«Porque me estoy dando cuenta…»

 

I

Supongo que en algún momento la bendita vacuna llegará a estos pagos y mal que bien los argentinos seremos vacunados. Lo que hay que preguntarse en todo caso es si llegará más temprano o más tarde. También habrá que preguntarse sobre la calidad de la vacuna y, sobre la capacidad de gestión del Estado para aplicarla a millones de argentinos. Por lo pronto las señales no alientan el optimismo. El gobierno una vez más oscila entre la ineficiencia y el ridículo. El presidente en particular insiste en sobreactuaciones innecesarias que no hacen más que poner en evidencia la devaluación creciente de su palabra. Pregunto al respecto: ¿qué necesidad tenía de dar fechas y cifras sobre la vacuna cuando nadie se las solicitaba y, sobre todo, cuando además eran mentiras o en el más suave de los casos, inexactitudes, lo cual en tiempos de pandemia suele ser una falta grave por parte de un presidente cuya tarea es la de brindar seguridad y confianza? No deja de ser patético, con un cierto toque de siniestro, que un psicópata como Vladimir Putin ponga en evidencia a un mitómano como Alberto Fernández.

 

II

Las declaraciones del autócrata Putin no fueron desmentidas. La «milagrosa» vacuna rusa no produce efectos en los mayores de sesenta años. Si lo que nos dicen las estadísticas mundiales es cierto, es decir, que el coronavirus afecta en primer lugar a las personas mayores de sesenta años, se debe concluir que la vacuna rusa no sirve o, por lo menos, por el momento no sirve. Como broche de oro, pareciera que también hay problemas con los horarios de los aviones. Pura joda. Y lo más lindo de todo es que quien de alguna manera nos desenmascara es el señor Putin, el caballero que entre otras proezas morales se distingue por su afición por envenenar a los opositores, cuando no secuestrarlos y asesinarlos sin asco. Una joyita. Una joyita forjada en los sótanos de la KGB, adiestrado en cuanta faena sucia impusieran en su momento los servicios de inteligencia de la gloriosa URSS. Este psicópata, algo así como una suerte de «hombre nuevo» forjado por el humanismo comunista, es en la actualidad uno de los principales aliados del gobierno argentino. Ese inigualable talento de estos muchachos por frecuentar la amistad de cuanta escoria política ande dando vueltas por el mundo.

 

III

En materia de vacunas no solo con los rusos hemos tenido dificultades. En otro tono y en otro contexto también hemos tenido algunos problemitas con la empresa Pfizer. Según nuestro inefable ministro de Salud, tan lerdo para tomar decisiones de interés público pero tan ligero para otros menesteres, la empresa impuso «condiciones inaceptables». ¿Podemos los humildes mortales saber el contenido de esas «condiciones inaceptables»? Le recuerdo al señor ministro que estamos hablando de la vacuna y le recuerdo que es una obligación moral y política informarnos a los ciudadanos, salvo que crea que somos apenas sumisos conejitos. Solicito información no solo por razones sanitarias y de seguridad, también la solicito porque conociendo el paño y en particular el paño de los actuales gobernantes, me temo que en algunas de estas conversaciones para ponerse de acuerdo en materia de precios, a nuestros muchachos, tan aficionados a practicar el arte de la viveza criolla, se les haya ocurrido ponerse pícaros y hacer lo que todos sabemos que a estos muchachos les gusta hacer. ¿Es necesario mencionar la palabra clave que los distingue? No lo voy a hacer, pero voy a dar una pista: la palabra que es una suerte de abracadabra para los compañeros empieza con la letra C y termina con la letra A. Y según su etimología es de origen árabe. Confío en la perspicacia de mis lectores para deducir a qué palabra me refiero.

 

IV

En estos días vi por enésima vez los tres capítulos de «El padrino», la película dirigida por Francis Ford Coppola con guion de Mario Puzo. Una de las frases preferidas de la negociación mafiosa de la familia Corleone es «Le haré una oferta que no podrá rechazar». No sé por qué operación luciferina de la memoria esa frase se me hizo presente cuando el ministro dijo de la empresa Pfizer: «Propusieron condiciones inaceptables». Nobleza obliga: Pfizer, una empresa dedicada a la fabricación de medicamentos y menesteres parecidos desde mediados del siglo XIX, está muy lejos de ser una empresa que aspira a ganarse el cielo y disfrutar de la eternidad rodeada de tiernos angelitos y sonrosados querubines. Su historia exhibe aciertos y logros, pero también denuncias y escándalos por los que en su momento debió pagar multas de millones de dólares. Al respecto, es necesario saber que el negocio de medicamentos y vacunas es uno de los más corruptos en el mercado mundial. Nada trágico si los Estados nacionales son eficientes, es decir cuentan con funcionarios honestos y en particular con controles institucionales que funcionen.

 

V

Lo que está fuera de discusión es que a la vacuna, o a las vacunas, la necesitamos y cada vez la necesitamos más. La corrupción que suele merodear en el mercado no es nada nuevo, pero al mismo tiempo sabemos para nuestra tranquilidad que los controles institucionales suelen ser severos. La perfección, claro está, no existe, pero el balance histórico del último siglo suma más virtudes que vicios. Después están las diferencias de los Estados nacionales. No es lo mismo un Estado con instituciones fuertes, burocracias virtuosas y sociedades exigentes que un Estado inficionado de corrupción, con instituciones devastadas, burocracias más habituadas a ser cómplices que controladoras y sociedades sumisas o sometidas. En nuestro país el balance no alienta el optimismo, pero seríamos históricamente injustos si no admitiéramos que a pesar de todo, a pesar de los gobiernos corruptos y de todo lo que ya sabemos, existen instituciones y funcionarios que están a la altura de sus responsabilidades históricas. Si así no fuera nuestra vida de todos los días sería un infierno superior al que ya conocemos. No exagero ni pinto un mundo color de rosa cuando digo que incluso en nuestro Estado nacional, tan maltratado, existen reservas institucionales virtuosas. Para explicar con algo más de precisión lo que digo, postulo que habría que establecer una diferencia entre Estado y gobierno, entre instituciones y funcionarios estatales y gobiernos con su séquito de incondicionales y su corte de políticos ávidos por enriquecerse. La ANMAT fue creada en 1992 como consecuencia de un brote de cólera en la provincia de Salta. Es una institución descentralizada integrada por funcionarios y profesionales cuya tarea en el caso que nos ocupa es estudiar, analizar y pronunciarse acerca de la calidad y la seguridad de las vacunas que se apliquen en la Argentina. La ANMAT es nuestra garantía. Seguramente será sometida a presiones de todo tipo, las presiones de los malandras cuyo objetivo es enriquecerse desde el poder incluso a costa de la salud y la vida de los argentinos. Esperemos que los funcionarios de ANMAT puedan resistir estas extorsiones. Y esperemos que los argentinos dispongamos de la lucidez y el coraje civil necesario para no dejarlos pasar. Hoy más que nunca debemos tener presente que la corrupción, además de degradar, mata.

 

Noticia de: El Litoral (www.ellitoral.com) [Link:https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/273965-porque-me-estoy-dando-cuenta-cronica-politica-opinion.html]

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