Sábado 12 de diciembre de 2020

Me preguntan si estaría dispuesto a vacunarme contra el coronavirus y respondo afirmativamente. Es mi respuesta. No ignoro recelos y prevenciones. Y respeto la decisión de quien por un motivo o por otro no quiere vacunarse. Siempre creí que la vacuna es una buena noticia en la historia. Que gracias a ellas se salvaron millones de vida. Desde los tiempos de la viruela hasta la actualidad. Los avances científicos, las colaboraciones entre investigadores y laboratorios, la conciencia moral de la humanidad han permitido que las vacunas sean cada vez más seguras y eficaces. No se me escapan los riesgos. Pero tal como lo prueban los hechos históricos, los riesgos (reacciones alérgicas o complicaciones parecidas) son infinitamente inferiores a los beneficios. Y además, a esos riesgos es posible detectarlos y conjurarlos ¿Hay negocios con las vacunas? Es posible, pero también hay controles estrictos. Por otra parte, en el mundo que vivimos a nadie le debería llamar la atención que científicos y empresarios obtengan beneficios con sus investigaciones. Lo que importa es que luego los beneficios de las vacunas lleguen a todo el mundo: gratis o a precios mínimos. ¿Gratis? Bueno…siempre hay alguien o algunos que pagan, el Estado en estos casos cuyos recursos provienen de los contribuyentes. Es también verdad que el negocio de los medicamentos es uno de los más corruptos en el planeta, pero no hay constancia de que estos episodios de corrupción hayan alcanzado a las vacunas al punto de poner en riesgo la vida de las personas. Repito una vez más: la vacuna contra el coronavirus es una buena noticia. Y más allá de las críticas que le pueden formular a este gobierno, de los recelos que nos despierten la moralidad de ciertos funcionarios, es necesario también admitir que existen instituciones y funcionarios y personal calificado creíble y cuya confiabilidad está más allá de las coyunturas políticas. La Argentina no anda bien, pero a pesar de todo sobreviven instituciones y profesionales que sí cumplen con su deber. Tal vez no sean perfectos, pero son confiables y eficaces. Pienso, por ejemplo, en nuestro sistema sanitario. En los médicos, enfermeros, funcionarios y profesionales en general que libraron una lucha silenciosa y digna contra los estragos de la pandemia. No necesito explicar que no estoy hablando a favor de un gobierno, estoy hablando a favor de la Argentina que es mucho mas importante que un gobierno. Y de la Argentina no como entidad metafísica sino como hecho histórico, con sus instituciones y su sociedad civil, con su ejemplar voluntariado social y su personal calificado. Y muy en particular, estoy hablando a favor de nosotros mismos. ¿O es necesario recordar que de las crisis, de las desgracias, incluso de la decadencia y de los azotes de ciertos gobiernos, no se sale marchando desde las sombras hacia la oscuridad, sino del resplandor a la luz?

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