que no pienso derramar una lágrima por la vida del responsable de miles de asesinatos, pero no estoy del todo seguro seguro que el gobierno de Donald Trump haya evaluado todas las consecuencias de un operativo que abiertamente involucra a Estados Unidos. “El que a hierro mata a hierro muere”, se cumplió al pie de la letra con Soleimani, pero, claro, uno quisiera suponer que después de unos cuantos miles de años ese principio debería haber caducado.

III

Donald Trump es un émulo de John Wayne, peor el régimen iraní es un régimen terrorista y los argentinos, aunque Timerman y Cristina no lo crean, algo sabemos de eso. En EEUU un halcón y en Irán una teocracia fanática y criminal. Tía Cata diría que se juntaron el hambre y las ganas de comer. El problema es que en ese escenario el pato de la boda lo pagamos entre todos. No quiero ser ave de mal agüero, pero entre vaqueros de gatillo fácil y fanáticos de mecha corta que invocan a Alá, la paz en el mundo puede estar en peligro.

IV

Los suicidios de Leandro N. Alem y Lisandro de la Torre provocaron dolor, pero se sabía de la condición depresiva de ambos, por lo que esa ‘salida‘, descerrajarse un tiro, era posible, al punto que nadie puso en duda esas muertes. Lo mismo no se puede decir del fiscal Alberto Nisman. No hay indicios en su personalidad para abonar esa hipótesis, salvo recurrir a los lugares comunes estilo: ‘el alma humana es insondable‘. No le demos vueltas: a Nisman lo asesinaron y los argumentos y argucias de quienes sostienen lo contrario, no hacen más que reforzar la hipótesis central: se trata de un crimen que como muy bien se lo definiera en su momento, es lisa y llanamente un magnicidio.

V

Me parece absolutamente innecesario preguntarse por qué Alberto Fernández cambió de opinión respecto del caso del fiscal Nisman. Es todo tan sencillo que hasta parece promiscuo. En 2017, cuando tío Alberto defendió la hipótesis del crimen era opositor a Cristina; hoy, es el presidente puesto por Ella. Es todo tan obvio. Henry James al respecto hubiera considerado que si bien a veces la ‘verdad‘ depende del cambio del punto de vista, hay ciertas manipulaciones que más que cambios de punto de vista son verdaderos fraudes.

VI

El Papa simpático, populachero y bailarín de ‘Los dos papas‘, ¿mostró su verdadero rostro?. Por lo pronto, en la escena contra esa pobre mujer a la que maltrata por un episodio menor, el compañero Bergoglio logra que el Ratzinger de ‘Los dos papas‘ sea un hippie bondadoso. Nunca olvidar que detrás de las sonrisas complacientes y los gestos plebeyos y demagógicos de los populistas, sobrevive intacta una personalidad autoritaria.

VII

¿Será lectura compartida o adoctrinamiento compartido lo que proponen los compañeros inesperadamente interesados en divulgar la lectura? Tratándose del peronismo hay derecho a desconfiar. Conociendo el paño, no me llamaría la atención que los bien rentados funcionarios de semejante iniciativa cultural estimen que la lectura de “Sinceramente” merecería mayor atención y divulgación que la lectura, por ejemplo, de “Martín Fierro”, “Don Segundo Sombra” o “Los siete locos”. De mi parte, y como lector, agrego que la lectura es una pasión solitaria. Jamás de los jamases leí un cuento o una novela a coro.

VIII

Sobre las declaraciones de Hebe de Bonafini me preguntaría lo siguiente: ¿ese amasijo de violencia, vulgaridad, grosería, discriminación y racismo, pertenece exclusivamente a la personalidad de una mujer evidentemente desquiciada o, por el contrario, expresa en voz alta lo que exactamente piensan los principales dirigentes kirchneristas? Se dice para disculparla que está gagá o senil. Si esto fuera así habría que sospechar que desde hace décadas que es víctima de ese estado, porque las mismas palabras y con el mismo tono viene repitiendo desde que la conozco. Hace veinte años festejó el derrumbe de las Torres Gemelas. Y hace un cuarto de siglo consideró que los “compañeros” de la ETA eran militantes revolucionarios. Y unos cuantos años antes de que se le ocurriere abrazarse con Evo Morales echó a un grupo de bolivianos de la Plaza de Mayo apelando a una de sus dulces consignas: “Váyanse de aquí negros de mierda”. ¿También pertenece al campo de la senilidad el ataque al comodoro Horacio Verbitsky por su condición de judío?”

IX

Comparto el principio de desearle al gobierno que le vaya bien, porque si le va mal nos iría mal a todos los argentinos, en tanto las consecuencias de su fracaso nos alcanzarían a todos. Dicho esto, me permito una confidencia en voz baja que es al mismo tiempo una duda y una tribulación: ¿No será necesario ponerse de acuerdo acerca de lo que significaría para todos los argentinos que a un gobierno de signo kirchnerista le “vaya bien”? ¿Estamos tan seguros de que si a un gobierno kirchnerista le “va bien”, automáticamente nos iría bien a todos los argentinos? No afirmo, pregunto. Después de todo, la libertad se inicia ejerciendo el íntimo derecho a la duda.

X

¿Qué me cuentan de los muchachos de la Universidad Católica Argentina y sus diligentes empleados del Observatorio de la Deuda Social Argentina? Ahora nos venimos a enterar que más que observadores sociales eran punteros militantes de la causa nacional y popular que, como todos sabemos, dirige el compañero Bergoglio desde la Unidad Básica de Santa Marta. Y que a las observaciones presuntamente científicas los compañeros de ODSE las desplazaron por “percepciones”, “intuiciones” y, como le gustaría decir a tío Colacho, “una cuota lujuriosa de mala leche”. A tía Cata en su momento le llamó la atención que el mismo día que Macri hablaría -por primera y única vez en su mandato- por la cadena nacional, los muchachos de Salvia sacaron al aire unas horas antes un índice de pobreza que dice más de lo que ellos piensan del gobierno de Macri que lo que deberían decir los números y la mínima honestidad intelectual. Pobre tía Cata. Atribulada y atónita, después de misa, le preguntó afligida al cura de la parroquia si sabía algo del tema. El curita levantó los ojos al cielo e hizo silencio. Sobre los designios inescrutables de Dios nadie puede abrir la boca. Tía Cata se persignó, le dio una limosna al mendigo que habitualmente está en el atrio de la iglesia y algo inquieta, algo recelosa, regresó a casa.

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