Lunes 21 de diciembre 2020

Como ciudadano me hubiera interesado saber si el senador Armando Traferri es inocente o culpable de las causas que le imputan los fiscales. Mi legítima pretensión no será satisfecha porque los senadores decidieron protegerlo o no autorizar el desafuero, lo cual viene a ser más o menos la misma cosa. Al momento de hacer uso de la palabra, el senador Traferri se refirió a las supuestas condiciones que se deben disponer para ser peronista, estableciendo diferencias entre los verdaderos peronistas y los que no lo son. Senador Traferri: personalmente lo felicito por su condición de peronista (identidad que no pongo en duda porque me ha demostrado a lo largo de todos estos años de que es un peronistas típico) pero lo que los santafesinos queremos saber no si es peronista o no, sino si es o no un delincuente. Y esa inquietud no nos será satisfecha. Pregunto: ¿Los fueros son una garantía republicana o un privilegio? Como ciudadano, y tal como se presentan las cosas, tengo derecho a dudar o a pensar mal. Se supone que una persona inocente no tiene mayores problemas en presentarse ante la justicia. Traferri dijo que si le quitaba los fueros iba preso ¿Error conceptual o acto fallido? Pregunto, porque el desafuero no incluye cárcel. Y recuerdo una vez más que los fueros fueron creados para garantizar la legitimidad republicana y no para constituirse en privilegios irritantes. Si la memoria no me falla, en su momento Eduardo Angeloz dio un ejemplo que los senadores radicales santafesinos parecen haber olvidado. Se supone que un ciudadano inocente no tiene reparos en presentarse ante la justicia y, más aún, es lo que se reclama para aclarar su situación. Y se supone que en todos los casos son los culpables los que tienen reparos o temores para presentarse ante la justicia. Las imputaciones contra Traferri son serias. Como el principio de presunción de inocencia siempre debe respetarse, esta era una buena ocasión para que la pretensión se transforme en certeza, es decir, que Traferri aclare su situación. No será así. Traferri no lo quiso y sus «compañeros» senadores no quisieron que fuera así, (por lo menos así lo confirmó la mayoría: peronistas y radicales). ¿Defensa de un inocente o defensa de privilegios de cuerpo? ¿Ejercicio de un derecho constitucional o complicidad? Desde hace tiempo la sociedad no tiene un buen concepto de la institución Senado. Privilegios políticos y económicos, disponibilidad generosa, y algo más que generosa, de recursos, perpetuación en los cargos. Tal vez exagerando la nota, pero no demasiado, en algún momento fueron calificados no como senadores de una república sino como señores feudales de una republiqueta bananera. Me temo que lo sucedido la semana pasada confirma las peores sospechas. En el caso que nos ocupa se han negado -salvo cuatro senadores- a que la opinión pública pueda conocer qué pasa con el hampa en la provincia de Santa Fe y en particular con las relaciones del hampa y la política. Esta hubiera sido una excelente ocasión para desmentir rumores, sospechas y en algunos casos semicertezas. No lo hicieron. Sabrán por qué actuaron de esa manera. Peronistas y radicales en este tema se han dado la mano. ¿El acuerdo fue entre peronistas y radicales o no fue más que un acto de solidaridad entre quienes las diferencias partidarias son en todos los casos temas menores comparadas con la solidaridad corporativa? Otro detalle: los dos grandes centros urbanos de la provincia: Rosario y Santa Fe, votaron a favor de la justicia, es decir que Traferri se presente a la justicia como corresponde a cualquier ciudadano en un país que dice defender el principio de igualdad ante la ley. Importa ponderar las virtudes de los senadores de esos departamentos, pero también hay que mencionar la presencia de sociedades (Santa Fe y Rosario) que saben ejercer los controles sociales y son menos dependientes de los «favores» de senadores que disponen de verdaderas fortunas salidas de los bolsillos de los contribuyentes para «hacer política», es decir, perpetuarse en los cargos practicando el más vil clientelismo a cambio de levantar la mano para aprobar las leyes del gobernador de turno. Mientras tanto, el hampa en Santa Fe sigue haciendo de las suyas en una provincia donde el porcentaje de crímenes están entre los más elevados del país con ajustes de cuentas callejeros que nos recuerdan en más de un caso las escenas de los tiempos de Pablo Escobar en Medellín. Mientras tanto, queda habilitada la sospecha de que los senadores -desde General Obligado a General López- parecen más preocupados en protegerse entre ellos que proteger las libertades y la seguridad de los santafesinos.

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