Crónicas santafesinas

 

I

Para un corresponsal de guerra, una guerra es el escenario preferido; para un periodista deportivo, un mundial de fútbol es “lo más”; para un periodista dedicado a la política, una reforma constitucional con todos los protagonistas de la política instalados en tu ciudad, almorzando, cenando o tomando el café en los bares que frecuentaste toda tu vida, es algo así como el sueño del pibe. Ese privilegio pude disfrutar entre los meses de junio, julio y agosto de 1994 en Santa Fe, ocasión en la que se celebró la reforma constitucional que habrá de votar -el dato es importante registrarlo- la única Constitución de nuestra historia aprobada por todo el arco político. Ya sabemos que la ciudad de Santa Fe fue escenario de la reforma constitucional de 1853 y 1957. En 1853, no estuvo la provincia de Buenos Aires; y en 1957, estuvo proscripto el peronismo. Por el contrario, en 1994 estuvieron todos. Y aún tengo presente el momento en que todos los constituyentes aprobaron la nueva constitución, más allá de sus carencias y sus excesos, de sus pactos y sus “cerrojos”. Y esto ocurrió en Santa Fe, en nuestra ciudad, hace algo más de un cuarto de siglo.

 

II

Digo como periodista que participar durante tres meses de esta formidable puesta en escena de la política nacional, es una experiencia formidable. Cené un par de veces con Alfonsín en el hotel Castelar; desayuné y tomé algunos lisos con Cafiero en el Hostal; en el bar San Jerónimo conversé con el escritor Héctor Tizón y con Chacho Alvarez; en el bar de la otra cuadra, estuve con Jorge Yoma -traje blanco, zapatos blancos y engominado- y con Jorge Asís, entonces funcionario menemista y de impecable traje y moñito floreado. Alguna vez, tomé un café con Leopoldo Bravo, un pedazo importante de la historia política criolla llegado desde San Juan. Con Álvaro Alsogaray, conversé en la puerta del Paraninfo y publiqué la entrevista citando una frase suya como título: “Adelina de Viola es una trepadora”. Más afectiva e íntima fue la entrevista con Graciela Fernández Meijide expresada en el título: “Pablo tiñe de gris el paisaje”. Pablo es su hijo, desparecido por la dictadura militar. Con Chacho Alvarez conversé en el bar de la facultad. Recuerdo que dijo que “si terminamos del brazo de Cavallo y López Murphy, todo el esfuerzo militante que se ha hecho habría sido en vano”. Esa semana con él y Darío Macor presentamos un libro escrito por Hugo Quiroga en la biblioteca de la Universidad. También tuve una charla de hacha y tiza con monseñor Jaime de Nevares, entrevista que me la consiguió el cura Atilio Rosso.

 

III

La reforma constitucional de 1994. Recuerdo los rumores que la precedieron. Vecinos alarmados porque llegaban a nuestra ciudad los políticos de todo el país y con ellos se iniciarían las fiestas negras. Se rumoreaba de la llegada de un barco con casino y mujeres alquiladas. Recuerdo cuando trataba de convencer a un par de vecinos de mi barrio que podían alquilar sus casas con tranquilidad, porque si bien los políticos no son unos santitos, suelen ser bastante convencionales con sus expansiones eróticas, por lo que esas leyendas de bacanales tropicales con hombres y mujeres desnudas bañándose en piscinas llenas de champagne, no eran muy realistas. Por supuesto, pasaron cosas. Siempre pasan. Se tejieron romances, algunos reales, otros imaginarios. Había galanes primeros actores. Recuerdo mujeres ponderando la pinta de un Aníbal Ibarra que aún no tenia cuarenta años, o el carisma de un Chacho Alvarez que atravesaba por su hora más gloriosa. Siempre se rumoreó de los amoríos a la hora de la siesta de un senador peronista de Entre Ríos con una ignota convencional constituyente de una provincia del sur. ¿Chismes? Por supuesto. ¿Pero quién dijo que el periodismo no debe incluir los chismes en su agenda?

