Jueves 31 de diciembre 2020

La alegría de este fin de año no es tanto la esperanza en el 2021 como la certeza -o por lo menos la presunción- de que el 2020 se va para siempre. Se va y nunca volverá, aunque me temo que sus efluvios se proyectarán hacia el futuro. Dejemos por ahora las consideraciones acerca de las consecuencias de la pandemia y las incertidumbres más que en la calidad de las vacunas, en la capacidad de gestión de las actuales autoridades, y observemos con qué lealtad a sus principios fundadores se despiden del año lo que se podría considerar el kirchnerismo en estado puro. En primer lugar, la porfiada insistencia de perpetrar en ANMAT las mismas trampitas que perpetraron en sus años de oro con el Indec. Es decir, reducir sus objetivos fundacionales a la mínima expresión, cuando no a la nada. Al mismo tiempo, un juez subrogante, que evidentemente no está sumado a la maniobra imperialista del lawfare, confirma que como buen empleado agradecido decidió reconocerle a la Señora un ingreso mensual de dos millones de pesos, más unos cien millones de pesos de retroactivos. Y como toque de distinción el privilegio de no pagar Ganancias. La abogada exitosa en la plenitud absoluta de sus facultades. La señora que lidera el privilegio de estar en el cuadro de honor de los dos o tres autócratas más corruptos del mundo y exhibe la distinción de ser la presidente que más se enriqueció en el ejercicio del poder, recibe ahora una modesta recompensa por los abnegados servicios cumplidos. La decisión judicial podrá o no ser injusta, pero de lo que no hay dudas es que en principio estamos ante una exhibición de cristinismo en estado puro. Todo jubilado sabe, por ejemplo, que un reclamo de actualización de ingresos lleva años, raramente se lo conceden y lo más probable que en el camino el jubilado pase a mejor vida. Pero en el caso de la Señora el funcionamiento de las instituciones fue eficaz y veloz. Y sobre todo generoso. Una ejemplar lección de igualdad ante la ley y de igualitarismo militante. Repasemos: la mínima de un trabajador es de 25.000 pesos, pero la jefa espiritual de los “grasitas” percibirá unos dos palos por mes con otros cien palos para guardar debajo el colchón. Y dejo para otro momento y para arribar a otras moralejas los millones de dólares repartidos en ignotos lugares incluido los colchones de sus hijos. Y ya que hablamos de hijos, nunca como ahora son tan actualizadas las palabras del príncipe Máximo insistiendo que ellos no son el poder sino la resistencia. Cáspita y recórcholis. Durante más de quince años los compañeros han controlado y controlan los resortes del estado, manejan a gusto y piacere las palancas de la economía, se enriquecen como jeques árabes, pero nos enteramos que ellos son algo así como una suerte de aguerridos partisanos luchando y arriesgando su vida por la liberación de París. Bien ahí principito. Su maravillosa inspiración nos asombra, no tanto por las triquiñuelas de la retórica sino por la empecinada fe de sus seguidores siempre dispuestos a creerles por candorosa buena fe o aviesa picardía. Por el mismo sendero de la credulidad y la viveza criolla, deducimos que la reciente decisión de meterle la mano en el bolsillo a los jubilados y pensionados, menos a la Señora claro está, la hizo el Espíritu Santo, el mismo Espíritu Santo que alentó el lanzamiento maratónico de toneladas de piedras para oponerse a una ley que ahora resulta mucho más generosa que la que aplicarán de aquí en más los militantes nacionales y populares. En la misma línea de la resistencia a brazo partido contra oligarcas y vendepatria, el gobernador Axel Kicillof reclama la libertad de Milagros Sala, honesta y humanista militante de base encarcelada por las maniobras del perverso lawfare. Lamentablemente, los enemigos de la patria insisten en conspirar y están a punto de enviar a la cárcel al compañero Amado Boudou, otra víctima del lawfare, otra víctima de quienes no le perdonan al compañero su conmovedor compromiso con los pobres. Ironía al margen, no deja de provocar una sensación que mezcla la consternación con la ternura, la sensibilidad exquisita del juez preocupado por la suerte de los hijos de Boudou. Ni a Zaffaroni ni a Oyarbide, dos paradigmas en estado puro del derecho K, se les hubiera ocurrido este hallazgo milagroso de la impunidad. Y mientras todos estos fuegos de artificio danzan su ronda de luces y colores en el aire, los compañeros Manzano y Vila adquieren Edenor en el mejor estilo de pureza kirchnerista. Esto quiere decir, quedarse con empresas a nombre de testaferros con plata puesta por el estado. Oh casualidad. El mismo día que Manzano-Vila compra Edenor por cien palos verdes, el compañero Alberto anuncia que le reconocerá a Edenor un retroactivo de 350 palos verdes. Ayer Eskenazi, hoy Manzano-Vila. Transparencia kirchnerista en estado puro que le dicen. Conclusión, el 2020 se va pero al 2021 le costará mucho eludir sus efectos. Sobre el coronavirus tengo mis dudas, pero quiero creer que las vacunas podrán combatirlo. Acerca del kirchnerismo no soy tan optimista. Me temo que la vacuna que pueda neutralizar sus efectos sociales y políticos letales aún no se ha inventado.

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