Lunes 11 de enero 2021

Amado Boudou no es un preso político. Amado Boudou es un malandra, un mandadero de sus jefes para perpetrar saqueos de recursos públicos y, en el más suave de los casos, un vivillo y atorrante que halló en la política una coartada para enriquecerse y disfrutar de los goces de la vida. Transformarlo a Boudou en preso político es un acto tramposo cuando no canalla. Desde el punto de vista del lenguaje significa un acto de corrupción del lenguaje, una exhibición desenfadada de cinismo por parte de quienes lo defienden porque de alguna manera, a veces lineal a veces oblicua, se están defendiendo a ellos mismos y están defendiendo a su jefa. Pero en primer lugar, atribuirle a Boudou la condición de preso político, es una afrenta infame a quienes en la historia del siglo veinte padecieron las cárceles de las dictaduras de turno, las totalitarias y las plebiscitarias.
“Preso político”, debería ser un concepto sagrado, si se me permite esa palabra. Un concepto que alude a mártires que en las condiciones más difíciles defendieron la causa de la libertad. “Preso político” es uno de los conceptos “puros” creado por los hombres, la palabra que evoca años de oscuridad y dolor, cuando la dignidad humana latía en las celdas y mazmorras de las dictaduras de derecha o de izquierda. El concepto “Preso político”, debería emplearse como advertencia al presente y al futuro acerca de los riesgos que acechan a la libertad. ¿Qué tiene que ver Boudou con todo esto?.
No tengo memoria que alguna vez en el pasado se haya confundido deliberadamente la condición del preso político con la del delincuente común. No recuerdo que alguna vez a alguien se le haya ocurrido que Al Capone, o el Gordo Valor, o Robledo Puch se los haya considerado presos políticos. Pues bien, el populismo criollo en su pulsión por corromper todo lo que toca ha decidido confundir estas condiciones y transformar a delincuentes juzgados por las leyes de un estado de derecho en presos políticos. La Biblia y el calefón en sus versiones más sórdidas
Preso político en la historia fue el poeta turco Nazim Hikmett. Doce años de cárcel en las peores condiciones. Doce años de cárcel que como contraprestación espiritual para la humanidad dieron lugar a los mejores poemas de sus tiempo, poema que honran la sensibilidad y el arte poético. Preso político, fue el cardenal Jozsef Midszenty, líder religioso húngaro que en defensa de su fe y en defensa de las libertades padeció por partida doble las cárceles de los nazis y las cárceles de los comunistas. Midszenty fue detenido en 1948 –ya lo habían detenido en 1919 y en 1944-. Las torturas físicas y espirituales padecidas fueron atroces, pero no lograron quebrarlo. A partir de 1956, luego de la ocupación de los tanque rusos, estuvo refugiado en la embajada norteamericana en Budapest hasta 1971. Preso político fue el líder de izquierda italiana Antonio Gramsci, detenido por orden de Benito Mussolini (“Debemos impedir que funcione el cerebro más poderoso de Italia”, pontificó el compañero Duce) y estuvo en la cárcel desde 1926 hasta 1935. Lo liberaron unos meses antes de su muerte.. Preso político fue el pastor y teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, ejecutado por los nazis en abril de 1945. Bonhoeffer se arrodilló ante el cadalso, encomendó su alma a Dios y proclamó su fe en la resistencia. Un verdugo nazi, curtido en la faena de ejecutar disidentes, declaró luego en los tribunales que nunca en su vida presenció un acto de coraje espiritual tan elevado. Preso político fue el líder espiritual Mahatma Gandhi. Y también lo fue el pastor Martin Luther King. Preso político fue el maestro de escuela y líder de la resistencia contra la dictadura de Fulgencio Batista, Huber Matos. Matos le reclamó a Fidel Castro que cumpla con sus promesas de convocar a elecciones democráticas. Error. Su osadía le costó veinte años de cárcel. Veinte años encerrado en una celda donde su exclusivo entretenimiento era conversar con las hormigas. Preso político para no irnos tan lejos, fue Ricardo Balbín, preso por el pecado de disentir con el “Primer Trabajador” que al decir del líder radical “Ofende como político y después querella como presidente”. Preso político fue Agustín Tosco. ¿No es acaso una ofensa a su memoria, poner en el mismo nivel a un dirigente sindical honrado y austero con un crapulita ventajero y arribista como Boudou?
Menciono rebeldes de derecha, rebeldes de izquierda, algunos creyentes, otros agnósticos, pero en todos los casos hombres que padecieron la cárcel no por enriquecerse desde el poder, no por disfrutar de las dulzuras de la farándula, sino por defender sus convicciones. Y padecieron las prisiones sin renunciar a su dignidad, sin pedir clemencia a sus verdugos y sosteniendo sus ideas hasta el último día de su vida. En todos los casos vivieron y murieron íntegros, dignos, insobornables. Pregunto a continuación: ¿Qué tienen que ver estos hombres con el malandrín de Amado Boudou, con el recaudador compulsivo de Julio de Vido, con el revoleador de bolsos en las puertas del convento, José López o con el mago de las obras públicas y la gestión de las finanzas de su jefe y jefa, compañero Lázaro Báez?

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