 

IV

En esos días conocí a Lilita Carrió, que fue tapa del diario La Nación por su discurso. El dato merece destacarse: un discurso fundó el inicio de una trayectoria política nacional durante veinticinco años con puntos suspensivos hacia el futuro. Lilita siempre dijo que fui el primer periodista que la entrevistó. Lo repitió varias veces. Por supuesto que su opinión me satisface, aunque no estoy tan seguro de que haya sido exactamente así. ¿Inteligente? Deslumbraba. Entrevista singular si la hay, es la que tuve con Aldo Rico. Un personaje, y un personaje con votos. Más de un millón de personas lo habían votado para estas constituyentes. No era fácil entrevistarlo. De la sonrisa y algún giro de porteño canchero, pasaba a la condición de comando carapintada y respondía con agresividad y en más de un caso con astucia. Después nos fuimos a tomar un café. En algún momento me preguntó si podía transmitirle un mensaje a Carlos Monzón. Le dije que podía intentarlo. Y entonces la propuesta: “Decile si quiere “tirar” unos puñetes conmigo”. No le contesté en el acto, pero después de un trago de café le dije: “Yo lo puedo hablar, pero desde ya te adelanto que te va a cagar a trompadas”. Se rió como se ríe él, mostrando todos los dientes. Y después agregó: “Vos conseguime la pelea y después te cuento”. Todo quedó allí. Hablé con el Turco Maguid porque para esa época Monzón daba clases de boxeo en el camping de UPCN. Siempre tuve buena relación con el Turco. Así que me escuchó y se murió de risa. “Decile a Rico que lo queremos como constituyente, y si pelea, Monzón le va a llenar la cara de dedos… a Carlos, darle una biaba a Rico no le aporta nada, pero un millón de argentinos que votó a Rico se van a quedar sin constituyente… déjalo ahí”.

 

V

El lunes 18 de julio nos despertamos con la noticia de que el terrorismo islámico había dinamitado el edificio de la AMIA en Plaza Once. Esa misma noche hubo una manifestación desde el Paraninfo de la Universidad hasta el local de la escuela judía “Bialik”, de calle 4 de Enero al 2500. Allí hablaron Graciela Fernández Meijide, Antonio Cafiero y Raúl Alfonsín. “Hoy somos todos judíos”, dijo el líder radical. Alguna satisfacciones profesionales recuerdo. En esos días tomé una café con Cafiero y compartí un bife de chorizo con Alfonsín. Después escribí una nota que titulé “Alfonsín y Cafiero”. La nota decía que se trataba de los dos grandes protagonistas de la reforma constitucional. Y describo lo que hay de común y de diferente entre estos dos dirigentes. Y señalaba que uno de los rasgos comunes es que estamos ante dos dirigentes que siempre parecen estar más allá de sus partidos. Al otro día, Alfonsín me llamó por teléfono para felicitarme, lo cual me agradó pero no representaba nada nuevo bajo el sol, porque con Alfonsín conversé muchas veces, me conocía y los políticos a veces suelen ser amables con los periodistas. Mi sorpresa fue la presencia esa misma mañana de Cafiero en el diario para hablar con el director y felicitarlo por la nota publicada. Mentiría si dijera que el gesto me resultó indiferente. Conversé un rato con Cafiero y realmente estaba muy satisfecho, conmovido diría. Desde entonces, Cafiero me distinguió con su afecto sin preguntarme si era o no era peronista. Y estoy orgulloso de decirlo. Cuando muchos años después publicó sus memorias: “Militancia sin tiempo. Mi vida en el peronismo”, el profesor Jorge Fernández me avisó que en una de sus páginas citaba mi artículo.

 

VI

Antonio Cafiero. Pintón. Siempre impecablemente vestido Y agradable. No era un porteño, era un bonaerense canchero. Hincha de Boca. Tenía su sentido del humor. Recuerdo cuando le pregunté qué opinaba de la militancia de su hijo -no recuerdo exactamente su nombre- fuera del peronismo. “Y que querés que le diga (tenía un tono de voz levemente nasal): ¿Por qué me dejaste mi lindo Julián?”. En esos días lo entrevisté a Rogelio Frigerio, al Tapir, en un canal de televisión de calle Urquiza. También le pregunté por uno de sus hijos, funcionario del peronismo. Se puso mal: “Son cosas que duelen, duelen mucho…”, me contestó con voz compungida y expresión triste. Entonces, le conté la respuesta que me dio Cafiero: “¿Por qué me dejaste mi lindo Julián?”. Y entonces, algo parecido a una sonrisa divertida se reflejó en el rostro de don Rogelio. “Ve como son los peronistas… yo no puedo dormir, pero ellos arreglan estos dramas con una frase y se mueren de risa… sinceramente, los envidio…”.

 

Noticia de: El Litoral (www.ellitoral.com) [Link:https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/244030-cronicas-santafesinas-opinion.html]

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